El trabajo de José Sospedra (35) en series como Bandolera (Antena 3), Desaparecidos (Telecinco), Bosé (Paramount+) y Los protegidos: ADN (Atremedia), es su carta de presentación. El actor valenciano ha ido poco a poco forjando una sólida carrera que le ha llevado hasta el vengativo Mario de la serie 'Mía es la venganza'.
¿Cómo es Mario Costa?
Es un hombre calculador e inteligente que lleva preparando su venganza durante muchos años por un acontecimiento que ocurrió en el pasado y que ha marcado su vida. Entra en el Club Los Olivos como jefe de mantenimiento con ese objetivo.
¿Te identificas en algo con él?
Yo no suelo ser tan rencoroso ni vengativo. Quizá me parezca a Mario en que mostramos una fachada al público y luego somos otra cosa o tenemos unas inseguridades que no dejamos ver. Eso nos pasa a todos.
"Compensa hipotecar tu vida una temporada por esta serie", nos confiesa José Sospedra
Tú también tuviste tres días para prepararte el papel...
Sí, fue un poco locura. Cuando llegué, no sabía casi ni de qué iba la serie. Íbamos a un ritmo muy rápido y la primera semana fue complicada a nivel emocional, porque no sabía muy bien ni lo que estaba haciendo ni cómo lo estaba haciendo. Fue duro, pero muy bonito ir creando el personaje.
¿Cómo llevas tantas horas de rodaje y estudio?
Me están saliendo un montón de canas (risas). Estoy cansado, pero superfeliz de hacer un personaje que tiene tantos matices. Compensa hipotecar tu vida una temporada por esto.
"Yo no suelo ser tan rencoroso ni vengativo como Mario, mi personaje", afirma José Sospedra
¿Te imaginabas que trabajar con Lydia Bosch iba a ser así?
Para nada. Recuerdo cuando la veía de pequeño en Médico de familia y encontrármela aquí y ver que iba a ser mi rival me dio un poco de pena, por una parte, y por otra, me ponía ser antagonista de Lydia Bosch.
¿Es fácil trabajar con ella?
Muy fácil, igual que con el resto del equipo. Nos hemos hecho amigos.
Que te ofrezcan un protagonista de una serie diaria debe dar mucha tranquilidad.
Sí. A los actores nos gusta vivir en esa montaña rusa de no saber lo que va a pasar mañana, pero cuando llevas mucho tiempo así, la estabilidad se disfruta mucho.