Máxima de Holanda es una de las royals europeas más conocidas por su estilo audaz y por sus elecciones de moda, aunque rara vez pasan desapercibidas. A lo largo de los años, la reina consorte ha demostrado que no le teme a los riesgos en el arte de vestir; ha apostado por colores vibrantes, cortes atrevidos y accesorios llamativos. Sin embargo, incluso las reinas del estilo pueden tener un traspié, y su última aparición pública no ha pasado inadvertida para las editoras de moda. Durante su visita a la región de Walcheren, en la provincia de Zelanda, Máxima optó por un look que, aunque lleno de tendencias, no logró conquistar a todos. A diferencia de otras ocasiones en las que ha brillado con su estilo inconfundible, en esta ocasión la combinación de elementos resultó ser excesiva para una visita oficial.

No es ningún secreto que el estilo de Máxima de Holanda nunca ha sido minimalista. De hecho, la reina es más conocida por su gusto por lo recargado que por su sobriedad. No tiene miedo a mezclar texturas, colores y accesorios en sus conjuntos. Este amor por la opulencia ha llevado a la argentina a deslumbrar en más de una ocasión, pero también a caer en el error del exceso por el exceso. Hoy, durante su visita a la región de Walcheren, Máxima volvió a hacer gala de su estilo personal, pero esta vez su elección no fue tan aplaudida como en otras ocasiones. La combinación de un vestido lleno de encaje, un tocado llamativo y unos tacones vertiginosos parecía más adecuada para una boda  de mañana -de hace unos años- que para una visita oficial en la que, quizá, la formalidad y la sobriedad deberían haber sido el eje central del look. 

Máxima de Holanda patina en su última aparición con un look recargado: tocado, tacones de vértigo y mucha textura

Máxima de Holanda patina en su última aparición con un look recargado: tocado, tacones de vértigo y mucha textura

(Gtres)

El derroche de encaje de Máxima de Holanda durante su última visita oficial 

El vestido que eligió Máxima era un diseño azul acero de la firma Natan, una de sus marcas de cabecera. Se trata de un diseño de chantilly que llamaba la atención por su escote asimétrico, volantes de tul y transparencias con un forro de color nude que le robaba por completo el protagonismo al encaje. La prenda, de manga corta y largo midi, incluía esta tendencia de la moda 'boudoircore'; las transparencias, los encajes y la textura se han llevado mucho desde finales de 2022, aunque no se ha asentado hasta este año. Fendi, Dolce & Gabbana, Gucci o Del Core han sido solo algunas de las firmas de alta costura que han incorporado esta tendencia en sus colecciones de moda, aunque no exactamente como lució el trend Máxima. El look, con su combinación de texturas y detalles, parecía más apropiado para una ocasión festiva que para una visita oficial a una institución dedicada a la investigación científica y la sostenibilidad. 

Curiosamente, esta no es la primera vez que Máxima luce este vestido en público. La reina ya lo había estrenado en 2019 durante una visita de Estado a la India, y desde entonces lo ha reciclado en varias ocasiones. Sin embargo, aunque el vestido ha sido elogiado en otros contextos, esta vez la combinación de elementos recargados y su uso en un entorno más formal hizo que el look se sintiera fuera de lugar.

El desacertado look de Máxima de Holanda durante su visita a la provincia de Walcheren

El desacertado look de Máxima de Holanda durante su visita a la provincia de Walcheren

(Gtres)

El tocado de Máxima de Holanda, un accesorio necesario, pero fallido 

El tocado que completaba el conjunto, un diseño de redecilla a tono con el vestido, fue otro de los elementos que emborronó el look. Aunque Máxima es conocida por su habilidad para llevar tocados con gracia y pese a que el protocolo holandés exige tocado en este tipo de visitas, en esta ocasión, el accesorio no encajaba del todo. Este accesorio que podría haber sido perfecto para un evento social o una boda, se sumaba al 'horror vacui' en el que se acabó convirtiendo su estilismo para una visita regional. Este detalle, que en otras circunstancias podría haber sido un acierto, aportaba demasiada textura a un vestido al que más bien le sobraba.

Para completar su look, Máxima optó por unos tacones de vértigo en color beige que parecían rescatados directamente del año 2015. Los zapatos lucían un diseño clásico con un tacón fino y muy alto y aunque, al principio, la visita era sobre asfalto, acabó en playa. Aunque la reina tiene una habilidad innata para caminar con elegancia incluso en los tacones más altos, esta elección hizo que tuviera que llevarse unas bailarinas para andar sobre la arena. En general, el calzado que eligió estaba anclado en un estilo que ya ha pasado de moda. En un momento en el que la tendencia se inclina hacia la comodidad, la practicidad y los diseños novedosos, estos zapatos se vieron algo desfasados y poco adecuados para la ocasión.