Los 10 batacazos 'estilísticos' de la alfombra roja de los Premios Goya que todavía no hemos superado

La actriz se pasó de frenada con los elementos  con textura en su look. Un vestido de encaje con transparencias, escote plunging, abertura en el frente de la falda, un cinturón con pedrería y aunque este diseño por separado podría haber funcionado, elegir un abrigo de punto blanco no le hizo justicia. 

Si hay algo que caracteriza a Brays Efe es su personalidad arrolladora y su sentido del humor, pero aquel traje azul eléctrico de estilo patchwork sigue impactándonos a día de hoy. El diseño, que podía recordar a una obra de Mondrian pasada por un filtro de carnaval, estaba adornado con retales geométricos en colores vibrantes como el amarillo, el rojo y el blanco.

¿Fue valiente? Sin duda. ¿Fue efectivo? Bueno, digamos que su apuesta eclipsó a muchos de sus compañeros de alfombra roja, aunque quizá no por las razones que esperaba. Las gafas oscuras y el peinado pulido no ayudaron a suavizar un conjunto que, a día de hoy, sigue dividiendo opiniones. Eso sí, lo que nadie puede negarle a Brays es que fue fiel a sí mismo. Y en una alfombra roja tan protocolaria, eso también tiene su mérito.

Lo cierto es que al actor todo le sienta de maravilla, pero aunque el corte del diseño era impecable y se adaptaba a su cuerpo como un guante, el estampado plateado a contraste con el fondo negro-a día de hoy- nos aterroriza. Un elemento barroco a tiempo puede ser una victoria y hay que admitir que en el año 2019 estaban muy de moda, pero si miramos el look en perspectiva, no podemos asegurar que haya envejecido tan bien como el actor. 

El vestido experimental de Amaya Arzuaga que lució la estilista en los Premios Goya 2010 no nos disgustó, de hecho nos pareció una idea la mar de original. Sin embargo, el tocado columbiforme no le hizo justicia, ni el bolso en color champagne, ni esos zapatos de tacón con falsas escamas doradas. 

Loles León siempre ha sido un icono de la espontaneidad y la audacia, pero aquella noche nos demostró que incluso las divas pueden pasarse de frenada. Con un vestido de lentejuelas reversibles (rosa fucsia y plateado) que parecía inspirado en una bola de discoteca de los años 80 y un abrigo de pelo estilo furry en un tono más claro, Loles se aseguró de no pasar desapercibida. El escote en forma de V y la abertura lateral del vestido intentaban aportar sensualidad, pero el exceso de brillo y volumen lo llevó al terreno de lo estridente.

El conjunto, que remató con unos zapatos plateados de plataforma y un clutch metalizado, nos hizo preguntarnos si estaba camino de una fiesta disco en lugar de la ceremonia de los Goya. Sin embargo, hay que admitir que su actitud—siempre desenfadada y segura de sí misma—logró que el look, por muy excéntrico que fuera, se convirtiera en un momento icónico. Porque, al final, si algo sabe Loles es cómo convertir cualquier situación en un espectáculo.

La actriz se enfundó en un vestido que no le favorecía en absoluto, no solo por lo chillón y lo estrambótico de su estampado, sino por la silueta que no se adaptaba a su figura. El cinturón buganvilla y el lazo XXL terminó de rematar el estilismo. 

No se podrá acusar jamás a Olvido Gara de no arriesgar con sus estilismos, ni de no tener un estilo propio. No obstante, este vestido dorado ajustadísimo con escote halter y fruncido en el frente fue un pequeño patinazo, más todavía si miramos a sus pies y a sus medias de rejilla. 

Corría el año 2008 y la actriz se enfundó en un vestido dorado que combinaba un tejido satinado con gasa en las mangas, lentejuelas en dos colores y un corte que no le favorecía demasiado. Un patinazo que dejó a todos ojipláticos (y deslumbrados) por el brillo del vestido. Entre los patrocinadores del evento se encontraba Freixenet ¿casualidad? No lo creemos. 

La actriz siempre pisa la alfombra roja de los Premios Goya con diseños de Ágatha Ruiz de la Prada, pero el que lució en la 33ª edición de los Premios Goya, allá por el año 2019, no nos encaba en absoluto para estos galardones. La textura, la combinación de rojos, el dorado, el escote.... un patinazo en condiciones. 

No podíamos cerrar esta lista sin mencionar el inolvidable vestido de Carmen Calvo. Aquella pieza de Ágatha Ruiz de la Prada, en un tejido brillante de color rosa chicle adornado con lazos y corazones multicolor, parecía más apropiada para una obra de teatro infantil que para una gala del cine español. Los corazones, confeccionados en telas de colores vivos como el azul celeste, el amarillo y el verde lima se mezclaban con grandes lazos en el bajo de la falda, sin duda llamativo, pero también resultaba confuso.

El diseño, que evocaba una especie de "San Valentín en technicolor", se alejaba por completo de las tendencias de la época y nos dejó a todos con una sensación de incredulidad.