¿Influencer se nace o influencer se hace? Esta es una de la preguntas más polémicas y controvertidas que han surgido en los últimos años y, aunque se ha repetido hasta la saciedad, aún no se ha llegado a un consenso sobre su respuesta. Muchas reinas de Instagram como Dulceida o Alexandra Pereira son fruto de largas jornadas de trabajo; de blogs de moda que ya han quedado obsoletos pero que en su momento supusieron una gran revolución; o de horas y horas delante de la cámara intentando sacar el máximo partido a su armario fotografiándose con cientos y cientos de looks. A otras, sin embargo, como puede ser el caso de Ana Soria o de Laura Matamoros; el éxito les viene de cuna o surge al mismo tiempo que se forja su historia de amor con algún persona público. Y de ahí, aprovechan el tirón reinventando cada prenda y cada complemento para convertirse en aclamadas it girls. Ambos perfiles son válidos y muy queridos por la audiencia pero... ¿Qué diferencia hay entonces entre famosa e influencer, si es que la hay?

Ana Soria, una it girl por sorpresa

En el caso de Ana Soria, su vida dio un giro de 180 grados desde que se confirmara su relación con Enrique Ponce. La jovencísima almeriense, de la mano del diestro, pasó de ser una persona completamente anónima a ocupar cientos de titulares y a protagonizar portadas de revista; de tener apenas mil seguidores a superar los 127 mil nada más en Instagram. Un boom que la colocó en el centro del ojo público y que la convirtió en una famosa e influencer más. Y ahí sigue. Cada movimiento que hace se convierte en noticia, cada foto que sube interesa y cada prenda que luce crea tendencia. No hay más que ver su última publicación para darse cuenta; pues en ella, Ana, como buena influencer, ha vuelto a poner de moda algo que pensábamos que no volveríamos a ver.

La prenda de la que hablamos no es otra que el polo, esa camiseta con cuello camisa y pequeños botones que se ha asociado siempre a deportes como el golf, el criquet o, cómo no, el polo. Se trata de una prenda que vimos mucho en la década de los 90; pues todos y todas la llevaban en sus estilismos y que en los 2000 comenzó a asociarse con la estética preppy (y a la pija). No fue hasta el año 2012 aproximadamente cuando su uso dejó de ser frecuente y los modelos que teníamos entre nuestras perchas acabaron en el fondo de nuestros armarios. Han pasado ya casi diez años desde que no incorporábamos esta prenda a nuestros conjuntos formales o casuales. Y es precisamente por ello por lo que nos ha sorprendido verla en Ana Soria.