Isabelle Junot, además de aristócrata y esposa de Álvaro Falcó, es también Binge Eating Coach y acaba de sacar un workbook, “Operación verano”, con sus consejos sobre alimentación saludable. En sus redes sociales habla de sus problemas pasados con la comida y de cómo los superó motivando a sus seguidores a llevar una relación más sana con la alimentación. ¿Cómo podemos llevar una dieta saludable y controlar el peso de forma sana y consciente?

Los trucos de Isabelle Junot para controlar el peso

Isabelle ha compartido con sus seguidores algunos de sus hábitos saludables. “Estoy en un momento en el que priorizo mover mi cuerpo, ¡siempre que haya dormido lo suficiente!”, afirma la marquesa de Cubas. Y, sobre el tema de las dietas expone que “hace años me prohibía todo, empezaba dietas cada lunes, subía y bajaba de peso cada 2 semanas”.

¿Por qué fracasan las dietas y por qué a Isabelle Junot, no le funcionaban? Hablamos con la psicóloga, Ana Morales, psicóloga y autora del libro ‘¡Qué buena estoy! Tira las dietas a la basura y vive con salud emocional’ (La Esfera de los Libros), que explica a SEMANA que “las dietas son como ese ex que promete cambiar, pero nunca lo hace. La ilusión del ‘esta vez será diferente’ nos seduce, y ahí vamos, con la esperanza renovada. Si las dietas fueran tan efectivas como prometen, con una sola bastaría. Pero no, aquí estamos, preparadas para el próximo ‘lunes Milagroso’ donde todo comienza... y, generalmente, termina”.

La experta expone que la realidad es más complicada: desde la ‘dietante crónico’ que arranca cada semana con una nueva fórmula mágica, a cuál más loca que la anterior, hasta aquellas que logran bajar de peso, solo para ver cómo los kilos vuelven con refuerzos en cuanto bajan la guardia. Al final, terminamos en el mismo punto: frustradas, culpables y sintiéndonos fracasadas.

Además, el consejo de ‘come menos, muévete más’ suena genial en teoría, pero ignora la complejidad emocional y psicológica detrás de nuestros hábitos alimenticios y que no se resuelven solo con fuerza de voluntad. Por ejemplo, pedirle a alguien que se siente avergonzada de su cuerpo que se ponga mallas y salte en una clase de zumba es pedir mucho más de lo que parece.

Ansiedad por la comida

La marquesa de Cubas explicaba que ahora “estoy más atenta a lo que me pide el cuerpo. He conseguido un buen balance de alimentos nutritivos vs alimentos ‘menos nutritivos’ que me gustan/divierten en mi día a día. Aprendiendo a no restringir y así reducir el ansia por la comida”, es decir, llevando una alimentación consciente.

¿Cómo podemos conseguir ese balance y terminar con la ansiedad por la comida? ¿Dónde termina el hambre ‘real’ y empieza el hambre emocional? “A menudo, detrás de cada viaje al refrigerador, a menudo hay historias no contadas de dolor, rechazo o inseguridad que tratamos de calmar con comida. Estos son los verdaderos monstruos debajo de la cama que necesitamos confrontar si queremos liberarnos de las dietas para siempre”, señala Ana Morales.

La experta afirma que, por tanto, para despedirnos de las dietas, no necesitamos un nuevo régimen, necesitamos enfrentar esos viejos fantasmas y aprender a gestionar nuestras emociones de maneras que no incluyan abrir la nevera. Más que controlar lo que entra en nuestros platos, deberíamos trabajar en no dejar que los viejos patrones controlen nuestra felicidad y autoestima.

Esta ansiedad a menudo suele aparecer cuando tratamos de gestionar emociones no resueltas o el estrés diario, asegura la psicóloga. En estos casos la comida, más que un simple combustible, se convierte en un refugio emocional cuando la vida se nos pone cuesta arriba. Nos brinda consuelo, como esa amiga que nunca falla y siempre está lista con un ‘abrazo’ en forma de donut o una hamburguesa, pero a qué precio... tras el alivio temporal, suele aparecer la culpa y la vergüenza.

Cómo controlar la ansiedad por la comida

El truco de esconder las tentaciones, ese de ‘lo que no se ve, no se desea’, puede parecer una buena idea, pero, ojo, para algunas puede intensificar aún más esos deseos, advierte la psicóloga. Negarte esos placeres culpables es como intentar no pensar en un elefante rosa: cuanto más lo intentas, más presente está en tu mente.

Este fenómeno ocurre porque al limitarnos, sin darnos cuenta, colocamos esos alimentos en un pedestal. Se convierten en el objeto prohibido, y todas sabemos lo atractivo que es lo prohibido. Parece que nuestra mente tiene un radar especial para desear justo lo que nos hemos negado.

Otro punto importante es dejar de etiquetar los alimentos como ‘buenos’ o ‘malos’ es crucial. Los donuts no son malvados y las zanahorias no son santas; son simplemente alimentos. Claro, hay opciones más saludables que otras, pero la clave no está en demonizar unos y glorificar otros, sino en entender qué nos impulsa a escogerlos.

Entonces, ¿qué podemos hacer? Encontrar un equilibrio que nos permita disfrutar de la comida sin caer en extremos y, sobre todo, sin permitir que ésta defina nuestro valor o autoestima es esencial. No se trata de vetar esos caprichos por completo, sino de aprender a convivir con ellos de manera saludable. Esto significa que puedes darte un gusto de vez en cuando, disfrutarlo plenamente, sin culpas y sin que sea tu única fuente de felicidad.

Mantén en casa opciones más saludables que también te encanten. Así, cuando el antojo golpee, tendrás alternativas que satisfagan sin tener que recurrir siempre a lo que intentas disfrutar con moderación.

Lograr una buena relación con la comida es fundamental para poder lograr llevar una dieta sana y equilibrada sin esfuerzo. Olvídate para siempre del efecto rebote, de la culpa y de las dietas de los lunes, como Isabelle Junot, gracias a la alimentación consciente.