Aunque es una época del año en la que se presupone la alegría colectiva, las fiestas navideñas pueden llegar a provocar mucho estrés y angustia. Analizamos el impacto emocional de la Navidad con una psicóloga.
No todo son campanillas, regalos y luces en las fiestas navideñas, hay muchos claroscuros en esta época del año y puede que esa sensación de tener que estar felices y de que todo sea perfecto termine provocando mucha ansiedad y malestar. Hablamos con Sofía Rademaker, psicóloga especialista en psicología clínica y de la salud, directora del Centro Psicológico SMC y terapeuta Gestalt, sobre el estrés que puede sobrevenir en Navidad.
Ansiedad y estrés en Navidad
La Navidad es un momento del año en el que coinciden muchos elementos que lo convierten en una bomba de relojería donde es muy fácil vernos superados en algún momento. La experta aboga por normalizar las sensaciones que podemos estar callándonos y evitar nuestro propio rechazo a esos pensamientos.
Rademaker explica a SEMANA que los factores que hacen que estas fechas se vivan, a veces, de forma muy negativa son varios. Primero, el momento del año, enmarcado a finales del año, la Navidad supone habitualmente estrés en dos direcciones: un estrés hacia el pasado y otro hacia el futuro. El estrés hacia el pasado se refiere al análisis que hacemos de cómo ha ido el año. El resultado de esta evaluación depende en gran medida de nuestro autoestima y personalidad.
“En caso de hacer valoraciones negativas, estas traen consigo emociones negativas como pueden ser la ansiedad o la tristeza. Estas evaluaciones a menudo se realizan también en el contexto laboral y suelen suponer, en si mismas, una situación de tensión y nerviosismo para los trabajadores. Si ese feedback no es positivo y/o constructivo, suele derivar en emociones realmente negativas”, advierte.
feedback
Año nuevo ¿vida nueva?
Cuando nos acercamos al final del año solemos echar la vista atrás y hacer un balance a la vez que nos planteamos cómo será el año que comienza. “El estrés en Navidad hacia el futuro suele centrarse en el ámbito laboral, ya que las personas suelen tener que cerrar el año, cerrando proyectos, cuentas, y cuadrando todo. También está la presión del año nuevo con eso de “año nuevo, vida nueva” que todos sabemos que realmente casi nunca es así, pero la presión está ahí”, señala la experta.
Existe, también, un estrés social importante. En el ámbito laboral suele ser el momento del año en el que se llevan a cabo el mayor número de reuniones tanto con compañeros como con jefes. Cuando estas se disfrutan no hay mayor problema, pero cuando a uno no le apetecen y las vive como una obligación, siempre van acompañadas de emociones negativas. En muchas ocasiones, genera ansiedad debido a la presión de la “imagen” que se quiere mantener en el trabajo y las personas a menudo tienen pensamientos de este estilo: “¿Cómo debo comportarme en esta situación? ¿Qué pensaran de mí si no voy? ¿Qué repercusión habrá si no voy? ¿Notarán que no tengo ganas de estar ahí?”, lo que aumenta significativamente la angustia social.
La presión social y el estrés financiero
Rademaker expone que la presión social también existe en el entorno familiar y en el círculo de amigos, que pueden vivirse como una obligación. Existe una norma social en nuestra cultura de que en estas fechas hay que reunirse con la familia y, también, que hay que estar bien y resolver los conflictos para sentir ese “amor idealizado” de la navidad. Esto, para muchas personas, supone una gran presión y un objetivo irreal e inalcanzable generando de nuevo sentimientos de angustia, tristeza o culpa, entre otros. Si además, añadimos a esto la presión de tener que comprar regalos que gusten a la familia, y que a menudo no es el caso, esto es un suma y sigue.
Añadiendo al factor laboral, social y familiar se une el estrés financiero ya que, aunque muchas personas reciben pagas extras en estas fechas, otras tantas no lo hacen o tiene situaciones financieras más comprometidas. Vuelve a haber una presión de tener que regalar, en especial a los niños, con el consecuente sentimiento de culpa en caso de no poder hacerlo, por el sentimiento que esto pueda ocasionar en los más pequeños. Por esta razón muchas personas hacen un gran esfuerzo por buscar regalos, en ocasiones hasta endeudándose con préstamos.
No es raro que con todos estos elementos encima muchas personas se vean sobrepasadas en estas fiestas.
¿Por qué idealizamos la Navidad?
Las fiestas no siempre (o más bien prácticamente nunca) es tan fabulosa como se presupone, y muchas veces sobreviene la frustración que nace al darnos cuenta de que no podemos protagonizar una Navidad de película y el estrés hace su aparición.
La psicóloga nos explica que el ser humano tiene una tendencia hedonista de búsqueda de placer y de felicidad lo que nos lleva a, en muchas ocasiones, crear tradiciones y momentos que puedan ser una ocasión para sentir más de estas emociones. Para muchas personas, las navidades en sí mismas son una oportunidad para sentir más gratitud, amor, descanso, diversión, ilusión y cariño, pero no para todo el mundo es igual.
Por otro lado, en esa búsqueda de placer, también intentamos evadirnos de nuestros problemas, conflictos y realidades, a veces no tan deseadas y, por lo tanto, creamos situaciones en las que los placeres inmediatos están no solo permitidos y tolerados, sino celebrados, promovidos e incluso obligados.
En navidades comemos mucho más y hay un aumento significativo del consumo de dulces, beber en exceso, en especial bebidas alcohólicas, jugar a la lotería, comprar mucho (decoraciones de navidad, regalos, ropa... cualquier excusa es buena), etc. Todas estas conductas producen grandes cantidades de neurotransmisores, como serotonina y dopamina, en los circuitos del placer del cerebro, y son adictivos, alimentando ese placer inmediato, que, como ya hemos comentado genera también importantes consecuencias emocionales. Esto, también forma parte de nuestra realidad, sin entrar por supuesto en razones comerciales muy presentes en fomentar y promocionar estas tradiciones que alimentan esta segunda razón que he comentado de consumo.
La Navidad perfecta no existe
¿El deseo de vivir una Navidad perfecta nos provoca malestar emocional? La psicóloga expone que la perfección como mecanismo rígido siempre genera sufrimiento, no solo en Navidad. Es una característica de la personalidad que también tiene su lado positivo, en cuanto a que motiva a las personas a mejorar, a perseguir sus metas, a mantener los esfuerzos por conseguir las mismas, entre otros.
Como cualquier característica de personalidad el problema radica en la rigidez e intensidad del mismo. Esto genera automáticamente sensaciones, a veces crónicas, de frustración y ansiedad. Si esto lo trasladamos a la Navidad, una persona perfeccionista o con un alto deseo de perfección, va a tener muchas mas probabilidades de sufrir en consecuencia.
Hay que saber dónde poner la energía y la dirección. Si el deseo de perfección lo orientas hacia ser más consciente de donde hay situaciones problemáticas y procuras buscar soluciones a estas, para sentirte mejor (no por el mero hecho de conseguir perfección), ese deseo podrá jugar en tu favor, de lo contrario será de muy poca utilidad.
Estrategias para vivir una Navidad tranquila y lo más feliz posible
Lo más importante que la psicología podría aportar en este punto es el mensaje de que para estar tranquilo y lo más feliz posible debes escucharte y gestionar tus emociones en consonancia con lo que necesitas. Para evitar el estrés en Navidad la experta nos ofrece estos 5 pasos:
- Identifica la situación/pensamiento que te está generando un malestar.
- Presta atención a las emociones que derivan de ello, dejándote un espacio cada día. Para ello, identificándolas en tu cuerpo, realizando una meditación...
- Descifra cuál es el mensaje de esa emoción, todas tienen una intención positiva, aunque la sensación sea desagradable.
- Genera un plan con alternativas y valora esas alternativas en base a cómo te hacen sentir.
- Escoge la opción que te haga sentir mejor y tenga mejores consecuencias para ti.
Estos pasos no son tan fáciles de hacer y, a menudo, cada paso requiere de un entrenamientos. No dudes en pedir ayuda profesional si la necesitas. La psicología positiva hace mucho hincapié en centrarse en lo que sí se tiene, y no en lo que falta, ya que se ha demostrado en numerosos estudios que ese cambio de mentalidad aumenta significativamente las sensaciones de bienestar. Ver lo que falta también es interesante si va seguido de un plan de acción para cambiar o mejorar ese objetivo a través de metas realistas y, a poder ser, cercanas en el tiempo.
Estas fechas deberían poder ser una oportunidad real para aumentar sensaciones de bienestar consciente que nos permitan volver a nosotros mismos con una mirada amable y compasiva, ya que nuestro interior es esa casa y ese hogar al que sería bueno que volviéramos todos por Navidad.