¿Nuestra felicidad no depende de factores externos sino que podemos encontrarla gracias a nuestra actitud ante la vida? ¿Es el paso del tiempo un determinante a la hora de moldear la felicidad? ¿Qué elementos emocionales influyen para mal en nuestra calidad de vida? Una experta aclara cuáles son los motivos de la infelicidad y cómo lograr un mayor bienestar en nuestra vida cambiando nuestra visión del mundo.

¿Qué es el edadismo?

Mucho se habla últimamente de este término y de las consecuencias emocionales que acarrea. ¿Es el paso del tiempo un factor que puede causar problemas emocionales y sociales? ¿Qué es exactamente el edadismo?

Hablamos con la doctora Ana Isabel Sanz, directora del Instituto Psiquiátrico Ipsias, psiquiatra y psicoterapeuta especializada en trastornos afectivos, infancia y adolescencia, que explica a SEMANA que “edadismo es la discriminación por motivos vinculados a la edad. Bajo el concepto de ‘edadismo’ se ha hecho conocida por su impacto, que es tal que justifica este abordaje individualizado. La preocupación por escapar a la condena del envejecimiento se ha traducido en que, dentro de la ciencia, haya surgido una línea potente de investigaciones dirigidas a entender y frenar los procesos de deterioro de los tejidos y de todo lo que implica ser humano con el paso del tiempo”.

La discriminación asociada a la edad ha existido desde hace mucho tiempo, aunque el término edadismo es reciente. Envejecer está en la naturaleza humana y luchar contra el paso del tiempo solo crea insatisfacción, frustración y malestar emocional. Si esta lucha se debe a una presión social y a una discriminación por la edad, esto provoca que el paso del tiempo sea visto por muchas personas como una lacra y algo indeseable que puede llevar a problemas graves de salud mental, ansiedad, depresión o incluso atentar contra la salud física.

Edadismo

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Edadismo y bienestar

¿El rechazo por causa de la edad qué puede provocar? Explica la experta que creernos fuera de lo socialmente útil o valorado llegados a cierta edad, puede hacer que caigamos en el aislamiento, el sedentarismo, la pérdida de actividades de tipo intelectual, o perder el contacto con una vida social activa; todo eso son factores con carga emocional que influyen de forma negativa en el autocuidado, la autoestima, las relaciones saludables y, por tanto, en la calidad de vida.

​​“El propio sentimiento de inadecuación, de desconexión con la vida contemporánea, el refugio en lo que nos gustaba de momentos ya pasados y el rechazo de lo que nos toca vivir... Todo ello nos aísla, nos hace sentirnos profundamente desconectados e incluso furiosos con nosotros mismos. Aunque nos cueste, es importante mantener una actitud de apertura, curiosidad y flexibilidad ante las nuevas formas de entender la vida, las manifestaciones culturales, los acontecimientos que suceden a nuestro alrededor”, señala la psicóloga. Esa postura vital es casi una gimnasia cerebral y existencial que nos mantiene en forma cognitiva, anímicamente e incluso físicamente. Abusar de la melancolía, del ‘todo tiempo pasado fue mejor’, de los recuerdos de las personas que ya no están... nos oxida y envejece.

Edadismo y felicidad

Juventud: ¿divino tesoro?

¿Por qué se valora más la juventud? Ana Isabel Sanz expone que la actitud social, claramente a favor de discriminar positivamente todo lo que implica ser joven, no facilita que los individuos afronten con equilibrio el paso del tiempo, aunque existan condiciones objetivas que permitan disfrutar del ir cumpliendo años.

Envejecer podría suponer una experiencia positiva si se valorara lo que aporta lo aprendido, el equilibrio mental y emocional de la madurez cuando todavía se acompaña de un estado físico saludable, que permite sacar partido a una etapa en la que ciertas ‘esclavitudes’; disminuyen y se dispone de mejores herramientas psicoemocionales para saborear lo que sigue ofreciendo la vida. Sería lo más lógico que se valorase la edad como algo positivo como ocurre en determinadas culturas que veneran a los ancianos por la sabiduría que les aportan los años vividos.

La infelicidad y el rechazo a envejecer

El miedo o rechazo a envejecer, nos cuenta la psicóloga, sí puede llegar a ser un motivo de infelicidad porque el entorno fomenta ese rechazo y la ocultación de los efectos del paso del tiempo. Esa angustia y rechazo puede alcanzar niveles tan marcados que lleguen a convertirse en un factor de infelicidad tal que alcancen el nivel de patológicos. La ansiedad desmedida ante lo que implica el paso del tiempo ha llegado a una frecuencia suficiente como para recibir nombre propio dentro del capítulo de las fobias, es decir, los miedos desmedidos, irracionales y limitantes.

“Se habla de la 'gerascofobia' cuando el miedo a envejecer alcanza intensidades que interfieren con una buena adaptación personal y social, con un rechazo explícito a la propia vejez”, aclara la experta, y añade que “cuando se adoptan conductas obsesivas y desproporcionadas por ocultar las señales de la edad e intentar parecer más joven, se ha impuesto el término de 'midorexia'".

Edadismo y bienestar

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Encontrar la felicidad en el paso de los años

¿Cómo podemos ver el paso del tiempo como algo positivo y que nuestra actitud nos haga más felices? La experta apunta que es importante hacer un trabajo de autoconocimiento, descubrir y curar heridas que podamos tener del pasado, así como sensaciones de fracaso o de metas no cumplidas, para, en lugar de mirar demasiado a un pasado no satisfactorio, podamos estar en el presente y con esperanza de futuro.

Se trata de que el envejecer (o más bien el ganar años) no se convierta en un duelo para superar lo no hecho, sino para ver las oportunidades y ventajas que trae la experiencia acumulada. Que no hagamos una exaltación de lo que ya no podemos hacer, sino una adaptación de los ritmos, y poder disfrutar de lo que mejor se adapta a nuestras condiciones físicas y psíquicas. De esta forma podemos ver que cumplir años no es una pérdida sino una ganancia en términos de seguridad en uno mismo, claridad acerca de quiénes somos, y mayor capacidad de reconocer nuestros valores. Todo esto, con cierta edad, debe ganar relevancia por encima de compararnos con estándares.

Hay que tener muy en cuenta que todas las generaciones son necesarias y aportan valores diferentes a la sociedad, y se trata de descubrir a un sector cada vez mayor de la sociedad. Resulta contradictorio que seamos una población cada vez más mayor, porque vivimos más años, y a la vez se exalte cada vez más el valor de juventud; ello hace que podamos vivir toda una segunda parte de nuestra vida como ciudadanos de segunda clase o con una lucha contra los años. Hay que poner en valor que los jóvenes se están apoyando en lo que ya aportan los adultos mayores, no existe sociedad sin ese grupo de mayores de 50.

Un cambio de paradigma supondría un paso hacia un mayor bienestar global que podemos comenzar por un cambio de actitud personal hacia el hecho de cumplir años que es un regalo y que nos permite seguir experimentando, aprendiendo y disfrutando de la vida con mucha más perspectiva.