Puño en alto y sonrisa abierta mirando a cámara mientras celebraba el triunfo del Real Madrid en la Champions... Esta es la última imagen 'oficial' que nos llega del Rey Juan Carlos. La de la victoria. Quizás también la de un nuevo pulso hacia su hijo, el Rey Felipe.
Feliz y curiosa instantánea servida en el palco del estadio de Wembley en Londres, convertido en el mayor escaparate mundial de esa jornada, con millones de ojos puestos en el campo y en su palco de honor. Al emérito se le captó en varias tomas de cámara. Una 'celebrity' de nivel en las gradas no podía pasar inadvertida. Más allá de esto, ¿qué sucede aquí? Y eso que al emérito se le había solicitado discreción en sus comportamientos públicos y privados...
A Casa Real no le gustan nada estas exhibiciones públicas del emérito, y él lo sabe. La institución que encarna su hijo, el Rey Felipe VI, ha tenido que lidiar con una figura evidentemente incómoda.
Es el famoso 'jarrón chino' que popularizó Felipe González. Precioso, histórico, imponente... pero difícil de colocar. Y por eso, lo único que le pidieron fue discreción. Que se mantuviera en un perfil bajo y más tras las causas judiciales que cargaba sobre sus espaldas.
En un momento como el actual, en el que la Monarquía es más cuestionada que nunca, Zarzuela es consciente de que determinadas imágenes no benefician a la Corona. Y de ahí que, aunque Juan Carlos I ya no está bajo el control de la Institución (se jubiló de la primera línea el 1 de enero de 2016), al menos le pidieran que fuera consciente de que sus actos pueden perjudicar a su hijo y a su nieta, la Princesa Leonor.
Y lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a retar a su hijo al facilitar una imagen privada suya para ser portada de la revista Hola. Esta vez con el puño en alto mostrándose victorioso.
El grandilocuente 86 cumpleaños del Rey Juan Carlos
Ya lo hizo también el pasado mes de enero. Cuando facilitó imágenes privadas de su gran fiesta por su 86 cumpleaños en Abu Dabi, en la que se le retrató con un sable árabe en la mano, cortando una tarta cubierta de 'fondant' que reproducía su guion y su escudo de la Casa Real.
Una fiesta a la que acudieron sus hijas, las Infantas Elena y Cristina; algunos nietos y amigos, entre los que se encontraban grandes empresarios a los que poca gracia les hizo salir en tal exhibición pública. Y ni mucho menos a Casa Real.
Y ahora vuelve a repetir la jugada, nunca mejor dicho. La publicación de las fotos del emérito nunca es casual. Digamos que pasan por un filtro y si se ven, es porque quieren que se vean. El interesado es el primero. Y esto es lo que quiere servir.
Esta actitud no parece muy en consonancia con las directrices marcadas por la Casa Real a puerta cerrada: no dar de qué hablar, ser un poco invisible. El Rey Felipe es el protagonista, el que dirige la Institución y el que ha luchado denodadamente en los últimos años por limpiarla de dimes y diretes y de malas prácticas a base de ejemplaridad y transparencia. Cada tropiezo es como una pequeña vuelta atrás en una rueda que no deja de girar...
El Rey Juan Carlos y su reino de Sanxenxo
Después de marcharse a Abu Dabi, el primer viaje de Don Juan Carlos de regreso a España, en mayo de 2022, hizo correr ríos de tinta e hizo necesaria una intervención a mayor escala.
La localidad pontevedresa de Sanxenxo se transformó en el hervidero de partidarios y nostálgicos del que fuera monarca durante casi 40 años. Le aclamaban, le lanzaban "vivas", salía, entraba, se dejaba agasajar por las autoridades...
Él respondía con lógica emoción, mano en pecho, encantado de recibir los mejores parabienes. Siempre le gustó esa comunión de campechanía con su pueblo.
Don Juan Carlos se comportaba como si nada hubiera pasado, borrando de un plumazo las causas judiciales que habían pesado (y todavía pesaban) sobre sus actuaciones pasadas y a causa de las cuales sobrevino su caída en desgracia.
Por supuesto, el soberano tenía y tiene muchos incondicionales (no se le pueden negar sus méritos durante la Transición), pero no parecía ser consciente de que su época había pasado y que el foco no debía ir dirigido (al menos tanto) hacia su persona.
La Casa Real ha mirado y mira todas estas actuaciones tratando de asimilarlas con el menor ruido posible, pero no siempre se logra. Esta última vez se producía el pasado 1 de junio, justo un día antes de celebrarse el 10º aniversario de la abdicación del Rey Juan Carlos en su hijo. El recuerdo estaba en boca de todos. Y su presencia en un palco de fútbol lo apoyaba.
El Rey Juan Carlos, el ilustre invitado en Abu Dabi
El retiro en Emiratos Árabes Unidos del Rey Juan Carlos se ha interpretado como eso, un quitarse de en medio para no entorpecer la labor de su hijo. Desde hace casi cuatro años, que se cumplirán el próximo 3 de agosto, así ha sido más o menos. Aunque no han faltado algunos altibajos y recaídas.
No hay duda de que el emérito ha cambiado mucho respecto a ese primer viaje a Sanxenxo. De la exhibición sin pudor ha pasado a una mayor contención. En cada visita ya apenas habla a los medios que le preguntan, se limita a decir que está "bien" y a saludar educadamente.
Es lo que se le pidió y lo estaba cumpliendo. Incluso cuando ha acudido a varias citas festivas, como el 60 cumpleaños de la Infanta Elena (cónclave de los Borbón incluido) y la reciente boda del alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida.
Deslices como el famoso cumpleaños antes mencionado o esta salida deportiva internacional reabren una corte alternativa que se rubrica a base de 'sablazos'. Dulce excentricidad... tremenda banalidad. De nuevo se atisba el gesto torcido de la Casa Real.
Solo en este 2024, Don Juan Carlos ya ha viajado hasta en cuatro ocasiones a Sanxenxo, la última de ellas a mediados del pasado mes de mayo. Es su refugio marinero, donde se encuentra tranquilo y respaldado, surcando las aguas en su propio 'reino'. Fuera de ese pequeño paraíso, poco más o menos que hablamos de aguas internacionales...
El emérito fuera de La Zarzuela
En sus contadas visitas a Madrid (como para la Jura de la Constitución y el 18 cumpleaños de la heredera Leonor), Don Juan Carlos ni siquiera ha podido dormir en La Zarzuela. Su antiguo hogar ahora le está vedado.
La última imagen del Rey Juan Carlos y su hijo Felipe juntos en público fue a finales de febrero, para la misa funeral en honor de Constantino de Grecia, que tuvo lugar en Windsor auspiciada por la reina Camilla.
La Reina Letizia, también presente, se mantuvo en un discreto segundo plano a su lado, pero su actitud era más bien distante y nada complaciente.
El monarca le prestó su brazo a su padre para ayudarle a caminar. Fue la imagen del día. Un gesto tierno y de unidad que llamó mucho la atención y que servía para poner un poco de paz a su relación después de años de tensiones.
No sabemos si esta nueva remesa 'juancarlista' será un retroceso o causará un nuevo tirón de orejas. Don Juan Carlos, a sus 86 años, demuestra ser más bien ingobernable.