Los Reyes Felipe y Letizia, junto a la Reina Sofía, han vuelto a abrir las puertas del palacio de Marivent y además justo cuando se conmemoran 50 años de los veraneos reales en dicha residencia. Se encuentran de vacaciones en la isla balear y esta es la mejor manera de compartir, celebrar y conocerse cara a cara con las autoridades locales y representantes de los más diversos sectores de la sociedad balear. Hasta 500 personas pasaron por el besamanos, que los anfitriones resolvieron con asombrosa celeridad, en menos de media hora.
El monarca volvió a derrochar elegancia con un traje perfecto (su sastre, Ricardo Fraguas, se lleva todo el mérito), aunque la que acaparó el foco fue Doña Letizia, presumiendo de hombros con un exótico vestido de Desigual. Ver a la Reina emérita junto a ella, con su conjunto de blusón y pantalón fluido, producía un auténtico festival de estampados.
Doña Sofía hacía acto de aparición por primera vez durante este veraneo real junto a su hijo y su nuera (nos falta alguna salida pública con sus nietas, Leonor y Sofía) y no faltaron todo tipo de gestos cariñosos. Los Reyes estuvieron muy pendientes de ella, quien a sus 84 años está estupenda. Particularmente cercanas estuvieron suegra y nuera, con una Letizia entregada, comentando todas las cosas a Doña Sofía, dándole su espacio y desplegando bien de PDA (Muestras Públicas de Afecto). Una manita apoyada en el hombro, un dejar pasar por delante, un acercarse a su oído por si no la escuchaba...
Siempre se analiza a fondo la interacción entre ambas reinas y, en esta ocasión, no se dejó lugar a dudas. ¡Se llevan bien! Se había comentado mucho que Doña Sofía se había marchado de Marivent justo cuando desembarcaron los Reyes y sus hijas en Mallorca, pero esto fue solo por motivos de agenda, pues la emérita tuvo que volar a Motril (Granada) para asistir a un homenaje al rey Balduino de Bélgica. Con esta vuelta a escena se acallaban todos los rumores.
Una asistente a la recepción revelaba después a la prensa mallorquina que la Reina Sofía adora Marivent (su refugio a lo largo de todo el año, no solo en verano), porque le recuerda a sus vacaciones de infancia en la isla griega de Corfú, rodeada de mar y pinos.
La Reina Letizia volvió a demostrar sus habilidades sociales, moviéndose y hablando con todo el mundo, interesándose por sus respectivos campos. Preguntó por el cambio de Govern, por el carril bus VAO y los cruceros y felicitó a los profesionales de la información local. En un momento dado también descubrimos su lado más tierno al acariciar al perro guía del atleta paralímpico Joan Munar Martínez, al que ya había conocido en la recepción del año pasado, y que se llama Cayden.
Otra de las anécdotas de la noche llegó con tono deportivo, pues acudió el equipo de Palma Futsal, campeón de la UEFA Champions League de Fútbol Sala, y ofreció su trofeo a los soberanos. Estos posaron con él encantados, pero a la hora de sostenerlo era demasiado pesado y optaron por colocarlo en el suelo.
Un cátering con Estrella Michelin
Entre los invitados se vio a la diseñadora de joyas Isabel Guarch (la marca de la que precisamente eran los pendientes de Letizia), el diseñador Pablo Erroz (del que la Reina estrenó una falda de 'tela de lenguas' el año pasado), al igual que de Charo Ruiz, referente de la moda 'ad lib' de la que Letizia también lució un vestido naranja en esta misma recepción en 2022. Otros asistentes fueron la actriz Llum Barrera; el director del festival Atlàntida, Jaume Ripoll, que la Reina ha clausurado en las últimas ediciones; y la escritora Carme Riera, además de galeristas de arte, restauradores y directores de museos, entre otros.
Durante la recepción se sirvió un cóctel de altura, a cargo de los chefs hermanos Daniel y Macarena de Castro, con Estrella Michelin y que en su día se ocuparon de la boda de Rafa Nadal. Un broche inmejorable para una noche en la que Mallorca volvió a brillar de la mano de los Reyes.