La Infanta Elena nació tal día como hoy, 20 de diciembre, pero de 1963, en la clínica de Nuestra Señora de Loreto de Madrid, siendo la primera hija del entonces príncipe Juan Carlos y de su esposa, Sofía de Grecia. También era la primera Borbón que venía al mundo en un hospital y no en palacio. Su llegada colmó de alegría al joven matrimonio, que aún vivía bajo la incertidumbre de si algún día llegaría a reinar. Como todos sabemos, así sería en 1975. Para entonces, Elena ya tenía dos hermanos más (Cristina y Felipe) y su indudable carisma hacían de ella 'la niña de los ojos' de su padre. Así ha seguido siendo...
Esta especial conexión con el padre se ha demostrado crucial con el tiempo. Desde que que se retiró el Rey emérito en Abu Dabi, hace más de dos años, ella es de las que más viajan hasta allí para visitarle. Y de hecho fue ella la sola familiar que le acompañó durante su único regreso hasta la fecha, el pasado mayo, a Sanxenxo.
Esta es solo una muestra de su carácter tremendamente familiar: durante este año también ha sido el mejor apoyo para su hermana Cristina tras su separación de Iñaki Urdangarin.
Como es natural, esto se extiende a sus dos hijos, Froilán y Victoria Federica, a los que defiende a capa y espada, pese a los disgustillos que le dan de vez en cuando. Ella por su familia también 'mata'.
Durante muchos años fue la más popular de los hijos de los Reyes Juan Carlos y Sofía. Su aire campechano, abierto y cercano (tan parecido al del emérito) le granjearon todas las simpatías del público. Su boda por todo lo alto con Jaime de Marichalar, en 1995, en su adorada Sevilla, solo vino a confirmar ese idilio. Y el nacimiento posterior de sus dos hijos, la culminación.
La Infanta Elena vivió en aquella época su máximo esplendor, con el añadido de que se alzó como icono de estilo gracias a la mano maestra y el consejo de su esposo, muy entendido en estas cuestiones. Sus glamourosas apariciones en distintas bodas reales con looks de Dior y Christian Lacroix causaron furor, y cuando acudió al enlace de Victoria de Suecia con un vestido con torera de inspiración goyesca obra de Lorenzo Caprile, se coronó como reina absoluta del 'españoleo'.
En 2007 se separó de Jaime de Marichalar, con aquella famosa fórmula de "cese temporal de la convivencia". Desde entonces no se le han conocido otras parejas oficiales. Este es su gran misterio. Poco a poco, la Infanta fue pasando a un segundo plano y a disfrutar de una vida lo más discreta posible.
Eso sí, sin faltar a lo que más le gusta. Los toros, la Feria de Abril, el flamenco, la buena gastronomía... Todas ellas aficiones que comparte con su padre y sus hijos. Una vez que su hermano asumió el mando del Trono en 2014, su papel oficial se ha reducido a lo mínimo, pero sigue vivo. De hecho, hace unas semanas la veíamos en la entrega de unos premios de pintura.
Por lo demás, la Infanta Elena se gana la vida como directora de proyectos de la Fundación Mapfre. Sus hijos ya han pasado la veintena y se están independizando. Su hija Victoria incluso le ha 'robado' el foco convirtiéndose en una 'influencer'. A pesar de que no le haya gustado que deje sus estudios universitarios, ella más que nadie es consciente de que sus hijos deben forjar su propia vida. Elena se licenció en Magisterio (siendo la primera 'royal' española con una carrera universitaria) y llegó a dar clases de inglés en el Colegio Santa María del Camino de Madrid.
La Infanta disfruta ahora de una nueva vida de plenitud y madurez, pese a las últimas revoluciones familiares. Vive en Madrid en una casa recién reformada, a la que al fin se mudó hace menos de un mes tras muchos meses de obras. En un momento se especuló con que podría estar realizando cambios para acoger con más comodidad a su padre, el Rey Juan Carlos, cuando regrese a España.
Además, sigue disfrutando de sus amistades, apoyando al mundo de los toros (nunca falta a los Premios Capote), las causas solidarias y dando rienda suelta a su pasión por la equitación, que la mantiene en forma y saca su lado más competitivo. Precisamente, en una reciente jornada en la hípica, la Infanta dio un pequeño paso en falso para su imagen pública. A las preguntas de una reportera que se dirigía a ella como "Elena", ella la corrigió firmemente: "No, Doña Elena". Ahí estaba la más Borbón de la familia (con permiso de su padre o de su querida tía la Infanta Pilar).
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