Fin de la segunda visita a España del Rey Juan Carlos desde que se retiró en Abu Dabi, hace casi tres años. Esta mañana, pasadas las diez, el monarca emérito ha llegado al aeropuerto de Vitoria rumbo a un destino desconocido.
Puesto que este viaje se enmarca dentro de su ámbito privado, no se ha informado de su plan de ruta. Puede que emprenda su regreso a Emiratos Árabes Unidos o ¿incluso que recale en algún otro punto de la geografía española o europea? Parece más probable la primera opción, dado que lleva más de una semana por el mundo (recordemos que antes de Sanxenxyo y Vitoria pasó dos días en Londres).
Lo cierto es que se ha vuelto a repetir la imagen de Don Juan Carlos subiendo por la escalerilla del jet privado que está a su disposición, dicen que por parte de la generosa familia real emiratí, sus excelentes anfitriones. Ese que lleva en la matrícula la curiosa nomenclatura de "RJC" y que ha venido utilizando durante todos estos días para mayor comodidad, pues así se evita los aeropuertos y los vuelos regulares junto al resto de pasajeros.
El Rey Juan Carlos, de 85 años y con notorios problemas de movilidad, ha entregado su bastón a su asistente personal y, a continuación, se ha agarrado a ambos lados de la barandilla de la escalerilla para subir escalón a escalón, a un ritmo bastante ágil, hasta ingresar en la aeronave.
De esta manera concluía esta nueva visita a España y, esta vez sí, en clave mucho más discreta que la primera. La Casa Real puede respirar aliviada. No ha habido baños de masas, ni posados ni declaraciones inoportunas. El soberano emérito ha cumplido. Después de la sobreexposición que vivió hace casi un año, Don Juan Carlos no ha vuelto a cometer los mismos errores. Avisado estaba.
Se ha limitado a moverse en coche, conducido por su íntimo amigo y anfitrión Pedro Campos, saludando a los medios pero sin bajar la ventanilla ni para decir "hola". No le hemos escuchado. Ha disfrutado de las regatas en Sanxenxo con su querido Bribón, aunque solo pudo navegar durante una jornada debido a las condiciones climáticas adversas. Mientras tanto, en la casa de Pedro Campos entraban cajas de fresco marisco para presidir una buena mesa, y ya sabemos lo que le gusta al emérito la rica gastronomía.
Tras cinco días en Sanxenxo (con triunfo del Bribón en la II Volvo Autesa Cup), el Rey Juan Carlos sorprendió haciendo escala en Vitoria. Allí ha pasado las dos últimas noches ingresado en una clínica. Dicen que se ha sometido a un intenso chequeo médico y hasta se baraja la posibilidad de que le hayan realizado un tratamiento a base de plasma y células madre, todo ello destinado a mejorar la movilidad de sus piernas y caderas. Incluso que le esperaba una rutinaria visita al dentista.
Así concluye una segunda visita que ha apaciguado las aguas y el malestar con la Casa Real. Eso sí, parece que en esta ocasión Don Juan Carlos no se ha visto con ningún miembro de su familia ni se ha convocado un encuentro con su hijo, el Rey Felipe, en el palacio de La Zarzuela, como sí hicieron el año pasado. El monarca emérito se va de España sin hacer mucho ruido ni provocar situaciones incómodas, tal y como todos deseaban. Puede volver cuando quiera, porque nada se lo impide. De hecho, ya se habla de la próxima visita, que podría ser en junio, de nuevo para participar en las regatas.