El Papa Francisco fallecía este lunes, 21 de abril, a la edad de 88 años en su residencia de la Casa Santa Marta del Vaticano. La Iglesia Católica llora la muerte del Santo Padre y el Rey Felipe mandaba un telegrama de condolencias en el que expresaba su pesar. Tanto el monarca como la Reina Letizia han modificado levemente su agenda oficial para acudir a la Nunciatura Apostólica para firmar en el libro de pésame.
Los Reyes de España han estado acompañados por Doña Sofía. A su llegada, lo cierto es que el Rey Felipe ha tenido un comentado gesto con su madre, que no ha pasado desapercibido y que la propia Reina Letizia se ha visto obligada a intervenir.
Gtres
Los Reyes Felipe y Letizia y Doña Sofía acudían junto a la Nunciatura Apostólica en Madrid para firmar en el libro de condolencias por el fallecimiento del Papa Francisco. Los Reyes llegaban en un coche y la emérita en otro, tal y como dicta el protocolo. Nada más bajarse del suyo, la Reina Letizia ha estado muy pendiente de su suegra. Algo muy habitual en sus últimas apariciones conjuntas. De hecho, le ofrecía su brazo para que se apoyara en ella si lo necesitaba.
En el momento en el que han sido recibidos por el nuncio apostólico, se ha producido una comentada situación que no ha pasado desapercibida. La Reina emérita se acercaba a los Reyes de manera sigilosa, tanto es así que su hijo no se percataba de su presencia. Sí lo hacía la Reina Letizia, quien la saludaba con dos besos. Un gesto muy espontáneo con el que dejaba claro cómo es su relación.
Mientras tanto, el Rey Felipe estaba centrado en su conversación con el arzobispo y no se daba cuenta de que su madre estaba justo a su lado esperando a que le saludara. No notaba su llegada y era la Reina Letizia quien le avisaba de una manera muy discreta. Eso sí, podíamos notar en la cara de la monarca cómo estaba viviendo el anecdótico momento.
En ese momento, el monarca se giraba para saludar a la Reina emérita y le daba dos besos. Se ha tratado de un pequeño malentendido que le ha dado un toque más humano al acto en sí. De hecho, en medio del luto por el fallecimiento del Papa Francisco, esto ha dejado en evidencia la naturalidad de la Familia Real española.
Tras este comentado episodio, los Reyes y Doña Sofía accedían al interior de la Nunciatura y firmaban el libro de condolencias por el fallecimiento del pontífice. "Nuestro recuerdo más sentido a la figura y personalidad de su santidad, el Papa Francisco, que trasciende la dimensión eclesiástica; y nuestra total admiración y respeto por su total entrega a la tarea evangélica hasta el último aliento de su vida", escribía el padre de la Princesa Leonor y la Infanta Sofía.
Casa de S.M. el Rey
Será este sábado, 26 de abril, cuando los Reyes Felipe y Letizia encabecen la delegación española en el funeral del Santo Padre. Se ha conocido además que será María Jesús Montero quien acompañe a los monarcas en representación del Gobierno. Por el momento, se desconoce si también acudirán los Reyes eméritos, Don Juan Carlos y Doña Sofía.
En estos mismos momentos, el Vaticano está completamente blindado ante la máxima expectación que está generando la muerte del padre de la Iglesia Católica. Se espera que acudan varios mandatarios, así como diferentes representaciones de las Casas Reales europeas. Se ha confirmado que será el Príncipe Guillermo quien acuda en nombre de su padre, el Rey Carlos III.
El último deseo del Papa Francisco
Adiós Francisco: los emotivos mensajes de las casas reales, celebridades y líderes políticos para despedir al "Papa sencillo".
Gtres
Antes de morir, el Papa Francisco dejó escrito un testamento en el que expresaba su deseo de ser enterrado en el nicho de la nave lateral entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza de la Basílica Papal de Santa María la Mayor. No quería opulencias y quería estar "en la tierra". Insistió en que no quería decoración y que tan solo pusiera "Franciscus" en la inscripción de la lápida. El Papa Francisco deseaba que su último viaje terrenal estuviera en este antiguo santuario mariano, pues era aquí donde siempre se detenía a rezar.
"Que el Señor conceda una justa recompensa a cuantos me han amado y siguen rezando por mí. El sufrimiento que ha marcado la parte final de mi vida, lo ofrezco al Señor, por la paz en el mundo y por la fraternidad entre los pueblos", termina escribiendo en su testamento.