Emoción, mucha emoción, casi lágrimas... No es una estampa habitual, pero así hemos visto al Rey Felipe hoy cuando sus hijas, Leonor y Sofía, se han levantado de la mesa en la que se disponían a celebrar el almuerzo con motivo del X aniversario de la Proclamación de los Reyes Felipe y Letizia. Las chicas estaba muy nerviosas y han leído sus palabras directamente del móvil (apoyado en la cartera de mano de la Princesa). "Mamá, papá...", ha empezado la Princesa Leonor. Y ahí el monarca se ha roto. Los ojos brillantes no engañan...
Este ha sido, sin duda, el 'highlight' de la jornada. Momento álgido con muchos momentos para recordar. Porque es precioso disfrutar de un solemne relevo de la Guardia Real en la Plaza de la Armería y, posteriormente, de una entrega de condecoraciones a ciudadanos ejemplares, pero donde se ponga un toque personal... Ahí nuestro corazoncito rinde las armas.
Os contamos la fiesta del X aniversario de los Reyes, desde dentro
Hoy SEMANA no podía faltar a los eventos del X aniversario y ha compartido con Sus Majestades este momento tan especial. ¡Histórico! Nos hemos arreglado y hemos tirado para el Palacio Real. Ambientillo alegre en los alrededores, balcones engalanados, curiosos tras las vallas, turistas preguntando qué pasaba, policías y perros listísimos oliendo las papeleras...
Los chicos de la prensa nos citamos siempre en la Puerta de Santiago, con bastante tiempo de antelación. Tras pasar el control, accedemos al Patio de la Armería. Bajo los arcos nos esperaba una mesa con sombreritos con una cinta con la bandera de España y también banderines con los colores nacionales, cómo no. Venimos a trabajar, pero también a festejar. Así que arramplamos con todo; queremos ambientarnos.
Y así de mimetizados los de seguridad nos guían hasta nuestra posición. Atravesamos los pasillos 'secretos' del palacio, esos que no ven los visitantes. Subimos y bajamos escaleras, vemos algunas oficinas (más bien feas, anticuadas) hasta que la recua de periodistas y gráficos llegamos, al fin, a la Terraza San Gil.
Pisamos el suelo metálico y nos avisan de que no nos concentremos demasiados o podríamos hundirnos. Abrimos los ojos. Pero no por miedo (no nos creemos nada), sino para admirar la panorámica privilegiada sobre la Plaza de la Armería. Que igual todo se vería mejor por la tele, pero, chica, lo suyo es oler y sentir la emoción del directo.
Mientras esperamos a los Reyes y sus hijas, el capitán de la Guardia Real Juan Gallego repasa a mi lado el texto que va a leer como "relator" del cambio de Guardia. Me dice que no está nervioso, que lo ha hecho más veces. Las tropas están formadas abajo y la estampa es magnífica. Reina un gran silencio.
Los alrededor de 1.000 ciudadanos que han podido pillar sitio en el graderío lateral están sentados pacientemente bajo el sol (eso sí, con sus sombreritos oficiales). Solo se escuchan los relinchos aislados y el traqueteo de los cascos de los caballos sobre la piedra...
Al fin aparecen en la plaza dos coches de época Rolls Royce cubiertos (amenazaba cierta lluvia en Madrid). Los Reyes ocupan el primero y les siguen la Princesa y la Infanta. En ese instante lanzan una salva de cañonazos que nos dejan casi sordos. Retumba la plaza y queda en el aire un olor a pólvora que ni Waterloo.
Los 'royals' entran directos al palacio sin bajarse del coche y los vemos ya unos minutos después, sobre las 11:30 de la mañana, saliendo al balcón engalanado que da al Salón del Trono. Es la primera vez que lo utilizan para un acto oficial.
La Reina Letizia, en taburete
Avistamos rápidamente a Leonor, de rojo intenso Verino, y colocada a la derecha de su padre, como siempre. La Reina Letizia, de azul satinado, forma pareja con la Infanta Sofía. La soberana dispone de un taburete para aliviarse a ratitos de su lesión en el pie derecho. Se sienta y se levanta según la ocasión. Hay miraditas, confidencias... Gestos relajados en una familia que se aprecia muy real y no impostada.
Sobrevuelan sobre nuestras cabezas los seis aviones de la Patrulla Águila, dejando una espectacular estela roja y amarilla que se mezcla con las nubes gordas que hoy adornan el cielo madrileño. Esos cielos velazqueños... Unos minutos más tarde realizarán una segunda pasada, pero soltando solo humo blanco.
La ceremonia del relevo termina al cabo de media hora. Una persona de las gradas grita: "¡Viva el Rey! ¡Viva España!". Y todo el mundo estalla en aplausos. Los Reyes y sus hijas saludan todos a la vez agitando sus manos.
Nosotros nos movemos. O nos mueven. Deshacemos el camino, oficinas, escaleras... Ahora sí pisamos la majestuosa escalinata principal del Palacio Real, adornada con mulliditas alfombras de Patrimonio Nacional que son gloria bendita para los tacones. Nos conducen al Salón de Columnas, nuestra siguiente parada. Es el lugar donde se entregan las condecoraciones de la Orden del Mérito Civil.
Como nos tenemos que colocar en nuestros sitios (lógicamente todo está muy medido según el protocolo), en el entreacto nos avisan de la salida especial que la Familia Real hace al balcón de la Plaza de Oriente. Como se suele decir, la plaza estaba abarrotada y quisieron darles las gracias por venir.
Todos estos gestos empiezan a darnos el 'vibe' general de la jornada. Los Reyes han planteado un día para celebrar y acercarse más a un pueblo que, a menudo, los percibe algo lejanos. Pero no hacen falta más que estas pequeñas acciones para derribar las barreras. El hecho de que Leonor y Sofía ya sean dos adolescentes también está influyendo en cambiar las cosas.
Se produce un ligero murmullo cuando entra en el Salón de Columnas el presidente Pedro Sánchez y su esposa, Begoña Gómez. Esta va de gris perla y luce una coleta que a Letizia le hubiera encantado hace un tiempo, de tipo 'bubble', o burbuja.
Les siguen el expresidente Mariano Rajoy y otros representantes de los Poderes de Estado de esta última década. Hay silla también para el ex Jefe de la Casa de Su Majestad el Rey, Jaime Alfonsín. La nueva secretaria de la Reina, María Dolores Ocaña, luce melena al viento y viste de rosa.
La ausencia de la Reina Sofía en el X aniversario de la Proclamación
Nos preguntamos por la Reina Sofía. La madre del Rey Felipe, soberana emérita y miembro activo de la Casa Real (sin ir más lejos, esta misma semana cumple con tres compromisos de la agenda oficial) no está invitada a estos fastos.
Desde Casa Real nos aclaran que tampoco estuvo en el 5º aniversario, en 2019. No pertenece al "núcleo duro" de la Familia Real, sino que es Familia del Rey. El protocolo de este acto no tiene por qué incluirla...
Sí, bwana... Sin ánimo de ofender a nadie con esta referencia, pero me viene al pelo para la siguiente sorpresa. Y es que el maestro de ceremonias de las condecoraciones es Emilio Buale, español de origen guineano, que se hizo conocido como actor por la película del mismo título dirigida por Imanol Uribe, en 1996. Hasta nominación a los Goya tuvo.
Hoy ejerce como bombero, pero se notan sus tablas. Lee con soltura y drama contenido los perfiles de los 19 galardonados, gente sencilla y normal que hace mucho bien a su alrededor y que han venido procedentes de todas las Comunidades Autónomas, más Ceuta y Melilla. Todo un ejercicio integrador que define muy bien el espíritu del reinado de Felipe VI.
Entre el público localizamos una fila 'sospechosamente joven'. Efectivamente, se trata de algunos de los jovencitos que por la tarde iban a compartir la visita a la Galería de las Colecciones Reales con Leonor y Sofía. Algunos llevan pantalones cortos, nos dicen de Casa Real. Simbólicos, entendemos.
Después del acto de imposición, el Rey pronuncia un discurso en el que nos llama la atención cuando habla del "coste personal" que supone su tarea. Reconoce a Doña Letizia por su trabajo a favor de los más vulnerables y valora "el creciente apoyo de nuestras hijas". También da luz verde al nuevo lema que le inspira: "Servicio, compromiso y deber".
El posado de familia con los premiados se hace en la sala contigua, la que está presidida por el cuadro hiperrealista de Antonio López con el retrato de la anterior Familia Real, presidida por Don Juan Carlos y Doña Sofía. Ayer y hoy. Un curioso espejo en el que mirarse.
Nos fijamos de cerca en las sandalias ultraplanas doradas de la Reina Letizia. Todavía cojea un poco. Y lo que le queda. Es llamativo que haya elegido ese tipo de calzado, que dejaba al descubierto casi todo el pie y, por ende, ese dedito central que se fracturó. En algún momento levanta el pie derecho como para descargarlo un poco del peso.
Tras las fotos de rigor, los Reyes y sus hijas hacen pequeños corrillos con sus invitados. Leonor abraza a su madre por detrás, en un gesto protector parecido al que vimos cuando la Princesa juró la Constitución. Intuimos en la heredera un consciente sentido de la escena.
El almuerzo de las sorpresas y las emociones
De ahí pasamos al almuerzo. Ellos, al Comedor de Gala. Nosotros, la prensa, a la llamada salita de Pinturas, donde podemos ir avanzando tareas. La comida ya la hemos visto y olido.
En los pasillos aledaños a las cocinas del Palacio Real todo se mueve a un ritmo vertiginoso y han dispuesto mesas tras biombos carmesí para ir emplatando. Decenas de sopas de remolacha esperan su turno, mientras una camarera se afana en colocar tomatitos y trocitos de bogavante... La chef vallisoletana María José San Román Pérez debuta en palacio con un menú de rica tradición mediterránea.
En nuestra salita nos han dejado jarras de agua y unas pocas bandejas con sandwiches, que parece vigilar el Rey Alfonso XIII a caballo desde el cuadro de la pared. En un momento incluso pasan por ahí unos cuantos militares del ejército de Tierra con sus maletitas, en silencio. Un momento muy berlanguiano.
La etiqueta es de "mesa imperial": una sola mesa alargada con capacidad para unos 120 comensales. El Rey Felipe inicia el brindis y aclara que la disposición es diferente, con los Reyes en el centro, uno en frente del otro, pero con sus hijas situadas una en cada extremo. La idea es "mezclarse para conocernos mejor", señala el monarca. Otra novedad.
En el afán por pillar algún sabroso triangulito que llevarnos a la boca, observamos algo extraño en la tele gigante que nos han puesto para seguir el banquete. No, nosotros no degustamos ese delicioso menú.
Las cámaras enfocan a la Infanta Sofía levantándose, y también a Leonor... ¿Qué está pasando?, nos miramos unos a otros. Ambas se unen frente a un micrófono para darle la sorpresa de su vida al Rey Felipe.
Ha habido un aviso previo con toque en la copa (dicen que de parte de la Reina). Las chicas titubean, se miran, cuchichean, sonríen... Y es cuando viene ese "mamá, papá... Perdón por colarnos, pero también teníamos algo que decir hoy".
Un mensaje a dos rematado con un "gracias" a sus padres, con el que nos han derretido el corazón, y mucho más a su padre. Por lo que se ve, él era el único sorprendido y la Reina Letizia podría haber actuado de cómplice para organizarlo.
Hace diez años veíamos a unos nuevos Reyes con sus dos pequeñas hijas, entonces de 8 y 7 años. Hoy Leonor y Sofía han dado un paso adelante y se asoman al balcón para mostrarse dispuestas y al servicio de todos los españoles.
Al Rey se le cae la baba con sus "niñas", y no nos extraña. Al borde de las lágrimas, les ha lanzado un beso al aire antes de que estas fueran a su encuentro en la mesa para plantarle un beso de verdad. Sin duda hay cambio de ciclo. Hasta abren cuenta de Instagram. Corren nuevos tiempos para la monarquía.