La vida ha seguido sin Mila Ximénez de Cisneros, pero nada ha sido igual desde aquel 23 de junio de 2021 en el que la carismática colaboradora de televisión nos dejó para siempre  a los 69 años, a causa de un cáncer de pulmón que le habían diagnosticado un año antes.

Al profundo dolor inicial siguió la asimilación y el aprender a vivir sin su arrolladora presencia, que no ha sido nada fácil, porque la marcha de Mila dejó un inmenso vacío entre los suyos. En todos, pero muy especialmente en su única hija, Alba Santana, a quien estaba muy unida.

Tres años con el recuerdo imborrable de Mila

Alba ha transitado estos años su duelo con la misma discreción que ha mantenido a lo largo de su vida. En Ámsterdam, junto a su marido y sus dos hijos, la hija de Mila mantiene vivo el recuerdo de su madre. No quiere saber nada de la vida pública que protagonizó su progenitora, pero se muestra muy agradecida con todos los medios por el respeto con el que han honrado la memoria de la colaboradora.

Mila Ximénez y Alba Santana

Mila Ximénez, con su única hija, Alba Santana.

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Para Alba Santana estos han sido sus años más difíciles. En solo seis meses se quedó huérfana (tras el fallecimiento de Mila, el 11 de diciembre de 2021 murió su padre, el mítico tenista Manolo Santana) y ha buscado en la tranquilidad de su propia familia el refugio para sanar heridas.

La discreción de su única hija, Alba Santana

En este tiempo no ha querido compartir sus sentimientos más allá de su círculo. Ha seguido su tónica de discreción, pero todavía resuenan las palabras que pronunció unos meses después de la muerte de su madre: "No la quería ver sufrir. Cuando se fue lo único bueno era que no la iba a ver sufrir más. Pero el día a día es lo duro. Lo que más me cuesta es que no la voy a volver a ver. Consultaba mucho con ella, le pedía su opinión... y el no tenerla, cuesta mucho. Voy a tener que encontrar maneras de sentirla conmigo. Sé que me estará cuidando, tanto ella como mi padre".


La unión entre madre e hija siempre fue inquebrantable, a pesar de que hubo periodos en los que por distintos avatares de la vida Mila no pudo estar en el día a día de su hija, y siendo una niña se fue a vivir con su padre y con la que era entonces la mujer de Santana, Otti Glanzielus. 

La mayor prueba de amor entre madre e hija

Eso nunca hizo mella en su relación, y la pasión y el orgullo que la periodista mostraba por su hija fue totalmente correspondido: "A los que dicen que mi madre me abandonó, yo les digo que ella me ofreció la mayor prueba de amor que puede ofrecer una madre: renunció a mí para que yo tuviera un futuro. Y lo hizo con todo su amor y rota de dolor", declaró Alba en una ocasión. 

Mila Ximénez con Manolo Santana y Alba

Mila Ximénez junto a su entonces marido, Manolo Santana, y su hija, Alba.

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Esos fueron los años más duros de la colaboradora de televisión. Se había casado con Manolo Santana en 1983 y un año después nació su hija. El matrimonio terminó divorciándose en 1986 y comenzó para ella una de las etapas más oscuras de su vida, con graves problemas económicos.

Mila Ximénez en su papel de madre y abuela

Sin embargo, Mila pudo disfrutar en sus últimos años de una plácida vida familiar, ejerciendo el papel de madre, y especialmente el de abuela, que era lo que realmente le hacía feliz. 

Muchas fueron las ocasiones en las que la colaboradora expresó su deseo de conseguir la suficiente solvencia económica para dejar de trabajar en televisión e instalarse largas temporadas en Ámsterdam con ellos. Un deseo que no pudo cumplir. 

Mkila Ximénez, su hija, Alba Santana, y dos de sus hermanos.

Mila con su hija y dos de sus hermanos.

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Pero no solo Alba y los familiares más directos de Mila Ximénez (especialmente sus tres hermanos) lloran su ausencia. También su ‘otra familia’, como ella misma la sentía, sigue muy afectada por su ausencia. El día que falleció comenzó a morir poco a poco Sálvame, el programa de las tardes de Telecinco donde encontró a su familia televisiva, y que echó el cierre para siempre el 23 de junio de 2023. Curiosamente la misma fecha en la que dos años antes había fallecido Mila.

El anuncio más duro de su vida

Fue en ese plató donde ella misma anunció el 16 de junio de 2020 que le habían detectado un cáncer de pulmón y que lucharía hasta el final. Siguió trabajando mientras pudo, con semanas de ausencia debido al tratamiento y al avance de la enfermedad. Su último día ante los espectadores del programa fue el 10 de marzo de 2021, tres meses y medio antes de fallecer.

Con Mila Ximénez también se fue ese espíritu de camaradería que fue la seña de identidad del programa. Al igual que la personalidad explosiva de la propia Mila,y como sucede en las ‘mejores familias’, las discusiones más virulentas con gritos y llantos se compartían con reconciliaciones apasionadas.

Mila Ximénez

Mila, a la vuelta de su participación en Supervivientes, en 2016.

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Mila fue uno de los grandes pilares del programa. Su personalidad arrolladora, su vitalidad, sus temidos arranques de furia que siempre terminaban con una sonrisa, fueron durante muchos años el sostén y el alma del espacio de Mediaset.

Su familia televisiva, en las buenas y en las malas

Con sus riñas y reconciliaciones, los componentes del programa fueron también su gente. Y su apoyo en los momentos más duros durante la enfermedad. Cuando su hija Alba no podía viajar desde Holanda eran ellos quienes se turnaban para acompañarla a las sesiones de quimioterapia, la visitaban en casa o tenían charlas telefónicas durante horas.

Belén Esteban, María Patiño, Terelu Campos, Kiko Hernández, Belén Rodríguez (en aquel momento también integrante de la troupe de Sálvame)... pero muy especialmente Jorge Javier Vázquez.

Belén Esteban, Mila Ximénez y María Patiño

Belén Esteban, Mila Ximénez y María Patiño.

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El presentador, muy poco dado a socializar con sus compañeros de trabajo, hizo una excepción con Mila Ximénez. Con ella compartió viajes, días de vacaciones, comidas, cenas, y muchas horas de conversaciones en las que compartían todos los aspectos de su vida. Incluidos los ‘consejos’ sobre hombres que tanto inquietan al presentador de Supervivientes.

El dolor de su compañero y amigo Jorge Javier Vázquez

Tres años después todavía sigue muy presente en su vida. Jorge ha pasado por momentos muy duros, que incluso le obligaron a dejar la televisión por un tiempo, y no pudo contar con el aliento de Mila como había sucedido en otros trances.

Mila Ximénez y Jorge Javier Vázquez

Mila Ximénez y Jorge Javier Vázquez.

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Hace tan solo unas semanas confesaba en el plató del programa ¡De viernes!de Telecinco sobre su compañera, pero sobre todo, confidente e íntima amiga: "A mí cuando Mila se muere se me partió la vida. Con su muerte me hice mayor de golpe porque hasta entonces la vida con ella era diversión, juego, era una fiesta, era como sentirte joven continuamente. Tenía un espíritu que la hacía estar dispuesta a hacer de todo, cualquier plan le parecía estupendo, era una mujer muy vital.  A mí cuando muere ¡pum!, me hice mayor de golpe. Creo que después de estos años estoy empezando a recuperarme de lo que supuso para mí su marcha".

Belén Esteban y el recuerdo de Mila

También Belén Esteban ha hablado de la luz que Mila era para sus vidas:  "Yo la recuerdo y la quiero recordar siempre con una sonrisa y con la gloria que tenía. Y sobre todo amiga de sus amigos. Para mí eso es lo más importante".

Ahora muchos de ellos intentan volver a revivir esa magia televisiva que compartieron en el espacio "Ni que fuéramos shhh", pero ya nada es lo mismo.

Han pasado tres años desde su muerte y el mundo televisivo de Mila Ximénez ha desaparecido, pero nadie puede borrar los años que la convirtieron en un personaje inigualable de la pequeña pantalla.

Mila Ximénez

Mila Ximénez disfrutó al final de su vida de los mejores años.

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Mila fue un personaje con mayúsculas. Fue una de las protagonistas de la época dorada del Marbella de los años 80, compartiendo sus noches de fiesta sin fin con personajes como Lolita o Carmen Ordóñez; luego pasó una época muy dura con una precaria situación económica, alejada de los medios y de la vida social; para finalmente recuperarse y disfrutar de los que fueron los mejores, y también los más tranquilos, años de su vida.