"Si no puedes ser la más guapa sé entonces la más divertida". Este consejo del actor Alfonso del Real marcó la carrera de Lina Morgan, la actriz cómica por excelencia de nuestro país y también una gran empresaria adelantada a su tiempo.
Ahora, Lina,un documental de tres capítulos de Movistar Plus+ que se estrena el 17 de junio, vuelve a poner de actualidad a este gran personaje, indiscutible icono popular, desmenuzando una vida tan conocida en el terreno profesional como enigmática en el plano personal.
Mientras millones de españoles reían con la particular vis cómica de la actriz, nadie conocía realmente de puertas para adentro a la verdadera Lina. Una vida privada que mantuvo cerraba bajo mil candados, siempre hermética sobre sus sentimientos, relaciones amorosas, familiares y enfermedades hasta el final de sus días.
Jesús García Orts autor de la biografía Lina Morgan. De Angelines a Excelentísima Señora, que también participa en el documental, tiene claro cuál fue el motivo de ese hermetismo sobre su vida, que dio pie a muchas especulaciones, que ella nunca quiso aclarar: "Hay misterio sobre la figura de Lina Morgan porque no le gustaba airear sus cosas, pero no porque ella escondiera nada, lo que sucede es que era una mujer tremendamente tímida. Sabía el límite que quería pasar y cuál no".
Infancia humilde de Lina Morgan
Nació como María de los Ángeles López Segovia el mismo año que estalló la Guerra Civil, en una familia humilde junto a cuatro hermanos.
La pobreza marcó su infancia y no la olvidaría el resto de su vida. Ni siquiera cuando, ya convertida en una gran estrella, pudo comprar espectaculares joyas (tenía las mejores de España junto a Sara Montiel y su hermano también le regalaba la mejor que encontraba en las joyerías de Madrid en cada estreno) y coleccionar abrigos de pieles (fue la primera en tener uno de lince) porque afirmaba: "Las pieles son lo que mas me gusta, debe ser porque yo he pasado mucho frío".
Junto a su hermano José Luis, el hombre que marcó su vida y su carrera, recogía cartones y botellas para poder comprar la entrada del cine y ver las películas de su adorado Charlot. Ahí comenzó a sentir el gusanillo por el mundo del espectáculo, aunque en su familia no había ningún antecedente.
Cuando pronunció en su casa la frase "quiero ser artista", su madre, una abnegada ama de casa, no se tomó nada bien las intenciones de su niña, mientras que su padre, ayudante de sastre, apoyó sus aspiraciones desde el primer momento.
Sus comienzos en el mundo del espectáculo
Con 11 años se apuntó a clases de danza española y a los 13 ingresó en una compañía musical infantil llamada Los Chavalillos de España, con la que recorrió el país durmiendo en pensiones baratas.
Tres años después sería su debut en el género de la revista musical, rodeada de las vedettes de esculturales cuerpos y piernas interminables, envueltas en plumas y lentejuelas. Ella no tenía esas armas, pero contaba con otras mucho más potentes con las que cimentar su carrera: "Yo hacía muecas para que se me viera. Tenía que luchar con mis armas porque en aquella época había unas vicetiples muy hermosas, altas...", aseguraba Lina sobre aquella época.
Y con su exagerada gestualidad y vis cómic fue como pasó de la última fila del escenario a protagonista y a convertirse en la primera vedette cómica de España en la compañía de Matías Colsada, el empresario más potente del género de la revista en aquellos años.
También entonces nació el nombre artístico que la acompañaría toda su carrera. Ella y su hermano redujeron el Angelines a Lina y tomaron de apellido Morgan, del pirata Henry Morgan, muy célebre en aquel momento por los folletines.
Lina Morgan: la gran actriz cómica y la mejor pagada
Durante ocho años formó el dúo cómico con Juanito Navarro y después con Zori y Santos, convirtiéndose en la primera figura del espectáculo de nuestro país, y rodando comedias sin parar, entre ellas, La tonta del bote, de 1970, un éxito estratosférico. Fue la actriz mejor pagada del cines español de esa época, junto a Alfredo Landa.
Dueña de un teatro: el gran sueño de su vida
A finales de los 70 fundó su propia compañía y en 1978 pudo cumplir el gran sueño de su vida: comprar a su antiguo jefe Matías Colsada el teatro La Latina, situado en pleno centro de Madrid, a pocos metros de la calle Don Pedro, donde había nacido.
Para pagarlo, lo que consiguió en solo cinco años, llegó a hacer 14 funciones semanales, incluida la del día de la muerte de su padre, en 1981 (que coincidió con el estreno de la obra Vaya par de gemelas: "La gente no tiene la culpa de que papá se haya muerto", le dijo a su hermano cuando él le comentó que era mejor suspenderla.
Con la compra de su propio teatro nació la Lina empresaria, un hito que también hizo de ella una mujer adelantada a su tiempo. Vaya par de gemelas (1981-83), Sí al amor (1985-87), El último tranvía (1987-1991) o Celeste... no es un color (1991-1993) son algunos de los títulos por los que la gente peregrinaba para ir al teatro, se realizaban reventas de entradas y el país se paralizaba siempre que aparecía en la pequeña pantalla.
Paralelo a su éxito profesional, su vida sentimental siempre fue impenetrable. Nunca se casó, ni tuvo hijos, apenas se le conocieron relaciones, pero sí vivió pasiones que no trascendieron públicamente.
La vida sentimental de Lina Morgan
Solo se le conoció un romance con el actor Manuel Zarzo cuando era adolescente y un breve affaire con el también actor José Sacristán. Sin embargo, sus grandes amores fueron dos hombres casados: el empresario taurino José Antonio Martínez Uranga, de quien se dice que siempre llevó una fotografía encima hasta el final de su días, y el productor cinematográfico Julián Esteban.
El resto de su vida amorosa fueron especulaciones, incluida una posible bixesualidad. Unos rumores que se han mantenido hasta el día de hoy y a los que ella nunca quiso dar pábulo en vida.
El golpe más duro de su vida
El hermetismo no fue solo una regla en su vida amorosa. También lo llevó a todos los aspectos íntimos, como la muerte de su hermano José Luis de sida en 1995, que tardó mes y medio en comunicar.
Fue el golpe más duro de su vida y el principio de su propio fin. Por él aceptó rodar entre 1996 y 1998 la serie Hostal Royal Manzanares, ya que fue el último contrato que le firmó (recibió 192.320 euros por episodio).
Durante el rodaje le detectaron un cáncer de laringe, pero siguió trabajando sin decírselo a nadie a pesar de las sesiones de quimioterapia, radioterapia y una traqueotomía. De lunes a jueves rodaba, de jueves a sábado pernoctaba en la clínica Ruber y el domingo descansaba en casa.
En 2012 murió su hermana Julia, a quien también estaba muy unida y con quien compartía su vida, y en 2013 ella cayó gravemente enferma de neumonía. A partir de ese momento nunca más se la vio, ni tampoco permitió las visitas de sus amigos. El 19 de agosto de 2015 1murió en la intimidad que con tanto celo había guardado toda su vida.
La multimillonaria y polémica herencia de la actriz
Fue despedida por su público en su querido teatro La Latina que había vendido en 2010 por 7 millones de euros, aunque sus nuevos propietarios le habían dejado un palco de por vida.
A pesar de ser una mujer muy familiar, al final rompió con todos. Con sus dos hermanos mayores, que fallecieron en 1980 y 1983, había tenido menos relación, mientras que los otros dos, José Luis y Julia que como ella tampoco tuvieron hijos, estuvieron con ella hasta que fallecieron .
Con el mayor dejó de hablarse cuando fallecieron sus padres. Lo mismo pasó con su sobria: "Su hermano mayor llevaba muy mala vida y ella cortó la relación cuando murieron sus padres. A su sobrina, hija de su hermano mayor, también la ayudaba pero heredó del padre la mala vida. Lina quiso adoptar a sus hijas pero ella no quiso y desapareció muchos años. Cuando volvió ni Lina, ni sus hermanos José Luis y Julia quisieron saber nada"., asegura su biógrafo Jesús García Orts.
La fortuna que había amasado durante toda una vida de éxitos y trabajo, estimada en diez millones de euros, fue para Daniel Pontes, su secretario y confidente durante más de 30 años. Él fue su heredero universal.