Desde hace tres semanas, el encarnizado conflicto entre Isabel Pantoja y Kiko Rivera está haciendo correr ríos de tinta en el siempre ajetreado mundo del corazón. Que el hijo de la cantante se haya puesto en pie de guerra contra la mujer que le dio la vida era algo que nadie esperaba. Quién podía imaginar que el adorado hijo de la cantante, que bebía los vientos por ella, iba a atacarla con tanta dureza a raíz de sus diferencias por Cantora. La finca que Kiko heredó de su padre, y de la que es copropietario en un 47,60%, ha sido el punto de fricción que ha hecho estallar todo por los aires.

Para poder saldar su economía (Hacienda le reclama 46.000 euros, según ha publicado en exclusiva SEMANA), Kiko le propuso a su madre poner a la venta Cantora. Deshacerse de esta inmensa propiedad de 500 hectáreas supondría una inyección de liquidez que beneficiaría de manera considerable tanto a las arcas de la madre como a las del hijo. Pero la tonadillera se niega a colgar el cartel de 'se vende'. Ha sido su hogar durante casi 40 décadas y piensa seguir allí hasta que muera.

El caso de Rocío Carrasco y Rocío Flores

Las diferencias entre ellos han sido tan grandes que ya no hay marcha atrás. El músico ha abierto la caja de los truenos y ha soltado por la boca todo tipo de improperios sobre la artista. La ha acusado de ser una mala madre, de ser una mala abuela, la ha definido como una persona prepotente. En definitiva, la ha puesto de vuelta y media y con sus palabras ha desmontado la imagen de amor maternofilial idílico que se tenía sobre ellos.

Tristemente, el de Kiko Rivera e Isabel Pantoja no es el único caso de un hijo que se subleva contra su propia madre. Cabe recordar un caso aún en el candelero, y que también ha dado mucho que hablar. Hablamos de Rocío Carrasco, distanciada de sus hijos, David y Rocío Flores. La hija de Rocío Jurado lleva casi siete años sin dirigirle la palabra a sus vástagos.

Todo sobre mi madre: los famosos que se han enfrentado a sus progenitoras
Telecinco / GTRES

El motivo del distanciamiento entre la hija de 'la más grande' nada tiene que ver con herencias o asuntos económicos. Se trata más bien de un conflicto emocional. La joven nunca ha hecho referencia pública a este asunto, pero el origen del fin de su relación tuvo lugar en julio de 2012, en la casa en la que ambas vivían en Valdelagua (San Agustín de Guadalix, Madrid) junto a Fidel Albiac. Madre e hija tuvieron una fuerte discusión que supuestamente llegó a las manos. Tan violento fue el encuentro que la cosa acabó en los tribunales. Rocío Flores interpuso una denuncia por la vía penal contra su madre por “malos tratos”.

La hija de Antonio David Flores y su inexistente relación con su madre

Rocío Carrasco salió absuelta en el juicio, pero su hija no quedó indemne. La sentencia del Juzgado de Menores n.º 4 de Madrid 44/2013 la acusaba de varios delitos y faltas: “Declaro a la menor Rocío Flores Carrasco autora responsable de un delito de maltrato habitual, de un delito de maltrato, de una falta continuada de amenazas y de una falta continuada de injurias”. El juez resolvía que Carrasco había recibido “golpes y patadas”, mientras que en Rocío Flores no observó lesión alguna”. Tras aquello se ordenó temporalmente la separación física entre ellas tras la agresión doméstica.

Después de aquel episodio la batalla judicial entre Carrasco y Flores se recrudeció aún más. Pero para no hacer el cuento más largo recordaremos las consecuencias directas del enfrentamiento: Rocío Flores se fue a vivir con su padre y dio carpetazo a su relación con su madre. Ésta, dolida, no le ha vuelto a hablar desde entonces. Y la herida sigue sin curarse. A su paso por 'Supervivientes 2020', Rocío Flores suplicó en reiteradas ocasiones que su madre se pusiera en contacto con ella, pero esa llamada que tanto ansiaba desde las costas de Honduras nunca se produjo. Y hasta hoy.