Tamara Falcó está “muy triste”, tal y como ella misma ha querido reconocer al ser preguntada por cómo está viviendo el duelo tras la pérdida de su abuela, Beatriz Arrastia y Reinares, a los 98 años de edad. Están siendo días difíciles para la hija de Isabel Preysler, y no solo por tener que acostumbrarse al vacío que ha dejado su abuela, sino también por ver cómo sus seres queridos viven con dolor la pérdida y tratan de recomponer los pedazos de un corazón roto de dolor. La marquesa de Griñón se ha sincerado sobre sus sentimientos en estos difíciles momentos, aunque comprende que se trate de “ley de vida”, lo que no resta dolor a su situación, pero sí le alivia un poco el saber que ha estado al lado de su abuela hasta el último momento y ahora hace lo propio con su madre para ayudarle a superar el trance.
Pero hay una cuestión que está empañando, en parte, su duelo. Son muchos los que han señalado una sonada ausencia en el último adiós a la madre de Isabel Preysler. Aunque los hijos de la socialité no pudieron estar presentes en la despedida, la baja de Ana Boyer en un momento tan delicado ha llamado más aún la atención de los medios. Tamara y Ana son las que más unidas están a su madre y siempre se muestran como una piña ante la adversidad, comprendiéndose que sus otros hermanos, los que Isabel Preysler tuvo con Julio Iglesias, puedan ausentarse en un acto en el que la familia estrecha lazos para llorar juntos su desdicha.Pese a ello, Ana Boyer no ha tenido tanta suerte al contar con esta comprensión por su ausencia en el último adiós a su abuela, teniendo que ser Tamara Falcó la encargada de explicar qué ha impedido a su hermana pequeña estar donde se la esperaba. Una defensa de Tamara que puedes ver en el vídeo que abre esta noticia y en el que se muestra devastada, sin fuerzas, pero con firme deseo de salvar a su hermana de la polémica.
Tamara Falcó está tratando de recuperar su vida tras los últimos acontecimientos. La muerte de su abuela le sobrevino cuando regresaba a su casa de Madrid tras un retiro espiritual que le mantuvo alejada del mundo, incluso de su novio, Íñigo Onieva, que se marchó con sus amigos a Mykonos. A su vuelta, tan solo unos días de cierta tranquilidad de aguardaban y es que los rumores de una presunta deslealtad de su chico han vuelto a amargarle el verano. El temporal pasó y llegó la noticia de la muerte de su abuela, lo que ha supuesto un duro varapalo para toda su familia. Ahora se enfrenta al vacío, a la ausencia, mientras continúa estudiando en la escuela de cocina Le Cordon Bleu y trata de poner en orden su vida, ahora sin su abuela Beatriz.