Pese a su separación, Shakira y Gerard Piqué siguen teniendo mucho en común más allá de sus hijos. En concreto, siguen siendo los propietarios de una casa en Esplugues de Llobregat de la que todavía, pese a estar a la venta, no han conseguido deshacerse.
Se trata de una propiedad ubicada en la exclusiva urbanización Ciutat Diagional de Esplugues de Llobregat, una zona muy privada de la localidad. Es una construcción de 3.800 m2 que cuenta con tres pisos. Además, tiene dos plantas subterráneas en las que hay un garaje y una bodega. Cuenta con piscina, zona de juegos y de estudio, una biblioteca, un gimnasio, una cancha de fútbol y otra de pádel. Sin duda, todo un lujo, pero no al alcance de cualquiera.
La vivienda está a la venta, pero como no la han vendido todavía, siguen disfrutando de ella. Así lo ha apuntado Miquel Valls en 'Espejo Público', que asegura que la expareja sigue quedándose en la vivienda cada vez que se le presenta ocasión, tanto Shakira cuando viaja a España como Piqué y su nueva novia, Clara Chía. "Ambos siguen teniendo acceso a la casa, y Shakira alguna vez que ha venido se ha quedado allí", comienza explicando el colaborador del programa de Antena 3, que ha desvelado una curiosa y sorprendente "exigencia" que, al parecer, le haría Shakira a los empleados del hogar cada vez que se instala allí.
"Cada vez que Shakira se queda en esta casa, exige a su personal tirar todas las sábanas, cojines, mantelería y cubertería", señala, "quiere que cada vez que va, todo esto sea nuevo". El motivo parece que no sería otro que no tener ningún contacto con nada que haya podido tocar Clara Chía. Así lo apuntan los colaboradores del programa, que han tenido opiniones muy diversas al respecto.
Mientras Gema López aseguraba que "yo lo entiendo" porque si tiene tanto dinero, no le cuesta nada comprar sábanas nuevas, otras colaboradoras como Carmen Lomana apuntaban a que sería mejor que "se quede en un hotel".
Así es la famosa casa
La casa, un testigo mudo de los momentos más felices de su relación, fue diseñada en 2012 por la reconocida arquitecta catalana Mireia Admetller. Sus más de 3.000 metros cuadrados ofrecen, además de las habiaciones, todas ellas equipadas con cuartos de baño, dos salones para conferencias, un cine, un gimnasio e incluso un estudio de grabación.
También cuentan con jardín propio, el cual conecta con la piscina del domicilio de Piqué y Shakira y limita en el extremo sur con una gran pista de tenis, tal y como ambos han mostrado en más de una ocasión a través de sus redes sociales.
Curiosamente, muy cerca de esta residencia vivían los padres de Piqué. Fue muy famosa la bruja que Shakira que puso en el balcón de su casa apuntando a la cocina de sus ex suegros en clara referencia a la madre de Piqué, Montserrat Bernabeu, a la que Shakira también le dedicó una canción. Además, Shakira y Piqué compraron otra propiedad con la idea de reformarla por completo. Sin embargo, su separación inesperada interrumpió cualquier proyecto futuro para esa vivienda.
La última polémica de Shakira
Después de un año, la cantante ha dado su versión sobre la guerra judicial que ha mantenido con la Agencia Tributaria de España y lo ha hecho sin dejar a nadie indiferente. "En este pequeño artículo hay más verdad sobre mí que en todo lo que se publicó en 2023", dice en una carta publicada con su firma en el diario español El Mundo.
En ella se leen cosas como: "Algunos técnicos de la Agencia Tributaria española presentaron un relato infantil y moralista en el que yo era una cantante que evitaba cumplir con sus obligaciones fiscales y ellos los representantes de la justicia y la decencia. La realidad era muy distinta: yo cumplí siempre con mis obligaciones". También deja declaraciones como "Las cosas no se solucionan quemando en la hoguera a una figura pública al año, como si se tratara de un proceso de la Inquisición para así recuperar el prestigio perdido".
En 2023, Shakira sorprendió a muchos al admitir un delito fiscal relacionado con su residencia en España entre los años 2012 y 2014. En su carta, la cantante insiste en que asumió esta responsabilidad “no por cobardía ni culpabilidad”, sino para proteger a sus hijos y evitarles el sufrimiento de un proceso judicial prolongado en el que fue objeto de todas las cámaras.