Dada la repercusión que ha generado la serie ‘El caso Asunta’, algunas de las personas que han vivido en prisión con Rosario Porto y Alfonso Basterra han tomado la palabra. Entre ellas, una de las compañeras de la madre de Asunta. Teniendo en cuenta que la gallega no gozaba de muchas amistades, aprovechó que contaba con la confianza de una de las reclusas para hacerla partícipe de sus secretos más íntimos.
Ahora Nuria, la presa de confianza de Rosario Porto durante 8 meses, ha tomado la palabra en ‘Y ahora Sonsoles’ para asegurar que el resto de reclusas “no la dejaban vivir”. La testigo ha confesado que vivió “todo con ella”, hasta incluso cuando sus compañeras “le quitaban los cordones y las cintas”. El crimen por el que fue condenada fue sonado en todos los rincones del país, y el resto de encarceladas no se lo perdonaron. Es por ello que, aunque la gallega se ofrecía incluso a hacerlas favores económicos, ellas la dieron la espalda en todo momento.
Durante estos meses en prisión, Nuria pudo percatarse de que Rosario siempre tenía buenas palabras hacia su hija: “Era su adoración, todos los días con sus fotos”. Además, defendió a capa y espada su inocencia y describió su matrimonio con Alfonso Basterra como idílico. Sin embargo, ese camino de rosas llegó a su fin cuando llegó a su vida su amante: “Cosas del amor, se terminó”, comentaba. Unas palabras que demuestran que no guardaba ningún rencor a su exmarido, de quien ha podido saberse que apenas se acordó mientras estuvo entre rejas.
La presa de confianza de la madre de Asunta saca la cara por ella
Cabe destacar que esta no es la primera vez que la excompañera de Porto habla en el programa de Antena 3. Hace apenas unos días rompía su silencio para sacar a relucir el lado más sensible de la madre de Asunta: “En el tiempo que estuvimos allí juntas, Rosario daba una imagen de una persona mortificada por la situación y hablaba de la niña con mucho orgullo y diciendo siempre cosas buenas de ella. Se mostraba muy amante de su hija, hablaba de ella como una niña muy querida, muy deseada”, comentaba. Además, hizo hincapié en que “los días señalados como cumpleaños, Navidad… eran momentos muy duros para ella y no hacía más que llorar”.
A esto se sumaba el trato vejatorio que recibía por algunas de las reclusas y del que Nuria ya se hizo eco hacía días: “El trato con nosotras era cercano y amable, pero pasó momentos muy duros. Cada vez que bajaba al patio había otras internas que la insultaban, la vejaban, eso no es agradable y más cuando ella no se reconocía culpable”. Por si fuera poco, ha indicado que no puede “hablar más que maravillas”, pues tenían “una relación muy buena”: “Era una persona muy culta, hablábamos de libros, pintura, historia, viajes…”.
Pese a la amistad que las unía, la expresidiaria prefiere no poner la mano en el fuego al hablar sobre la culpabilidad de Rosario: “Yo no puedo decir que ella fuera culpable porque ella no se ponía como culpable. Charo siempre luchó por salir y porque saliera a la luz la verdad”. Y es que, Porto siempre se mantuvo firme en sus convicciones hasta que se quitó la vida: “Nosotras allí no hablábamos de nuestras condenas, pero ella decía que iba a luchar hasta el fin para encontrar al asesino de su hija, y que todo lo que tenía lo iba a dedicar a eso”.
La monja confesora de Rosario Porto, implacable contra el exmatrimonio
Estas declaraciones nada tienen que ver con las que daba recientemente la monja confesora de la madre de Asunta. Marifé Rodríguez acudió al centro penitenciario en el que estuvo el matrimonio y les calificó como personas altivas para ‘TardeAR’. A Rosario se refiere como alguien “cabizbaja” y “retraída” que se sentía “superior” al resto y “lo hacía notar”: “Se preocupaba más de que los medios la tenían marginada, que la habían juzgado ya porque estaba sin juzgar”.
Por si fuera poco, la religiosa confesaba que Rosario le hizo un encargo que no pudo realizar por motivos éticos: “Alguna vez ha querido que yo hiciera algo por ella indebido y no lo hice”. Para ella, Porto es una “narcisista total”, pero más aún su exmarido, que está “subido de tono” e incluso mira a los funcionarios “por encima del hombro”. Por ello, cree fielmente que “el que llevaba las riendas de los caballos” era Alfonso Basterra.