El agua es el principal componente de nuestro cuerpo, forma parte de las células vitales y se encarga de transportar los nutrientes para que todo funcione a la perfección. Si nos detenemos en la piel es además fundamental para que los procesos metabólicos trabajen para conseguir esa turgencia tan deseada. Motivos más que suficientes para mantener a raya nuestros niveles de hidratación.
Consejos para mantener tu piel hidratada
Y lo hacemos empezando por la cabeza. Nuestro cuero cabelludo es el gran olvidado y, sin embargo, con gestos sencillos podemos conseguir regenerarlo, nutrirlo e hidratarlo. Emplea un champú y un acondicionador que eviten la deshidratación. Y, por lo tanto, la rotura y fragilidad capilar. Y emplea una mascarilla que nutra y proteja. Estarás consiguiendo una melena llena de vitalidad.
¿Y a nivel corporal?
A nivel corporal debemos dedicarle un tiempo vital a nuestra piel si queremos que luzca sin descamaciones y flexible. Después de la ducha emplea productos que retengan el agua que necesita. La glicerina actúa como humectante y aporta sensación de suavidad. En las zonas más gruesas, y aquellas expuestas a la fricción como codos, rodillas y plantas de los pies, las cremas con urea hidratan y regeneran.
Y no olvides que las reservas de agua se encuentran en la dermis, la capa más interna de la piel. Si no ingieres la cantidad diaria suficiente, el organismo utilizará esas reservas. ¿Con qué fin? para destinarlas a los órganos vitales. Tu rostro se mostrará desvitalizado y las arrugas tendrán un campo abonado para instalarse.