El 1 de agosto de 1980, sus padres, los marqueses de Urquijo, fueron asesinados mientras dormían en su chalé de Somosaguas. Un crimen del que se juzgó culpable a su exmarido, Rafael Escobedo, quien posteriormente se suicidó. Años después Myriam de la Sierra publicó el libro '¿Por qué me pasó a mí?', donde repasó esa y otras partes de su historia. «Mi objetivo está enfocado a la autoayuda, no al morbo. Para mí es dolor, vivencias, situaciones difíciles... Lo que le ha ocurrido a una persona normal en circunstancias anormales y cómo ha salido», dijo en nuestro encuentro con ella. Recordamos nuestra entrevista con ella justo cuando se sabe que el chalet de sus padres está a la venta, según ha podido saber SEMANA en exclusiva. "Me ha costado muchas lágrimas escribir el libro", dijo entonces.
¿Cómo ha sido volver a recordar cosas tan duras?
Ha habido capítulos que me ha costado mucho trabajo escribirlos, lo he pasado mal, me he emocionado, pero este libro también me ha servido como terapia.
¿Qué les dices a los que te tachen de oportunista?
La gente pensará lo que quiera. Yo espero que algunas personas se den cuenta de que soy normal.
Se ha dado una imagen de ti de mujer fría, calculadora... ¿Es así?
Esa imagen dura es protección del dolor. Soy una persona normal. Sentimental, trabajadora, persistente, constante, soy como una gallina clueca para mis hijos, que han sido mi motivación... He conseguido sobreponerme a las cosas que me han pasado, aunque a veces sí he pensado ¿por qué a mí? Y si eso era una prueba, y creo que la he superado. Me di cuenta de que sintiéndome una víctima nunca iba a ser feliz.
¿Cómo eran tus padres?
A mi padre le recuerdo como una persona muy especial: carismático, con un brillo especial en los ojos, extrovertido, divertido, le admiraba, quería ser como él. Después de tantos años, he conseguido ser alguien del que él se sentiría orgulloso.
¿Y tu madre?
Era tierna, dulce, no muy sociable, le gustaba estudiar, era súper disciplinada. Se dice que eran muy tacaños y controladores...Eso es lo que decía la prensa, pero no era real. Los medios transmitieron una historia de novela negra bestseller: familia mala, aristócrata...Los padres discuten con los hijos, de joven eres rebelde, y eso no quiere decir que sean malas personas. Cuando los padres son rígidos, te dan seguridad. Los míos me marcaron un camino para relacionarme con la gente, de responsabilidad, trabajo, austeridad...
(Foto: SEMANA)
¿Cómo lidiaste con un dolor tan grande?
Pensando que ellos están ahí arriba, que me ven, hablo con ellos, y que están en un sitio mejor que el mío.
¿Os apoyasteis tu hermano y tú para superarlo?
Yo me sentía muy responsable por él, porque soy dos años mayor, y también por mis dos abuelas, que eran muy mayores. No quería que se pusieran tristes. Las animaba a ellas y eso me animaba a mí.
Salir a la calle y encontrar a gente que te miraba de forma extraña no fue nada fácil. ¿Sientes que has estado toda la vida bajo sospecha?
Soy consciente de que hay personas que, debido al juicio paralelo, todavía piensan que nosotros fuimos culpables o instigadores, cómplices... Estuvimos en los juicios como testigos, nunca nos imputaron. Se sacaron titulares para enriquecerse o salvarse, como es el caso de Rafael Escobedo, a quien pagaron y que necesitaba dinero para escaparse de la cárcel.
¿Tienes claro que él fue el culpable del asesinato?
Tengo claro lo que dictaminó el juez. Por las confesiones, no hay ninguna duda.
También dices que no pudo hacerlo solo, que siempre hablaba en plural... ¿Los posibles cómplices siguen libres?
No lo sé. He decidido pasar página. Si eso devolviera la vida a mis padres, seguiría investigando. Como no es así, prefiero olvidar.
¿Cómo recuerdas los seis meses casada con Escobedo?
Una boda a la que tu padre se oponía y de la que tú misma dudaste antes de dar el «sí»...No fueron muy positivos. Me di cuenta de que cometí un error y cada uno es responsable de sus actos. Cuando un matrimonio va mal es por culpa de los dos. Cometí el error de casarme.
¿Qué se te pasó por la mente cuando se suicidó?
Pensé en su madre. Para cualquier madre es un drama. En esa época llegó tu segundo marido, Dick Drew.
¿Fue tu gran apoyo?
Dick tuvo un papel importante de estar a mi lado. Lo más maravilloso que pude hacer es tener dos hijos con él. Ellos son el porqué de mi vida, mi ilusión.
¿Cómo son?
Muy distintos. Álex es cantante de un grupo de rock y está grabando un disco. Yo voy a verle siempre en primera fila. Además, es un orador fantástico, carismático y muy bueno. Y Borja es un crack, con un corazón enorme, superinteligente, trabajador, es mi mano derecha, nunca falla. Me siento muy orgullosa de mis hijos, de lo trabajadores y buenos que son y lo feliz que me han hecho. Trabajamos todos juntos en mi empresa, que se dedica al marketing de redes, con mi marido, Bash, y el hijo de éste. Viajamos juntos, nos reímos... Está muy bien tener metas comunes.
¿Cuál es la clave del éxito?
La clave de la felicidad es disfrutar en el camino, y no al final. Tu actitud hacia lo que te ocurre es lo importante, no lo que te ocurre. Si tú no eres feliz, no atraes a nadie feliz. Yo he tratado de rodearme de un ambiente que me ayudara a crecer.
De Bash Bokhari, tu tercer marido, cuentas en el libro que es el «amor de mi vida».
Sí, he encontrado a una persona a la que admiro, trabajadora, un ejemplo para mis hijos, que le adoran, y él se comporta como un segundo padre. Para mí es lo ideal. Como pareja tenemos ilusiones, nos reímos, tenemos sueños en común. A pesar de que sea totalmente opuesto a mí, de otro país, Paquistán, de otra religión y cultura, tenemos muchas cosas en común, y otras que no, pero encajamos de maravilla.
Los marqueses de Urquijo fueron asesinados en su casa de Somosaguas.
Empezar tras la ruina
Volviste a empezar tras arruinarte con tu anterior empresa de venta de joyas. Empecé de cero y me puse unos objetivos. Me dije que tenía que salir adelante por mis hijos. En mi vida me he caído muchas veces, pero siempre he cogido impulso. Empecé como cualquier representante. Después conocí a Bash y entre los dos fuimos más rápidos...
Incluso vendiste tus casas de Sotogrande y La Moraleja.
El dinero va y viene, lo importante es lo que tienes dentro. Me dolió sobre todo deshacerme de la casa de Sotogrande, porque era una herencia con unas vivencias familiares... Hay que aprender a estar arriba y abajo.
¿No hay rencor? Dices que sin el perdón no se puede vivir.
Me he liberado de eso. Tuve que trabajar en ello para perdonar. Tenía claro que dependía de mí, no de un tercero o una pastilla. Pensar en el pasado no te ayuda a vivir el presente y odiar a alguien te hace más daño a ti que a la otra persona. Estoy convencida de que una persona en su sano juicio nunca hubiera hecho algo así. Tendría algún desequilibrio. Y me siento mejor habiendo superado eso. Este libro me ha servido de terapia. Estoy convencida de que ahora soy feliz.