Es cierto que María Teresa Campos no presenció la mudanza de Bigote Arrocet, pero no pudo evitar que los reporteros gráficos sí captaran ese instante. Un momento que los medios de comunicación esperaban desde hacía más de dos meses y sobre el que había una enorme expectación. Aunque el humorista llegó sonriente, este era, sin duda, el punto y final a la relación que ambos habían mantenido durante seis años. Quizás esto explicaría la reacción que pocas horas después tuvo la presentadora al llegar a su casa de Molino de la Hoz, en Las Rozas.
La malagueña llegó a su residencia después de que el cómico se hubiera llevado todas las pertenencias que tenía en la casa que habían compartido, sin embargo, su actitud denotaba que estaba muy incómoda. Las inmediaciones de su vivienda estaban repletas de periodistas, lugar al que ella llegó con su inseparable chófer, Gustavo: “Afortunadamente es un capítulo cerrado y espero y deseo que no volváis a hablarme de este asunto, porque esto entra ya en el terreno del acoso. No quiero hablar más de esta persona. Ya se ha acabado. He vuelto a salir, que llevaba mucho tiempo sin querer salir. Estoy feliz. Y ya está”.
Zanja la polémica
Unas palabras con las que ha tratado de zanjar cualquier polémica que sobrevuela sobre una de las rupturas más sonadas de los últimos meses.