Melania Trump ya tiene las puertas abiertas para divorciarse y dos de sus asesoras han desvelado que eso es lo que hará nada más salir de la Casa Blanca, pese a que ella mantenga que su relación con su esposo es idílica y jamás discuten
Los asesores que han trabajado al servicio de Melania Trump como primera dama de los Estados Unidos lo tienen muy claro: quiere divorciarse de Donald Trump. La exmodelo no quiere continuar con su matrimonio con el expresidente estadounidense y ahora es el momento perfecto para dar un paso al frente y disolver al fin su lazo de unión tras 15 años de matrimonio. Y es que con la salida de la pareja de la Casa Blanca tras el fracaso del magnate americano en las últimas elecciones presidenciales, se le abre la posibilidad a Melania Trump de recuperar la libertad que tanto ansía. Al menos eso es lo que han publicado numerosos medios estadounidense utilizando como fuente para sus afirmaciones a las personas de confianza al servicio de la ya ex primera dama de los Estados Unidos.
Tal y como deslizan a los medios estadounidenses, Melania Trump está contando los días para que se produzca el intercambio de poderes entre Donald Trump y Joe Biden. Al parecer, la exmodelo quiere esperar a que su marido abandone el Despacho Oval para iniciar los trámites de su divorcio, como así afirma Stephanie Wolkoff, exasesora de Melania Trump. Según desvela, su jefa firmó unas capitulaciones cuando su esposo ganó las pasadas elecciones presidenciales en el que se le prohibía airear públicamente sus intenciones de separarse. Esta cláusula le impedía divorciarse mientras durase el mandato de su marido para no entorpecer su carrera política. Ahora que ha llegado a su fin no tiene motivo alguno por el que aguantar más, ni ser la sombra de uno de los hombres más controvertidos del mundo, que por fin ha sido destronado tras su nefasta gestión de la crisis del coronavirus dentro de sus fronteras.
Como así afirman diversos medios estadounidenses y también británicos, Donald Trump no solo ha perdido las elecciones presidenciales que le perpetuarían como presidente de los Estados Unidos. También está a punto de perder a su mujer. Melania Trump nunca quiso que su marido ascendiese políticamente y esa inesperada situación le ha atado a él. De hecho, cuando ganó su hueco en la Casa Blanca ella tardó cinco meses en dar el decisivo paso de abandonar Nueva York para instalarse en la mansión presidencial. Aducía que su hijo Barron Trump debía terminar la escuela en la Gran Manzana y por eso no se dejó ver al lado de su marido, despertando una oleada de especulaciones y sospechas de que algo no andaba del todo bien dentro de su matrimonio.
Ahora, su exasesora asegura que durante esos cinco meses en los que estuvieron separados, en realidad Melania Trump se encontraba negociando los pormenores de su contrato. Un acuerdo post-nupcial que beneficiaba especialmente al hijo que tienen en común, Barron, quien tendría la misma herencia que sus hermanos si ella seguía al lado de su marido mientras durase su mandato y sin dar pistas de su deseo de divorciarse. Stephanie Wolkoff va más allá en sus afirmaciones y asegura que el matrimonio de Melania Trump y su marido lleva roto desde hace ya muchos años y que hace tiempo que no tienen contacto conyugal. De hecho, mantienen que el matrimonio ni tan siquiera duerme en la misma habitación de la Casa Blanca y no duda en denominar su matrimonio como “de conveniencia”, regido exclusivamente por intereses económicos, políticos y de poder.
Pero Stephanie Wolkoff no ha sido la única que ha roto su silencio con la salida de Donald Trump del Despacho Oval. Otra exasistente, Omarosa Manigault Newman, también asegura que el matrimonio de Melania Trump está acabado: “Está contando cada minuto hasta que él salga de la Casa Blanca para poder divorciarse”, sentencia. Ella dice que la primera dama no dejó a su marido por no “humillarle” públicamente durante su mandato y, especialmente, por miedo a las posibles represalias: “Trump hubiera encontrado el modo de castigarla”, asegura.
No obstante, de cara a la galería Melania Trump se mantiene firme y defiende a su marido. La exmodelo no da valor a esos gestos que han dado la vuelta al mundo y que evidencian su rechazo público a que su marido le toque o se atreva a cogerle de la mano. Tampoco parece importarle que su esposo haya usurpado sus funciones como primera dama, cediéndole parte de sus labores a su hija predilecta, Ivanka Trump. De ahí que Melania haya defendido que su matrimonio es idílico, que lo suyo es un hermoso camino de rosas y que jamás ha discutido con su marido. Quizá pese el hecho de que una de las cláusulas que Donald Trump hace firmar a sus esposas es que se les prohíbe hablar mal de él en público, dado que si se atreven a hacerlo perderían las jugosas pensiones de manutención que sus divorcios les generó.