Desde que 'Supervivientes 2020' llegó a su fin, Rocío Flores ha experimentado una notable transformación física. La hija de Rocío Carrasco y Antonio David Flores luce cada día más delgada (perdió más de 15 kilos en Honduras) y está más guapa que nunca. El amor de su novio, Manuel Bedmar, y la compañía de sus seres queridos tienen mucho que ver en la belleza que refleja su rostro y su mirada. Pero no todo radica en su interior. La joven se cuida, y procura mostrar siempre un aspecto cuidado. Por eso, hace unos días visitaba un conocido centro de estética y peluquería en Málaga para continuar sus tratamientos habituales.
Rocío se pone guapa en un centro de estética malagueño
El motivo de su visita, a la que acudió con su chico, era someterse a una sesión de rayos uva. Y es que, al igual que su padre, a Rocío le gusta lucir una piel bronceada. Y gracias a este tratamiento corporal puede mantener el moreno que consiguió después de más de tres meses en los Cayos Cochinos. "Gracias por confiar en nosotros", han publicado en la cuenta del centro, especializado en tratamientos de estética faciales y corporales, láser y solarium.
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La nueva imagen de Rocío Flores
No cabe duda de que tras su paso por el 'reality' de Telecinco ha surgido una nueva Rocío. Más feliz y más segura de sí misma. A medida que pasan la semanas la vemos cada vez más radiante. A su regreso del Caribe, la nieta de Rocío Jurado ha logrado mantener su figura. Pero su trabajo le cuesta. Lo ha conseguido a base de una dieta sana y muchos cuidados, como diversos tratamientos faciales y corporales.
Atrás han quedado sus complejos
Cuando entró en 'Supervivientes 2020', Rocío Flores no se quitaba la camiseta. Se avergonzaba de su cuerpo y procuraba ocultar su cuerpo con enormes prendas que impedían verla en bañador. Su padre revelaba en 'Sálvame' que siempre tuvo "un gran complejo" por su aspecto físico. "En su momento he tenido alguna conversación con ella con respecto al sobrepeso, que también viene por problemas de tiroides y ansiedad y demás. Y ella siempre huye de esa conversación porque le duele. Le duele hasta el extremo de terminar llorando. Y soy su padre, así que imagínate el cariño con el que puedo llegar a hablarle", señalaba. Por suerte, esos complejos van quedando atrás y Rocío se siente más a gusto consigo misma.