Se ha tomado unos días libres para poder disfrutar de la Semana Santa en su Jerez natal, pero Juan Peña ya está otra vez con la agenda llena. El mes pasado estuvo en México y Estados Unidos actuando y este sábado es uno de los artistas que desde las seis y media de la tarde llenará la madrileña Plaza de Cibeles en el Concierto de la Resurrección que celebra su segunda edición. El año pasado reunieron a 60.000 personas y esta vez se esperaban casi 100.000.
Juan, ya actuaste el año pasado y ahora repites.
Sí, y para mí es un honor y un auténtico lujo el poder cantar mis canciones ante todos los que quieran venir a vernos y acabar con la Salve Rociera, por supuesto. Recibimos a todo el mundo con los brazos abiertos.
¿No da vértigo cantar delante de tanta gente?
Soy igual de feliz en un festival como este, cantando para una estrella de Hollywood o en la boda de una pareja que no conozco. Para mí es igual de importante, porque tengo muchísima responsabilidad con lo que hago y respeto por el público. Al final es cantar con el corazón, que es de la única manera que sé.
¿Cantar en Madrid es especial?
Todos los sitios son especiales, pero el 90 por ciento de lo que soy se lo debo a Madrid. Esta ciudad me acogió hace 20 años como a un hijo más y la siento mi casa. Es una ciudad que acoge a todo el que viene de fuera, nadie se siente forastero. El aplauso de Madrid sale del corazón.
¿Y qué queda de ese chico que llegó hace dos décadas luchando por su sueño?
Dicen que sigo con la misma inocencia y a mí no me gusta mucho oírlo porque yo creo que los años, las arrugas y las canas tienen que notarse y servir para algo más. Pero la ilusión sigue intacta, y tengo los mismos sueños. No por conseguir más, sino por seguir así, por mantenerme. Creo que eso es lo más importante para un artista. Y yo llevo 24 años dedicándome a esto, 20 de ellos en Madrid, y no es fácil.
¿Alguna vez, cuando empezabas, te imaginabas algo así?
De niño, cuando en el colegio nos preguntaban qué queríamos ser de mayores, yo lo visualizaba. Me veía viviendo en Madrid, grabando un disco y ganándome el cariño del público. Y todo lo que soñé de pequeño, todo, se ha cumplido, gracias a Dios.
¿Eso es suerte, el destino o trabajo?
En mi vida, todo lo que tengo y he conseguido es a base de lucha, de esfuerzo y de sacrificio.
¿La familia y los amigos te mantienen con los pies en la tierra?
Eso y el regresar a mi ciudad y estar con mi gente de toda la vida. Creo que lo más importante es no perder tu esencia. Por eso sigo conservando los amigos de siempre, y si alguno se ha perdido por el camino te aseguro que no ha sido por mí. Porque los amigos son la familia que uno elige y los que a veces te hacen llorar, que son los que más te quieren.
¿Y lloras a menudo?
Soy de emocionarme. Con mis cosas no mucho, la verdad, pero me afectan las injusticias que hay en la vida, las enfermedades de los niños y las personas mayores, el maltrato... eso me supera.