Hablar de Javier Sardá es hablar de la historia viva de la televisión. Su mítico programa Crónicas Marcianas y las audiencias que logró le llevaron a convertirse en el presentador más famoso de nuestro país. El periodista, que recientemente ha sufrido la pérdida de su hermana, la gran actriz Rosa María Sardá, nos recibe en Barcelona, su ciudad natal. Allí nos explica cómo ha vivido esta triste pérdida, cómo ha sobrellevado estos meses de pandemia y qué anécdotas guarda del popular programa de las noches de Telecinco, entre otras cosas, porque también nos ha presentado su nuevo libro, Intercambio de vidas (Ed.Espasa), que promete convertirse en todo un éxito de ventas.
Te mantienes igual que siempre.
Pues, puedes escribir que unos días después de este encuentro he cumplido 63 años. Me cambiaría por alguien más joven, cumplo más rápido de lo que me gustaría.
¿Cómo lo has pasado estos meses?
Lo he pasado muy bien, porque soy un privilegiado. He estado en mi casa, con mi mujer y de manera extraordinaria. Cuando uno ha vivido el servicio militar sabe lo que es estar en un sitio del que no se puede salir. Entonces, cuando no hubo más opción y nos tuvimos que quedar en casa, lo primero que pensé es que tenía que hacer varias cosas a lo largo del día, y aparte de ver series, he aprovechado y he escrito este nuevo libro.
¿Y tu mujer cómo lo ha pasado?
Mi mujer también se ha adaptado muy bien. Es una lectora empedernida, e insisto, dentro de todo esto, hemos sido unos afortunados.
Ya que estamos tocando temas familiares ¿Cómo es Sardá como padre?
Creo que soy buen padre. Lo intento. Soy un poco hipocondriaco y bastante pesado, pero no mala persona… soy más bien tonto. Soy pesado por tonto. Yo creo que no deberíamos nacer, pero si nacemos, no deberíamos morir. Algo falla.
Nos cuentas que durante el confinamiento has escrito un nuevo libro, en el que se incluyen 21 relatos un tanto sorprendentes.
¡Pues sí! Lo escribí en el momento álgido del confinamiento, y un poquito después. Me puse a escribirlo cuando no podíamos salir de casa y este ha sido el fruto de todas esas horas de escrituras.
¿En alguno de los relatos podemos encontrar alguna referencia autobiográfica?
Yo creo que en todos los relatos hay algo de mí mismo. Hay uno que se llama “El restaurante” que lo viví en primera persona cuando fui a Perú a un local muy snob, en el que te interrumpían en medio de la comida para explicarte cada plato.
Lo que sí queda claro, es que tus lectores van a encontrar en cada una de las historias un reflejo de la sociedad actual.
Esto que estamos viviendo es una pesadilla auténtica. Cien mil muertos es una cierta guerra… Quiero ser optimista, pero todavía no lo saben los científicos, y como esto sea como una gripe y cada año tengamos que vacunarnos…
¿Cómo se pasa de presentar un programa con millones de televidentes a la soledad que conlleva encerrarte para escribir un libro?
Siempre he disfrutado escribiendo. Siempre digo que escribo porque me levanto temprano, no me levanto temprano para escribir. Si tú te levantas cada día y le dedicas media hora o cuarenta y cinco minutos a escribir, te quedas estupefacto de lo que sale de tu cabeza.
¿Te identificas con el término escritor?
Yo no soy escritor. Un escritor es alguien que se gana la vida escribiendo. Un escritor es alguien que sabe escribir de una manera muy eficaz o muy fehaciente. Yo escribo y me temo que me publican porque soy un personaje conocido. Me considero un autor mediático, y creo que si hubiera tenido que ir con mis libros a las editoriales siendo una persona ignota otro gallo cantaría…