El 1 de mayo de 2019 Iker Casillas vio cómo su vida dio un giro de 180 grados. Sufrió un fuerte dolor en su pecho durante un entrenamiento por el que tuvo que ser inmediatamente trasladado y poco después los médicos revelaron que había sufrido un ataque al corazón. Tras un sinfín de pruebas se vio obligado a renunciar al sueño de continuar como portero y tocó adaptarse a sus nuevas circunstancias. Pasó miedo hasta tal punto que, en ciertas ocasiones, se apoderaba de él un temor que le impedía "caminar, dormir y hacer algún esfuerzo físico". Sin embargo, su mensaje siempre fue esperanzador, incluso cuando se conoció el problema de salud que aquejaba a su esposa, Sara Carbonero. La pareja y sus pequeños forman muy buen equipo y se ha hecho patente a lo largo de los meses. A pesar de que siempre habían sido muy transparentes con todo este asunto, todavía no se conocía cuál había sido su primera reacción tras el infarto.
Lo ha revelado Óliver Torres, un compañero de equipo del Oporto, quien se ha confesado en el medio luso 'O Jogo'. Compartían vestuario y, aunque en un principio ni él ni el resto de jugadores creyeron que revistiera tanta gravedad, es cierto que todos ellos se mostraron preocupados. "Luego, cuando el médico del equipo habló con nosotros...Me entró una cosa por el cuerpo y comienzas a preocuparte. Adrián y yo fuimos los primeros en ir al hospital y allí nos tranquilizamos un poco al ver que estaba bien", comienza diciendo el joven futbolista. Pero su visita no pasó ni mucho menos desapercibida, pues mientras Sara encontraba de regreso a Portugal, Iker estuvo acompañado de su entorno. "Fui la primera persona a la que vio después del infarto, no puede tener un mal recuerdo mío", comenta. De hecho, recuerda a la perfección las primeras palabras de su amigo Casillas: "¿Qué estáis haciendo aquí? Id a casa a descansar que yo estoy bien". El guardameta no quería que saltaran las alarmas y, entonces, ni siquiera él era consciente de lo mucho que cambiaría su vida en los siguientes meses.
5 May, 2019 a las 5:19 PDT
Eso sí, tenía claro que el prisma con el que se enfrentaba a sus días iba a cambiar. Iba a paladear cada instante y que sus prioridades no serían las mismas, un hecho que se evidenció en su primera reacción. "Ahora tengo que disfrutar de la vida, voy a ir en un descapotable por la Foz con la música alta", acertó a decir el de Móstoles. Lo que no ha cambiado ni un ápice es su forma de ser: alguien campechano pase lo que pase. "Continúa siendo la misma persona, un ser humano increíble, a pesar de todo lo que ganó. Es el más humano, el más sencillo para toda la gente, para los niños... He tenido el privilegio de haber compartido con él muchas cosas", explica Óliver.