El príncipe Guillermo y Kate Middleton han celebrado su aniversario de bodas más agridulce. La real pareja ha cumplido 13 años de casados este martes 29 de abril en medio del tratamiento contra el cáncer que está recibiendo la princesa de gales. Una realidad que ha cambiado de manera drástica el vínculo que mantienen Guillermo y Kate, de acuerdo con el biógrafo de ella.
La especial fecha marcada en el calendario ha desvelado detalles hasta ahora desconocidos de aquella gran cita de la monarquía europea que tuvo lugar en la icónica Abadía de Westminster. Y es que, durante la pomposa ceremonia que siguieron por televisión más de 40 millones de personas en todo el mundo, se produjo un importante error de protocolo que tuvo como protagonista a la reina Isabel II.
El cambio de estrategia de Kate Middleton y el príncipe Guillermo de Inglaterra
Corría el año 2011 y nadie quiso perderse la esperadísima boda real que, por fin, iba a unir en matrimonio al príncipe Guillermo y Kate Middleton. Han pasado 13 años, que se dice pronto, del 'sí, quiero' por todo lo alto que coincide con uno de los momentos más bajos de la casa real británico que se recuerdan. La princesa de Gales continúa sin hacer frente a sus obligaciones institucionales mientras recibe tratamiento preventivo contra el cáncer. En la otra cara de la moneda, su suegro, el rey Carlos III, a punto de retomar su agenda oficial después de estar apartado de sus quehaceres también por el cáncer que le fue diagnosticado a principios de febrero y del que no se sabe el tipo, como sucede con el de su nuera.
Los futuros monarcas de Inglaterra no han querido desaprovechar esta especial jordana de aniversario para dedicarse unas bonitas palabras en redes sociales. Eso sí, de un modo muy diferente al que nos tenían habituados. Prueba de ello, el revelador detalle que esconde su felicitación. Acostumbrados a que Kate Middleton y el príncipe Guillermo hicieran alarde de su amor con imágenes actuales de los dos, en esta ocasión, han optado por difundir una fotografía en blanco y negro del enlace, extraídas de su álbum privado. Un cambio de estrategia que responde al complicado momento por el que atraviesa la princesa, quien ha optado por desaparecer el ojo público desde la operación a la que se sometió en enero por un problema abdominal.
La Reina Isabel II, obligada a actuar como una persona del común en la boda de su nieto
El real enlace de Kate Middleton y el príncipe Guillermo fue, sin duda, el acontecimiento de 2011, con una Abadía de Westminster repleta hasta la bandera. Acudieron 2.000 invitados, entre miembros de la realeza europea, aristócratas, empresarios, gente del mundo de las artes y la cultura, famosos, amigos de la pareja y, por supuesto, la orgullosa abuela del novio, la Reina Isabel II Nada se dejó a la improvisación. La ceremonia llevó meses de preparativos previos para responder a un protocolo férreo y ejecución minuciosa cuidada al milímetro.
Nada podía fallar y, sin embargo, hubo un error de protocolo, 'a priori' ínfimo, pero de gran calado para los expertos en la materia. Han tenido que pasar 13 años desde el feliz día de Kate y Guillermo para que salga a luz este detalle que obligó a Isabel II a actuar como cualquiera de nosotros, una persona más del común. Y es que, ¿quién no ha tenido que 'arrastrar' sus posaderas dentro del coche al comprobar que no puede salir por la puerta del vehículo que le queda más próxima y sí por la que está justo al lado contrario? Eso mismo le sucedió a la monarca más longeva de Europa hasta su fallecimiento en 2022 al llegar a la Abadía de Westminster,
El error de protocolo ha quedado expuesto ahora gracias a un vídeo de la boda de los príncipes de Gales que había pasado desapercibido y del que se ha hecho eco 'Hello'. En las imágenes, se puede ver el coche en el que se traslada la soberana y su marido, el príncipe Felipe de Edimburgo, llegando a la catedral. Todo parece ir bien hasta que es la propia Isabel II la que se da cuenta de que el vehículo ha alcanzado su destino por el lado contrario y ella está sentada en el lado opuesto a la entrada a la Abadía. Mientras que un guardia le abre la puerta más cercana a donde está ella (y que da a la calle), otro hace lo propio por el lado "bueno".
En un primer momento, se ve a Isabel II tratando de decirle al guardia real que cierre la puerta porque no va a salir por ahí. Finalmente, desiste y, una vez se apea del vehículo su marido, ella se desliza hacia el asiento que ha quedado desocupado por él y se baja del coche por el lado correcto de la acera. Un error gravísimo de protocolo. Ella era quien debía salir primero del coche por ser la reina de Inglaterra, y Felipe, como rey consorte, el que debía aparecer tras ella inmediatamente después.