Hace más de medio siglo, el 29 de enero de 1971, Isabel Preysler y Julio Iglesias se dieron el “sí, quiero” en la finca La Quinta de Illescas, ubicada en Toledo. Dicen que un simple cruce de miradas fue suficiente para que ambos comprendieran que estaban destinados a compartir sus vidas. El propio Julio lo describió como un “amor a primera vista”. Y fue ese amor, ardiente y precipitado, lo que llevó a Isabel a quedarse embarazada por sorpresa. Ante los prejuicios de la época, que reprobaban los embarazos prematrimoniales, Isabel trató de ocultar su estado todo lo que pudo. Pero lo cierto es que, vestida de novia, le costó disimular que se casaba de penalti.
Boda exprés
El día de la boda hacía mucho frío y el párroco, don Gregorio, dijo que jamás había visto llorar tanto a una novia. La joven Isabel Preysler tampoco estaba muy convencida de la boda, pero se celebró y fue todo tan rápido que a su padre ni le dio tiempo en llegar a España desde Filipinas.
Hoy, la finca donde Julio Iglesias e Isabel Preysler dijeron “sí, quiero” conserva su encanto de hace 50 años. Esta propiedad, perteneciente a la familia De Torres, fue gestionada en colaboración con el prestigioso restaurador madrileño José Luis. Actualmente, la “Quinta de Illescas” sigue siendo el escenario de numerosas bodas.
Estilo castellano antes y ahora
La capilla mantiene el encanto de antaño. Una anécdota interesante: los reclinatorios que usaron Julio e Isabel aún existen, aunque se han retapizado. El salón del banquete, pese a los cambios en decoración, conserva su esencia. Si bien los estilos han evolucionado desde los años 70, el estilo castellano sigue presente.
Antes de la pandemia, en la Quinta de Illescas se celebraban aproximadamente 100 eventos anuales, siendo la mayoría bodas. Aunque la boda de Julio e Isabel fue más austera que las actuales, tenía su propio encanto. Curiosamente, se casaron un viernes al mediodía. En la época era más habitual casarse los días laborables. Entonces, las bodas también solían ser más cortas, a diferencia de las actuales, que pueden durar hasta 8 horas.
Illescas ha cambiado mucho desde 1971. Lo que era un pequeño pueblo con 4,000 habitantes, hoy alberga a 30,000. Don Gregorio, el párroco de aquel entonces, fue quien casó a la pareja en la capilla de la finca. Y, con un toque de humor, les recordó que “después de la boda, la vida ya no sigue igual”, haciendo alusión a la famosa canción de Julio Iglesias. Un guiño que, sin duda, marcó el día y la historia.