El amor entre Enrique Ponce y Ana Soria va viento en popa y a toda vela. Y nunca mejor dicho. Porque la pareja ha dado rienda suelta a su pasión en una divertida jornada en un yate de lujo que han compartido con los familiares de la joven. Desde que SEMANA anunciara la ruptura del torero con Paloma Cuevas, el torero no esconde lo feliz que es al lado de esta estudiante de Derecho, 26 años más joven que él.
Hace unos días, la pareja era inmortalizada durante un paseo en altamar en el que derrocharon besos, caricias, mimos y muchos gestos de complicidad. Las fotografías, disponibles en el interior de tu revista favorita o descargando la versión online AQUÍ, no dejan lugar a dudas: Ponce se muere por los huesos de Ana. Y sus sentimientos son correspondidos. Son las instantáneas más explosivas de la pareja que, una vez más, ha sido pillada en un nuevo y cálido encuentro bajo el sol.
Ana, de 22 años, ha proclamado amor por el maestro en reiteradas ocasiones. "El amor es libre y creo que cada uno tiene derecho a ser feliz con quien quiera y ya está" decía hace apenas dos días en su encuentro con la prensa, tras salir de un restaurante en Cabo de Gata. En sus redes también ha lanzado palabras contundentes. «Y pese a lo que te puedan decir, nunca dejes de ser tú, y de querer con el corazón, el amor correspondido es lo más bonito que hay», fue su última declaración de intenciones al hablar de su 'affaire' con Enrique Ponce.
Enrique Ponce, uno más de la pandilla de amigos de Ana Soria
Su primer verano juntos
Las nuevas imágenes de la pareja a bordo de una embarcación de paseo demuestran lo enamorados que están. Es su primer verano juntos y están dispuestos a exprimirlo al máximo. Además, el hecho de que de que haya compartido su travesía por en el Mediterráneo con la familia de la joven almeriense evidencia que la relación entre ellos está más que consolidada. El valenciano está muy integrado en el entorno de Ana: lo han acogido como uno más del clan.
Otro de los detalles que revelan las fotografías es la manera en la que Enrique observa a Ana: embelesado y completamente entregado a la mujer que le ha devuelto la ilusión y con la que comienza una nueva etapa sentimental. Sus miradas y la manera en la que la acaricia cada vez que la tiene al lado hablan por sí solas. Enrique se derrite solo con tenerla a su lado.