El fallecimiento de Carlos Falcó, el pasado 20 de marzo, ha supuesto un importante varapalo para Esther Doña. La malagueña ha visto cómo en los últimos meses su vida ha dado un giro de 180 grados. No solo ha fallecido su marido víctima de coronavirus, ella también ha sufrido la enfermedad. Ahora, ha tenido que abandonar su residencia conyugal, el palacio 'El Rincón', después de que sus hijos lo pusieran a la venta.
La empresaria se ha pronunciado al respecto y lo ha hecho en el diario 'El Mundo' donde le han preguntado si sentía que no se habían portado bien con ella. "Yo con quien estaba casada era con el padre y mi relación era con el padre, no con sus hijos. Y el padre (Carlos) desde arriba lo estará viendo todo", ha manifestado rotunda.
Ahora se ha mudado al piso que tenía en la localidad madrileña de Majadahonda junto a su perrito, un bichón maltés que precisamente le regaló el marqués de Griñón durante unas Navidades. El palacio 'El Rincón', situado en la Aldea del Fresno, al suroeste de Madrid, no solo fue su hogar desde que en 2017 se dio el "sí, quiero", también era el escenario de un negocio de bodas y eventos que servía para sufragar los gastos de este palacete que cuenta con 30 habitaciones y 300 hectáreas.
La inesperada muerte del marqués de Griñón, a los 83 años, ha trastocado sus planes de futuro que pasaban por seguir con este negocio. Este mismo año, el palacio 'El Rincón' iba a convertirse en escenario de diversas bodas que ya estaban firmadas desde hace tiempo y que, finalmente, se han cancelado. "Con eso se mantendría fenomenalmente el palacio sin hacer un gran desembolso. Ahora los planes son otros", afirmaba Esther en el citado diario. Según lo publicado, los hijos del difundo marqués fueron tajantes: "Nosotros no queremos hacernos cargo de ese negocio". Añadían que había sido muy dura la situación vivida en los últimos meses, pero que deseaban pasar página y cerrar un capítulo de su vida y este era uno de ellos.
Después de este cambio de rumbo, la empresaria solo desea buscar tranquilidad. Califica como "muy duro" lo vivido los últimos meses. "Cuesta creer lo que ha ocurrido. A veces es como que Carlos está de viaje, que va a volver, no acabas de creer que no está. Yo todavía no me he hecho a la idea", añade.
Respecto a si ha tenido la impresión de que sus hijos se han quitado un peso de encima, ella ha recalcado que nunca estuvo en su vida. "He estado en la vida de su padre, he hecho feliz a Carlos. Estaba rejuvenecido, estaba feliz, estaba encantado. Yo tengo mi vida y mi vida era con Carlos y Carlos ya no está, ahora son otras circunstancias".
En los últimos meses, también ha subrayado que se han dicho muchas cosas y algunas "sin sentido". Recuerda que cuando le comunicaron el fallecimiento, no le dio tiempo ni siquiera a avisar a la familia porque la noticia ya había trascendido a los medios de comunicación.
Primeras imágenes de Esther Doña
El fallecimiento del marqués de Griñón se produjo cuando el país estaba sumido en los primeros días del estado de alarma. Tres meses después, Esther Doña se dejaba ver públicamente por primera vez durante el funeral de Manolo Segura, el padre biológico de Borja Thyssen quien moría el pasado jueves en el hospital San Francisco de Asís de Madrid.
Carlos Falcó, V marqués de Griñón y XII de Castel-Moncayo, falleció en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid víctima de coronavirus después de haber sido ingresado unos días antes. Estuvo casado en cuatro ocasiones, la última vez a los 80 años con Esther Doña, y era padre de cinco hijos fruto de sus tres primeros matrimonios: Manuel, Xandra, Tamara, Duarte y Aldara.
Los dos primeros de su primer «sí, quiero» con Jeanina Girord -proveniente de una familia de joyeros-, Tamara nace de su unión con Isabel Preysler -su enlace más mediático y el que le convirtió en un personaje habitual del papel ‘couché’-, sus hijos pequeños, Aldara y Duarte, son de su matrimonio con Fátima de la Cierva -hija de los marqueses de Poza y bisnieta del duque del Infantado-.
Tamara Falcó ha heredado el Marquesado de Griñón, otorgado por primera vez el 25 de febrero de 1862 por la Reina Isabel II. «Gracias Papi por dejarme el legado más bonito que se le puede dejar a una hija: tu amor», afirmaba el pasado mes de mayo.