La muerte de Fernando Fernández Tapias ha dejado a su familia devastada. Nuria González, su viuda, está centrada en sus hijos, a quienes no deja solos, pues no se imaginan la vida sin su padre. Así lo relata el entorno de ella, el cual explica la tristeza en la que ella vive sumida desde que hace una semana falleciera. "Está pendiente de sus dos hijos, que están muy tristes. Estaban muy unidos a su padre. Son muy jóvenes para que les falte esa figura en su vida. Nos dice que es lo único que le preocupa y esta ajena a los comentarios que se están diciendo", asegura el íntimo círculo del empresario. Los mismos que están siendo testigo de sus lágrimas y que han detallado cómo vivió el gallego que sus hijos trataran de incapacitarle, una demanda que marcó un antes y un después para él. De hecho, prohibió que volvieran a su casa tras ello, siendo en el tanatorio donde le han visto por última vez. Pero, ¿cómo fue la salud del vicepresidente primero del Real Madrid Club Fútbol en sus últimos meses?
El exhaustivo control de la salud de Fernández Tapias
Según las personas con las que ha compartido una férrea amistad, Fernando Fernández Tapias estuvo vigilado en todo momento. Al parecer, tenía varias enfermeras que todos los días le visitaban para controlar su azúcar, la tensión y todo aquello que hiciera falta, pero en ningún momento perdió la cabeza. La mantuvo fría hasta el final de sus días y recibió diferentes visitas de amigos y familia. Esto refleja el altísimo poder adquisitivo que el reconocido empresario tenía, ya que no todo el mundo puede permitirse que varios sanitarios te controlen en tu domicilio de forma privada.
El papel de Nuria González tras la ruptura del empresario y sus hijos mayores
No es el único detalle que se ha descubierto y es que también han hablado del papel de Nuria González en la guerra de Fernando y sus hijos. A pesar de que en varias ocasiones se ha creído que fue Nuria quien prohibió la entrada a su casa, sus amigos lo desmienten. Aseguran que "nada más lejos de la realidad". Mantienen que Fernando Fernández Tapias tenía personalidad suficiente para decidir, siendo él el único que se negó a que sus hijos pusieran un pie en su lujoso chalet de Puerta de Hierro (Madrid). "Es no conocer a Fernando. Nadie le marcaba las pautas. Ni en el plano profesional y menos en el familiar. Cuando le llegó la demanda cortó totalmente y nunca más volvieron a esa casa. Y no hubo mano negra. Así era por mucho que ahora digan que quien tomaba las decisiones era su mujer", dicen a Vanitatis.
Un durísimo momento que para Fernando fue "una humillación empresarial" y que le hizo reflexionar acerca de la educación que había dado a su hijos. El mismo que se negó en rotundo a reencontrarse con ellos y cuyo suceso supuso un vendaval en su familia. Ahora Nuria intenta permanecer ajena a todo lo que se está diciendo sobre ella, pues sabe qué es lo verdaderamente importante ahora: apoyar a sus hijos y que intenten superar la pérdida de su padre. Los íntimos de Nuria quieren dejarle su espacio, pero también recordarle que estarán ahí para lo que necesite en este duelo tras 21 años casados. "Desde ese día y ahora, de lo que está pendiente es de Iván y Alma, que estaban muy unidos a su padre y lo están pasando muy mal con toda esta historia. Los que estuvimos en el tanatorio y en la misa lo vimos con nuestros propios ojos. La niña lloraba cada vez que le hacían un comentario bonito sobre Fernando", desvelan.
Estos días los hijos mayores de Fernando se confesaban y se mostraban impactados con el escenario que hay tras la muerte de su padre. "Se han torcido tanto las cosas que no damos crédito, nosotros queremos preservar nuestra intimidad y que no se nos tache de hjios díscolos porque llevamos aguantando cuatro años (...) Y todo por haber hecho una actuación que creemos que el 90% de las personas hubiesen hecho por el bien general, ya que muchas personas comen y viven de esas empresas. Al margen de lo privado y lo particular", han dicho en ABC, donde tratan de justificarse. Aseguran que "nada se ha hecho por maldad y por dinero", una declaración que no ha pasado desapercibida para nadie.