Hoy recordamos a una mujer que, de no haber fallecido el 5 de diciembre de 2014, habría cumplido 96 años. Esta mujer terminó siendo la reina consorte de un pequeño país que por entonces parecía muy lejano, pero en algún tiempo fue una joven estudiante en el Madrid de la posguerra. Esta joven aristócrata provenía de una de las familias españolas que más títulos atesoraba en su haber, pero en su juventud todos pensaban que la pequeña Fabiola, que así se llamaba, terminaría sus días con un hábito de monja.

Era 1959 y en un Madrid que todavía trataba de curarse las heridas de la guerra, Fabiola estudiaba en la Escuela Militar de Sanidad de Carabanchel. Todos los que la conocían destacaba de ella su vocación de servicio, que realmente disfrutaba ayudando. Era una joven seria, reservada y a la que su gran fe religiosa parecía poder llevarla a consagrar sus días al servicio religioso. En contraposición a todo lo que Fabiola representaba estaba su hermano Jaime que, a pesar de ser tres años mayor que ella, era un bon vivant con gusto por la prensa y la vida pública.

En este punto de la historia hay dos versiones sobre cómo esa joven madrileña terminó casándose con el heredero belga: una, de cuento de hadas y otra menos fabulosa y quizás más factible.

Los reyes Balduino y Fabiola con el Felipe VI de joven

Los reyes Balduino y Fabiola con el Felipe VI de joven

Foto: GTRES

Las dos teorías de cómo se conocieron Fabiola y Balduino

La teoría más divertida, fabulosa y amable habla de un viaje organizado por los Condes de Barcelona con el fin de casar a la infanta Pilar con el príncipe Balduino. Para tamaña proeza los condes habrían escogido una dama de compañía para Pilar que no llamara la atención y enseguida ambos se fijaron en Fabiola de Mora y Aragón. Cumplía todos los requisitos: era menos guapa que la infanta, muy discreta y además tenía una edad que le daba todas las papeletas para terminar como una solterona. Fabiola tenía más de treinta. En ese viaje Balduino se sintió apabullado por el ímpetu y la campechanía de Pilar de Borbón, que veía en el príncipe belga a un joven apocado y aburrido. Aquel match real soñado por los condes de Barcelona no fue a ningún lado y dónde si surgió el amor fue entre la discreta dama de compañía de Pilar y Balduino.

La otra teoría, quizás más bajada a tierra, más lógica y en parte aceptada por la familia es la que teniendo en cuenta cómo funcionaban las monarquías europeas supervivientes a las guerras en Europa fuese la real. El match real entre la joven aristócrata habría sido una obra todos los estamentos del estado belga, especialmente los religiosos. Esta teoría B cuenta que el cardenal belga Suenens encargó a una mujer de su confianza, Verónica O’Brien, la tarea de buscar novia al joven y religioso príncipe Balduino.

Esta última cualidad de Balduino, su devoción religiosa, parece haber sido clave para comenzar la búsqueda. El príncipe heredero era muy devoto de Santa Teresa de Ávila, así que Verónica decidió comenzar a buscar por España. Para ello se puso en contacto con una joven de un colegio femenino de Madrid que la ayudara a introducirse en la alta sociedad y aristocracia de la época con el fin de encontrar a la candidata oficial. Cuantas más jóvenes tomaba en consideración Verónica, más dudas tenía. Pero sin darse cuenta, el destino de Balduino se había revelado ante sus ojos: no había mejor candidata que la joven del colegio femenino que la había ayudado a organizar esa suerte de casting casadero. Esa joven era Fabiola de Mora y Aragón.

Instantánea de la boda real en diciembre de 1960

Instantánea de la boda real en diciembre de 1960

Foto: GTRES

El cuento de hadas culminó en boda

Desde el momento en que Balduino y Fabiola se conocieron por la mediación de Verónica (y Santa Teresa, claro) se produjo el flechazo. Tan solo un año después, en septiembre de 1960 la casa real belga anunció que Balduino, el príncipe heredero, se casaría en diciembre de ese mismo año con una joven aristócrata española desconocida para todos los belgas. No fue fácil para Fabiola ganarse el cariño de los belgas, pero terminó por hacerlo.

La pareja se casó en la catedral de San Miguel y Santa Gúdula de Bruselas el 15 de diciembre de 1960 bajo la atenta mirada de medio mundo, incluido España, donde la boda fue la primera en retransmitirse por televisión. Resultado directo de este interés fue que España ingresase en la Unión Europea de Radiodifusión para poder emitir la boda real por TVE. Sí, participamos en Eurovisión a día de hoy como consecuencia de haber emitido la boda de Fabiola y Balduino. Fue todo un acontecimiento para la España de la época, como muchos hogares no tenían televisión los curiosos se congregaban en los escaparates de las tiendas de electrodomésticos para poder ver a esa madrileña convertirse en reina de todos los belgas.

En contraposición, una de las grandes ausencias para Fabiola en ese día fue la de su díscolo hermano, Jaime, que aireó todo tipo de intimidades en la prensa antes, durante y después de la boda. La revista ‘Paris Match’ se hizo con pasajes del diario personal de Fabiola a través de Jaime y hasta la invitación a la boda real terminó en las páginas de los diarios y revistas. Estas “trastadas” de Jaime terminaron por dinamitar la relación entre los hermanos.

 

Fabiola y Balduino en un acto en 1980

Fabiola y Balduino en un acto en 1980

Foto: GTRES

 

Fabiola y Balduino no tuvieron hijos, aunque lo intentaron, la reina sufrió, según ella misma contó, cinco abortos y finalmente tiraron la toalla en la tarea de la descendencia. Como dice el refrán “a quien Dios no le da hijos, el diablo le da sobrinos” y los monarcas belgas disfrutaban ejerciendo de tíos de todos los hijos e hijas de sus hermanos. En Lazos de Sangre de TVE los sobrinos españoles del matrimonio recordaban con cariño los veranos en ‘Villa Astrida’, en Motril, donde se reunían entorno al real matrimonio para disfrutar en familia de los mejores días del año. Precisamente en esta casa granadina, que Balduino y Fabiola tanto amaban, es donde el 31 de julio de 1993 el rey de todos los belgas murió mientras esperaba para cenar rodeado de todos sus seres queridos. Esta despedida prematura fue el broche de esta historia de amor que convirtió a una joven madrileña en la reina de los belgas.