Días después de haber acudido al juicio por presunto alzamiento de bienes, el nombre de la tenista ha sonado con fuerza a consecuencia de un suceso del pasado.
Arantxa Sánchez Vicario se ha convertido en una de las famosas más comentadas de las últimas semanas. Hace tan solo unos días, la tenista volvía a Barcelona para verse las caras con su exmarido, Josep Santacana, en un juicio por presunto alzamiento de bienes. Sin embargo, la deportista ahora ha vuelto a copar titulares por un asunto que nada tiene que ver con la Justicia, sino con una amenaza de secuestro que sufrió en 2001.
Fue entre finales de noviembre y principios de diciembre de ese mismo año cuando el padre de Arantxa, Emilio Sánchez, vivió una pesadilla en toda regla. El padre de la tenista recibió una llamada desde un número oculto con una amenaza clara: si no entregaba 500 millones de pesetas, es decir, tres millones de euros; su hija menor sería secuestrada. Un mensaje que ahora ‘La Vanguardia’ ha sacado a relucir y que deja entrever el calvario que vivió la familia Sánchez Vicario a comienzos de la década de los 2000.
Dado que Emilio no había recibido instrucciones sobre cuándo, cómo ni dónde dejar semejante cantidad de dinero, unas semanas después volvió a repetirse la llamada. En esta ocasión, el interlocutor reveló que en un plazo no estipulado haría llegar al progenitor de Arantxa las instrucciones para hacer la entrega del dinero si no quería que su hija sufriera las consecuencias: “Oiga Emilio, o nos das 500 millones de pesetas o a tu hija no la volverás a ver porque la vamos a secuestrar. Pon mucho cuidado a las instrucciones que te daremos para pagar y nada de avisar a la Policía o tu hija lo pagará muy caro”, pronunciaba.
Emilio Sánchez recibe una nueva amenaza
Por aquel entonces, las aguas parecían haber vuelto a su cauce y haber quedado todo en un susto. Sin embargo, en 2002 llegó un sobre, procedente de Colombia a una antigua residencia en la que ya no vivía la familia Sánchez Vicario. El paquete contenía una serie de imágenes en las que puede comprobarse cómo la tenista había sido sometida a un seguimiento exhaustivo en el que los amenazantes demostraban no haber perdido detalle de los movimientos de la deportista. Y es que, todas las instantáneas reflejaban la rutina habitual que la catalana seguía por costumbre, seguidas de un mensaje claro y contundente: “Aquí nos divertimos todos y más adelante ya hablaremos de lo que nos va a costar”.
Teniendo en cuenta estas frías palabras, Emilio dudó mucho sobre qué hacer y cómo gestionar la situación. No sabía si contárselo a sus seres queridos o si cargar únicamente él con la responsabilidad de hacer frente a esta amenaza. Finalmente, se decantó por esta segunda opción y puso el caso en manos de la Delegación del Gobierno en Barcelona, la cual movió hilos para dar con la solución y poner fin al peor sueño del padre de Arantxa. Todo quedó en un intento de extorsión de los muchos que tenían lugar en aquella época, y las cartas y llamadas con amenazas no volvieron a repetirse, tal y como ha comentado el periodista Andrés Guerra en ‘Espejo Público’.