Este 27 de junio se cumple un año desde el fallecimiento de Carmen Sevilla. La actriz, que vivió desde 2015 ingresada en una residencia, convivió con el alzhéimer los últimos años de su vida. Desde su retiro a María del Carmen García Galisteo, que así se llamaba en realidad, no le faltó el cariño de su hijo Augusto ni de su amigo del alma, Moncho Ferrer. Este último fue el único autorizado por el hijo de la actriz para visitarla hasta el final de sus días.

Mientras una de las artistas más queridas de este país se iba apagando sin recordar nada de su brillante carrera, eran muchas las muestras de cariño y homenajes que recibía por parte de la profesión. Sus últimos días todo un país estaba pendiente de su final y el hermetismo que marcó su última década de vida fue también la tónica en sus exequias fúnebres. Durante su vida fue una mujer de férreas convicciones y a la vez de fuertes contradicciones. Hoy repasamos su vida a través de las portadas de SEMANA.

Su primer matrimonio con Augusto Algueró

“El 23 de febrero de 1961, al decir “sí quiero”, pisé el kilómetro cero de mi calvario” así relataba ella misma, años después, lo que supuso darse el sí quiero con el músico Augusto Algueró. Durante su matrimonio, que duró trece años, la actriz soportó todo tipo de desaires e infidelidades por parte de su marido. Si bien Carmen se casó locamente enamorada de Algueró, enseguida descubrió que su marido disfrutaba más haciendo vida fuera de casa que pasando tiempo con ella. Aun así, tuvieron un hijo juntos: Augusto Algueró García. Augustito, que así lo llamaban, se convirtió en la mayor alegría de Carmen durante su matrimonio.

1. Carmen Sevilla anuncia sus memorias en SEMANA 2. Augusto anuncia sus memorias en SEMANA 3. Carmen en un capítulo de sus memorias abordando las infidelidades de Augusto con su hijo en brazos.

1. Carmen Sevilla anuncia sus memorias en SEMANA 2. Augusto anuncia sus memorias en SEMANA 3. Carmen en un capítulo de sus memorias abordando las infidelidades de Augusto con su hijo en brazos.

Fotomontaje SEMANA

Finalmente, en 1974 Carmen decide poner fin a su unión con el padre de su hijo. Desde entonces Augustito se convirtió más si cabe en el motor de su vida y siempre lo tuvo presente como ella misma nos contaba en 1976 “soy joven y me gustaría rehacer mi vida, pero sin causar daño alguno a mi hijo”. Carmen, que siempre hizo alarde de ser una mujer de férreas convicciones religiosas y más bien tradicional, en su vida persona hizo más bien lo contrario de lo que predicaba, se divorció e incluso contó que se vio obligada a abortar hasta en tres ocasiones por no poder compatibilizar la maternidad con su exigente ritmo de trabajo.

El gran amor de su vida y una segunda juventud profesional

Después de divorciarse de Augusto solamente tuvo otra pareja: el empresario Vicente Patuel. Con él Carmen descubrió el amor más pasional, la intensidad de sentirse querida y deseada. Vicente jamás olvidó la primera vez que vio a Carmen, mientras ella no era ni consciente de ese primer encuentro. En 1948 Patuel la vio actuar como parte del cuerpo de baile de Estrellita Castro y le pidió una foto autografiada que guardó como un tesoro toda su vida. A finales de los años 70 la pareja comenzó una relación que los llevaría a finalmente darse el “sí, quiero” en septiembre de 1984. Para aquel entonces Carmen vivía retirada en la finca ‘Los Valles’ que Vicente tenía en Herrera del Duque, Extremadura. El retiro de Carmen no era tanto una decisión como una imposición de Vicente “Carmen, o el cine o yo” y Carmen eligió “te elijo a ti, mi vida”.

1. Carmen narra su historia de amor en sus memorias en SEMANA 2. La pareja en 1994 3. La portada del fallecimiento de Vicente en el año 2000.

1. Carmen narra su historia de amor en sus memorias en SEMANA 2. La pareja en 1994 3. La portada del fallecimiento de Vicente en el año 2000.

Fotomontaje SEMANA

Con el paso de los años y las estrecheces económicas que suponía mantener una finca de la extensión de la suya, Carmen recibió una oferta para volver a la televisión a la que Vicente accedió por la cantidad que suponía por grabación: el Telecupón. Era el año 1991 y Carmen volvía al trabajo llena de ilusión y cosechando un éxito tan incontestable que ya no volvió a retirarse de la pequeña pantalla. En abril del año 2000 Carmen recibe el gran golpe de su vida: su marido Vicente Patuel fallece de forma repentina en su cortijo dejándola sumida en la más grande de las soledades. Carmen pasó todo el velatorio del gran amor de su vida llorando como una niña abrazada a Rocío Jurado. La pareja convivió treinta años bajo el mismo techo y la Sevilla jamás volvería a ser capaz de hablar de Vicente sin emocionarse.

El final llegó con el olvido

La soledad se convirtió en la gran compañera de Carmen y de este modo el trabajo se convirtió en su gran salvación. Desde este momento vimos a Carmen hacer de todo en televisión: dar entrevistas, bailar, dar las campanadas y presentar el mítico ‘Cine de Barrio’ hasta el año 2010. En sus últimas apariciones públicas las ocurrencias de Carmen y sus meteduras de pata, que siempre formaron parte de su personalidad, se convirtieron en algo más llamativo. Eran síntomas de un mal que la acechaba y que ella conocía muy bien. Carmen, igual que su propia madre, sufrió alzhéimer.

Carmen celebrando la Navidad de 1996 con su madre, que padeció su misma enfermedad.

Carmen celebrando la Navidad de 1996 con su madre, que padeció su misma enfermedad.

SEMANA

A partir de este momento Carmen pasó a vivir recluida en la intimidad de su hogar hasta que la situación se hizo insostenible y su hijo tomó la decisión de asegurar a su madre la mejor de las atenciones. Esa atención que Carmen necesitaba la recibió en una residencia especializada en la que vivió desde 2015 hasta el último de sus días. En esa atmósfera que la Sevilla necesitaba para su bienestar ya nunca más volvieron a entrar sus admiradores, sus compañeros de profesión o sus amigos. Por expreso deseo de su hijo, Carmen solo recibió las visitas de su unigénito o de Moncho Ferrer, su gran amigo desde que se conocieran trabajando juntos en 1985. El final de Carmen fue íntimo y familiar, algo que no todo el mundo entendió, pero que le aseguró una tranquilidad que la artista necesitaba.