Hace tres años que Mila Ximénez nos dijo adiós. El 23 de junio de 2021 los teléfonos de las redacciones y de los profesionales de televisión empezaron a sonar con la noticia de que se había ido una de los nuestros. Era el comienzo de un verano raro, todavía nos estábamos recuperando de una pandemia mundial que nos había puesto la vida patas arriba y muchos estábamos por primera vez fuera de Madrid tras las restricciones del virus. Mila eligió ese momento para irse, esperó a que todos siguieran con sus vidas para irse sin molestar, sin hacer ruido.
A pesar de lo que pudiera parecer por televisión, Mila también era eso, discreción y algo de timidez. Hoy hablo con tres personas que la conocieron muy bien y con las que vivió momentos felices, complicados y un resurgir que para ella fue crucial en los últimos años de su vida. Raúl Prieto, David Valldeperas y Carlota Corredera, quienes fueran sus directores en Sálvame, se sientan para recordar a una amiga a la que echan de menos cada día.
Raúl Prieto y su flechazo con Mila Ximénez
El sevillano Raúl Prieto jugó un papel importante en la vida de Mila sin él proponérselo. Aunque al ser preguntado por ello se quita todo el mérito para dárselo a Mila. Corría el año 2003 y ‘Aquí hay tomate’ reventaba los audímetros cada sobremesa analizando de forma gamberra todos los temas del corazón del momento cuando Raúl, que era uno de los artífices del éxito, rescató a Mila para dar unos totales sobre Isabel Pantoja y desde ese momento ya no volvió a desaparecer de la pequeña pantalla “Yo la encontré y ella se rescató sola, era una fuerza de la naturaleza. Ella siempre lo recordaba, pero para mí fue un descubrimiento maravilloso en mi vida”.
La realidad es que Mila recuperó su hueco en televisión por méritos propios, como me recuerda Raúl en un momento de la conversación, “no tiene sustituta ni heredera” porque “Mila es, si no la mejor, una de las mejores colaboradoras de la televisión. Aportaba humor, inteligencia, frescura, libertad, era hipnótica. Era luz y puro talento”. Veréis como en estas conversaciones fluctuamos con los tiempos verbales, para sus amigos Mila todavía es, porque se niegan a hablar de ella en pasado. La sevillana enamoraba en la distancia corta y eso fue lo que le pasó a Prieto la primera vez que la tuvo frente a frente y así lo recuerda él mismo. “El día que la entrevisté por primera vez, con su voz rota, tan atractiva, guardando las apariencias de un pasado glorioso y con una incontinencia verbal que me tenía alucinado… No tenía filtro alguno, era magnética”.
En estos tres años las ausencias han pesado y muy especialmente para Raúl hubo un momento en el que habría hecho lo que fuera por tenerla a su lado: “La eché mucho de menos el día de mi boda, ella hubiera disfrutado mucho”. Cuando pierdes a alguien de tu círculo cercano con el impacto público que Mila tenía es difícil convivir con su memoria. “La recuerdo muy a menudo y cuando veo una imagen o foto de ella me afecta todavía”. Raúl tuvo un último honor con su amiga que nunca podrá olvidar: “Mi último recuerdo con ella es muy bonito. Fui uno de los cinco afortunados de los que ella quiso despedirse y lo hizo rodeada de amor”. Al terminar de hablar con Raúl pienso que ojalá, cuando algún día falte, un amigo hable de mi con el amor que el habla de su Mila.
Mila, la mujer que más ha hecho sufrir como directora a Carlota Corredera
La tecnología a veces choca de forma frontal con la naturaleza de la vida y otras nos sirve para crear extraños puentes al pasado o a la muerte. Al comenzar mi charla, Carlota Corredera me cuenta que, al igual que a Raúl Prieto, le cuesta ver imágenes de Mila. “Lo pasaba muy mal cuando después de morirse la veía en momentos de Sálvame”, pero también me admite que no ha borrado su conversación de Whatsapp con la Ximénez y que. a veces, se sorprende acudiendo a ella para escuchar audios con la colaboradora. “Sé que cuando los escucho lo hago buscándola a ella, pero me quedo hecha polvo después”.
Como una suerte de juego con la muerte, volver a tenerla cerca por unos segundos no siempre tiene el efecto deseado. Carlota y Mila comparten algo que a ambas les hacía mucha ilusión: el nombre de sus hijas, Alba. Mila solía preguntar a Carlota por cómo crecía su heredera y ahora la presentadora se sorprende queriendo compartir con la Ximénez esa cotidianidad: “La echo de menos cuando de pronto me doy cuenta que Alba crece mucho”.
Para mi sorpresa al preguntarle a Carlota por su primer recuerdo con Mila me sale con la última historia que esperaba contaros por aquí, un encuentro casual antes de trabajar juntas y antes de esa segunda vida en televisión que a Mila le proporcionó reaparecer en “el Tomate”. “Yo acababa de llegar a Madrid, era 1999, trabajaba como redactora en Diario16 y me la encontré en un autobús de línea que hacía la ruta Madrid-Cádiz y me quedé flipando”.
Imaginarme todo lo que esas dos mujeres que se encontraban por casualidad en un autobús terminaron viviendo juntas me sobrecoge, a veces la vida tiene una forma extraña de jugar a las casualidades. “Me impresionó muchísimo ver a aquella mujer que yo había conocido como parte de la jet set marbellí en la prensa rosa en un autobús tan humilde como aquel, en ese momento Mila estaba desaparecida del ojo público”.
Cinco años después Carlota dirigió a la Ximénez por primera vez en televisión en el programa de Telecinco ‘TNT’. “Ahí empecé a comprobar lo que podía llegar a ser, para lo bueno y para lo malo. Guardo muy buenos recuerdos de esa época con ella”. Después de esa primera etapa vinieron catorce años juntas en Sálvame donde Carlota me confiesa que Mila la hizo sufrir más como directora que como presentadora. La Ximénez disfrutaba explorando los límites de una forma casi infantil. “Si tú a Mila le decías 'esto no lo hagas', eso era condenarte porque sabías que lo iba a acabar haciendo. Recuerdo perfectamente decirle 'Mila, esto por favor no' y cómo miraba hacia el puesto de dirección retándome como diciendo 'allá voy' para acto seguido hacer eso que le habías pedido no hacer”. Todos los amigos de Mila coinciden en decirme que era volcánica, pero también frágil y vulnerable.
Un ser irrepetible en los platós para David Valldeperas
“Por más que intento encontrar a alguien que se asemeje a ella, ha sido imposible”, es lo primero que David Valldeperas me cuenta sobre Mila y al igual que sus colegas me confiesa que se acuerda de ella prácticamente a diario. “Era una compañera muy intensa, pero a la vez tremendamente adictiva. Era absolutamente necesaria”.
Esa es la clave de todo esto, que hay personas contingentes y personas necesarias y Mila supo convertirse en una de las segundas sin proponérselo. “Mila aportaba un punto de vista único, normalmente nadie tenía una opinión, un punto de vista, una forma de explicar un tema como ella” me cuenta Valldeperas y va un paso más allá “era una filósofa, la mayoría de las veces hacía unos planteamientos que tú ni te habías pensado”.
Al contrario que sus compañeros, David conoció a Mila directamente en ‘Sálvame’ pero todavía recuerda cómo fue su primer encuentro: “yo a Mila la conocí cabreada, un cabreo por tener que disfrazarse… sus cabreos eran arte, también formaban parte del espectáculo. Ella lo sabía y jugaba muy bien con eso”. A pesar de todo Vallde me cuenta que el flechazo mutuo fue instantáneo y mientras me habla de Mila noto en su voz esa añoranza de un director que ha perdido a una de sus musas, como si preguntaras a Hitchcock por Tippi Hedren. “Normalmente cuando en un plató se habla de un tema las argumentaciones suelen ir en la misma dirección, Mila siempre era alguien que daba una versión que tú no habías pensado”.
Al igual que Raúl y Carlota, el director de Sálvame, me relata su último recuerdo junto a la Ximénez. “Me tocó dirigir un Deluxe con Kiko Rivera después de ‘La Herencia Envenenada’ y recuerdo ver a Mila desde el puesto de dirección y notar que estaba muy incómoda en la silla, no paraba de moverse”, en ese momento David aprovechó que el programa estaba emitiendo un vídeo para acercarse a la colaboradora por detrás y decirle “si quieres irte a casa, tienes un coche en la puerta esperándote”.
En aquel programa Mila ya estaba pasando por la enfermedad y David sabía que su responsabilidad profesional le impedía levantarse y marcharse a descansar, aunque lo necesitase. Mila se dio la vuelta y le dijo “muchas gracias, te quiero” y aprovechó para irse antes de que la emisión volviese a plató. Aquella sería una de las últimas veces que el director y su musa compartieran plató.
Cómo despedir a una amiga
La muerte de Mila supuso un shock para miles de personas que pasaban con ella y sus compañeros todas las tardes, pero también para su grupo de amigos. “Yo creo que todos éramos conscientes de que estaba mala, pero yo pienso que de verdad nunca pensamos que se iba a morir”, me cuenta Corredera hablando de las últimas semanas de la colaboradora. Tan convencida de que no era el final estaba, que la despedida de Mila la pilló fuera de Madrid de vacaciones con Valldeperas. “Nosotros el 23 de junio estábamos en Formentera. Nos volvimos de Formentera a Madrid y lloramos como niños en el ferry de la pena que nos daba todo viendo fotos de Mila”. Carlota me confiesa algo que espero que no moleste a David Valldeperas, pero ese día en ese ferry fue una de las pocas veces en la vida que ha visto llorar al director de ‘Ni que fuéramos shhh’.
Valldeperas sobre ese mismo momento me da la versión complementaria: “no soy de lloro fácil, me cuesta llorar. Pero en esa travesía mi cerebro empezó a bombardearme con imágenes de momentos vividos con ella y saber que no se repetirían me rompió”. Ambos tuvieron que comprarse ropa para poder asistir al tanatorio, en el caso de Carlota me cuenta que al llegar a Ibiza se compró algo rápido y al volver lo dejó en el hotel para no volver a vestir nunca más las prendas con las que despidió a su amiga. Ni Raúl Prieto, ni Carlota Corredera ni David Valldeperas han cobrado por esta charla, han accedido de forma gratuita a recordar como forma de homenaje a quien coinciden en considerar una mujer crucial en sus vidas.