Nuevo lunes y nueva tanda de invitados en ‘DashboardEl Hormiguero’ de Pablo Motos. El programa líder del access prime time empieza la semana recibiendo a la atleta gallega Ana Peleteiro. La especialista en triple salto acude al programa justo después de participar en el Campeonato Europeo de Apeldoorn, Países Bajos. Una ocasión perfecta para que conozcamos sus orígenes y su historia.
Sus padres, una profesora y un jefe de Recursos Humanos, no podían concebir hijos
La deportista de 29 años llegó a la vida de José Peleteiro, jefe de Recursos Humanos, y Carmen Brión, profesora de primaria, en 1995 para colmarles de alegría después de varios intentando concebir hijos naturales y solicitar los trámites de adopción de un bebé. “Llamaron a mi padre al trabajo el 5 de diciembre y el 10 estaban en Coruña recogiéndome. Es un tema del que no me importa hablar porque me siento superorgullosa”, cuenta la deportista. Desde el primer momento esta pareja llenó de amor a la hija que tanto habían esperado.
Su madre biológica, coruñesa y blanca, la abandonó con solo dos días
Ana Peleteiro asegura que no tiene especial interés en conocer la historia de su familia biológica. Sí que sabe que su madre biológica era gallega, coruñesa en concreto, y de raza blanca. "Ella dio a luz en su casa con 18 años y me dejó en el hospital. De hecho, hace unos meses, me enseñaron el primer registro hospitalario donde consta parte de la información. Es muy fuerte, porque ahí se ve que debió de ser algún tipo de embarazo no deseado, una situación muy difícil y que no tuvo ningún seguimiento de la gestación. No lo sé”, comenta.
De su padre no tiene más idea que su raza negra. “Yo no sé de dónde tengo genes. Es negro, eso estoy segura… siempre digo: es africano, seguro, porque todos los negros sean de África, sean de Cuba o sean de República Dominicana, los negros que están allí llegan de África, porque eran antiguos esclavos. Mi sangre es africana, y estoy muy orgullosa de ella”, advierte.
La primera familia de la lista la rechazó por su color de piel
Carmen y Jose, los padres adoptivos de Ana (y sus únicos padres, en realidad) no eran los primeros de la lista, pero tuvieron la custodia de la campeona cuando la primera pareja renunció a ella por su color de piel. “Lo entiendo porque en 1995 adoptar ya era en sí algo novedoso, como para encima estar dando aún más explicaciones”, explica la deportista que celebra que a la familia que la crió el color de su piel les importaba “una mierda”, que la querían fuese cual fuese su color de piel, “como si es azul”.
Los primeros años de vida Ana pensaba que su madre había muerto en el parto y que por eso mis padres la habían adoptado. “Hay niños que tienen amigos imaginarios, pues yo me imaginé que mi madre murió en el parto y por eso tenía padres adoptivos. Creo que es un juego como para que no te duelan tanto las cosas, protección”, reflexiona Peleteiro que siempre habla con naturalidad de su historia.
En este sentido, la invitada de Pablo Motos no recuerda el momento que tomó conciencia de que su realidad: “Si te soy sincera no recuerdo el día ni la conversación de sentarme con mis padres, yo crecí sabiendo eso. O sea, yo era negra y toda mi familia era blanca, yo sabía que algo pasaba, pero no recuerdo el día en el que le pregunté a mi madre, ¿mamá, yo por qué soy de otro color?”, era algo “tan normal” que nunca lo percibió como algo “raro ni dañino”.
No fue hasta 2016, cuando ya era una jovencita, cuando supo que su madre no está muerta y que incluso podría tener una hermana biológica. “En 2016 le digo a mi madre ‘de qué habrá muerto mi madre, ¿por el parto?’. Y me dice: ‘¿Pero ¿qué dices? Tu madre no está muerta. Tu madre te abandonó, dio a luz en casa ella sola y te llevó a menores en Coruña y la única información que dio fue que no quería que nadie de su familia te adoptase, y que tenías una hermana”.
Peleteiro cuenta que tras recibir esa información tan potente necesitó un tiempo para gestionarla: “Enterarte de repente que tu madre te ha abandonado es más heavy, con 20 años que tenía en ese momento. Lo llevé muy mal, y fue como ‘ostras al final soy adoptada porque me abandonaron’. Empiezas a plantearte cosas”, dice la deportista que tiene muy claro que no tiene ninguna necesidad de buscar a su familia biológica.
En el Instituto vivió por primera vez el racismo
La naturalidad de su hogar contrasta con algunos episodios con los que tuvo que lidiar fuera de ella. Durante la primaria, donde su madre fue su profesora, no hubo problemas, pero fue en el Instituto donde le llamaron por primera vez “negra de mierda”. La medallista no considera que lo suyo fuese bullying porque sus acosadores no podían con ella: “yo me defendía en todo momento, pero tuve que pelearme varias veces", reconoce.
"Mi padre se pasaba todo el día en la jefatura de estudios, la verdad, pero encantado, porque siempre me decía que me defendiera, aunque tuviera que estar él ahí todos los días de la semana". Sin embargo, también lamentó no haber tenido un referente que le hablase de que "ser negro no es nada malo", lo que a veces le dificultaba poder defenderse mejor.