NADA más empezar nos confiesa: "Estoy un poco resfriada". Nos acomodamos en el sofá y le da un sorbo a su café con leche. Son unos días intensos para ella, su boda con Víctor Elías (33) se celebrará en tres semanas y acaba de lanzar su cuarto álbum de estudio, Sin final. Una vorágine de emociones y trabajo que Ana Guerra (30) sobrelleva con el mejor de los ánimos. La cantante canaria se siente feliz y sus ojos se iluminan al hablar de su futuro marido, sonríe al confesarnos cuándo supo que él era el candidato perfecto para formar una familia y pone una mueca cuando nos explica también todo el revuelo que se ha liado con la lista de invitados a su boda (se llegó a decir que acudiría la Reina Letizia, prima en segundo grado de Víctor). Una Ana Guerra que tampoco tiene problemas en recordar que en sus inicios su relación con la prensa no era del todo cercana…
En tu nuevo disco te abres en canal. Las letras son muy autobiográficas…
Claro, porque te estoy cantando cosas que no te contaría. Lo puedo cantar, pero no puedo contar.
Una de las más sentidas es la que le dedicas a tu próximo marido, Víctor Elías. ¿De eso se trata, no?
De que todo el mundo extrapole lo que yo estoy sintiendo en ese momento.
Te casas en cuestión de días (31 de octubre), pero te noto de lo más serena.
Es que el foco ahora mismo está en esto que tengo aquí (su cuarto disco). Esta semana me he prohibido pensar en la boda porque si no, no soy capaz de hacer entrevistas bien, no estoy en el momento presente, estoy futurizando todo. Esta semana me voy a centrar en la promoción y luego todo en la boda. Tengo muchas ganas. Tanto él cómo yo queremos compartir con la gente que queremos este día tan importante.
Hace poco estuve charlado con Natalia Sánchez y Marc Clotet y me dijeron que todavía no tenían vestido ni regalo.
Pero a última hora todo sale bien, estoy segura.
¿Cuándo supiste que era él con quien te querías dar el ‘sí, quiero’?
Un agosto me encontraba en Tenerife y fue superbonito porque estuvimos separados un mes. Él estaba en Madrid, yo en Tenerife y dije: “Ojo, cuánto le echo de menos, pero qué feliz estoy siendo también yo conmigo misma”. Pensé: “Aquí no hay dependencia, es un amor supersano y está siendo muy bonito”. Creo que ahí me di cuenta de que era él.
La pregunta del millón es quién irá a la boda y quién no. ¿Tus compañeros de OT? ¿La Reina Letizia?
Todos mis compañeros están invitados y eso es porque queremos ver en nuestra vida a esas personas. La Reina no podrá asistir, pero sería un placer tomar, en cuánto pueda, un café con ella.
¿Vas a cantar?
(Risas) La verdad, no tengo nada preparado en ese sentido, pero dejaremos que surja la improvisación.
¿Te sientes abrumada por la expectación generada?
Me lo estoy tomando con humor. Cuando entendí que vosotros me preguntáis por qué a la gente le interesa, entonces se relativiza todo mucho mejor.
Hubo un momento en el que la relación entre la prensa y tú era un poco tensa, ¿y ahora?
Lo que sucedía es que, a veces, yo tenía la impresión de que la prensa me exigía que yo tenía que saber cómo funcionaba todo. Se supone que una artista que está en este nivel tiene que saber comunicarse con la prensa, tiene que saber lo que tiene que hacer, tiene que saber a quién le tiene que decir qué cosas, a quién no... Es como si lo tuviéramos que tener todo bajo control.
¿Pero no os prepararon para eso?
A nosotros se nos escapaban cosas de control porque no sabíamos qué era normal y qué no lo era, si habíamos metido la pata o no. Nosotros (habla por su edición de Operación triunfo) teníamos que aprender también a convivir con vosotros y al revés. Y yo al principio estaba cerrada a todo. Poco a poco fui entendiendo que, al conocerme como artista, el público quería saber más de mí como persona.
¿Recuerdas el momento más amargo?
Quizás uno de los más amargos es cuando se hacen virales noticias que no tienen nada que ver contigo o te tachan de racista o cosas así. Recuerdo meterme rápido en un taxi cuando veía un paparazzi como si tuviera algo que ocultar. Ahora, mirándolo con perspectiva, dejaría que me sacara la foto y no pasa nada.
Tuve la oportunidad de coincidir contigo durante la presentación del disco y te vi muy ilusionada.
Yo estaba increíblemente feliz porque estoy presentando lo que quiero, estoy cantando lo que quiero cantar y contándote lo que te quiero contar. Este disco soy yo. Siempre respeto los gustos de la gente y esos gustos te pueden gustar más o menos, pero nadie puede cuestionar mis años de carrera.
Llevabas tres años sin sacar nuevo disco. ¿En qué has cambiado durante todo este tiempo?
He aprendido mucho, he crecido como persona, he hecho mucha terapia, salía de una catarsis personal… y, por fin, he encontrado mi camino en la música, he encontrado mi esencia.
¿A qué te refieres con catarsis personal?
Me refiero a cuando llegó el confinamiento, que nos paramos ahí, y fue cuando llegó mi disco La luz del martes. En ese momento me decía a mí misma: “Pregúntale a la chica que yo era entonces, cuando cantaba en la calle, qué es lo que quiere cantar ahora y que además esto le sirve de terapia.
¿Piensas que hablar de terapia sigue siendo tabú?
Sí. Hay una cosa social de que para estar en terapia hay que estar loco. Fíjate tú qué frase más horrible, más horrorosa. Es verdad que ahora está de moda y también viene guay que sea así porque se va rompiendo un cliché. Por contarlo de alguna manera, casi podemos decir que está de moda la salud mental y eso es maravilloso. ¿Pero qué es lo que pasa? Que no tenemos los recursos de la Seguridad Social que necesitamos para que todo el mundo pueda acceder a eso.
La fama te llegó hace casi ocho años, ¿cuánto te ayudó ir a terapia para poder gestionar la fama?
Nadie está preparado para un fenómeno como OT y necesitábamos ayuda para gestionar nuestras emociones. Hubo un momento en el que me superó y al igual que alguien va al gimnasio para mejorar el físico, yo fui al médico del cerebro para que me diera las herramientas necesarias para subsistir.
¿Cómo resumirías este momento vital que estás viviendo?
No quiero dar una imagen irreal de estas típicas que se dan en redes sociales, pero tengo que reconocer que estoy viviendo un buen momento. Un momento muy dulce a nivel profesional y también personalmente. ¿Te imaginaste alguna vez la Ana Guerra de ahora? Hubiera sido demasiado presuntuoso por mi parte que mi imaginación llegara tan lejos.
Hace poco te hemos visto cantar encima del escenario con Isabel Pantoja ¿Qué destacarías de ella?
Desde el primer momento conectamos. Isabel es muy generosa y cantar con una grande de España ha sido un gran orgullo para mí. Me trató fenomenal y le estoy agradecida a ella y a todo el equipo por el cariño.