Jesús Calleja no estudio la carrera de Periodismo, pero con el paso de los años ha demostrado que hubiera sido una muy buena opción. De la mano de su programa ‘Planeta Calleja’, el aventurero ha tenido la oportunidad de conocer más de cerca a algunas de las caras más conocidas de la sociedad española, poniéndoles a prueba y preguntándoles por todo aquello que nadie más se atreve. La última en pasar por sus manos ha sido Ágatha Ruiz de la Prada, con quien se ha ido de viaje hasta la lejana Costa Rica.
Mucho más que una mujer de moda
Acostumbrados a verla siempre de punta en blanco, la diseñadora sorprendió con su versión más aventurera.
Sin dejar de ser ella
Aunque se adentró en la selva, Ágatha no dejó de ser ella y se llevó a su maquillador para estar guapa en todas las escenas. "En mi casa no me persiguen tres cámaras", fue su justificación.
¡Menudo kit!
Entre colorete, pintalabios y máscara de pestañas, Jesús aprovechaba para descansar y planificar lo que harían después.
De sorpresa en sorpresa
Sin duda, la diseñadora ha sido una de las invitadas que más han sorprendido a Calleja, que no se esperaba que fuera tan abierta y simpática.
Sin pelos en la lengua
Desde que se divorció de Pedro J. Ramírez la diseñadora ha desvelado muchas cosas sobre su relación, pero la que le contó al leonés ha sido la más sorprendente de todas.
La gran pregunta
“¿No tuviste ningún escarceo mientras vivías con…?”, quiso saber Jesús.
Se quedó con ganas
“Muy pocos. Debería haber tenido más”, fue la respuesta de Ágatha, que ha dejado a todos con la boca abierta.
Una mujer nueva
Si tras conocer la decisión de su marido de poner punto final a su matrimonio Ágatha parecía deshecha, con los meses renació como el ave fénix.
No se arrepiente de los escarceos
Su gran apoyo
De la Prada no vivió sola la aventura, su hijo, Tristán, la acompañó a Costa Rica.
¡Y qué valiente!
Pero no solo demostró valentía al confesar sus romances del pasado, sino también acercándose a los animales de la zona.
No le gustan nada las serpientes
Terminaron abrazados
Pero no por nada amoroso, sino porque ascendiendo un volcán extinto comenzó a soplar un fortísimo viento que casi termina tirándoles al suelo.
Tuvieron que abandonar
El viento les hizo dar la vuelta
¡Y solo les quedaban 50 metros para llegar a la cima!