Cuando se cumplen 14 años de la muerte de 'la más grande', analizamos los rasgos de la personalidad de Rocío Flores en los que tanto se parece a su abuela.
El 1 de junio se cumplen 14 años de la muerte de Rocío Jurado. Una de las cantantes más todoterreno que han nacido en nuestro país. Una artista que enalteció la copla y paseó el nombre de Andalucía dentro y fuera de nuestras fronteras. Aunque ha pasado mucho tiempo desde que la de Chipiona nos dejara, no la hemos olvidado. Menos aún ahora, cuando su nieta Rocío Flores se juega el todo por el todo en la recta final de 'Supervivientes 2020'.
El nacimiento de Rocío hizo abuela a la Jurado a los 52 años
Millones de españoles hemos visto crecer a la hija de Antonio David Flores y Rocío Carrasco. La hija mayor de la pareja vino al mundo el 13 de octubre de 1996. Su abuela tenía entonces 52 años y estaba en lo más alto de su carrera. La artista nunca deseó que su hija se convirtiese en madre tan joven, con tan solo 19 años, pero lo cierto es que la llegada de la pequeña Rocío fue una bendición para la familia. La niña, de preciosos ojos verdes, había heredado gran parte de los rasgos físicos de su abuelo, Pedro Carrasco. Pero también llevaba en los genes mucho del poderío de los Mohedano. Unos aspectos de su carácter que no hemos descubierto hasta que no ha entrado en el 'reality' de Telecinco.
Lo que tienen en común las dos Rocío
Porque ha sido gracias al concurso cuando hemos podido conocer mejor la manera de ser de Rocío. A lo largo de 14 semanas de programa ha salido a flote su personalidad. Una personalidad que, innegablemente, ha heredado de Rocío Jurado. Si algo ha definido la conducta de la joven en estos casi tres meses de concurso ha sido su lealtad a sus seres queridos, sus férreos valores familiares, la pasión con la que quiere a los suyos, lo honesta que es al relacionarse con los demás... Sincera, clara, tajante cuando la situación lo requiere, sensible y muy cariñosa. Así es Rocío Flores. Y así era también su venerada abuela. Y es que de casta le viene al galgo: imposible negar que los genes de la matriarca corren por sus venas.
Los primeros años de Rocío Flores junto a los Mohedano
Además de los genes, el entorno en el que se crió la joven favoreció un contacto permanente con su familia. Durante sus primeros años de infancia, Rocío Flores mantuvo contacto muy frecuente con su abuela, con su entonces marido, José Ortega Cano, así como con su tío Amador Mohedano y su mujer, Rosa Benito, y las hermanas de la cantante. Eran otros tiempos. Años en los que reinaba la armonía en la familia. Nada hacía presagiar aún el drama que tendrían que vivir Rocío y su hermano David tras la separación de sus padres (en 1999), así como tras la muerte de la chiponera en 2006. Después de aquello, el cisma familiar fue tan grande que la estabilidad se hizo trizas.
La familia, lo primero
El resto de la historia la conocemos todos. A día de hoy, Rocío y su madre llevan siete años sin hablarse. Una situación que produce un gran dolor en la joven, para quien el vínculo con su familia es uno de sus pilares fundamentales. Éste era también una de las prioridades de Rocío Jurado. Aún siendo una estrella de ámbito internacional, siempre se apoyaba en los suyos. No cabe duda de que la nieta de la tonadillera es, en cierta manera, un reflejo de su abuela. A continuación repasaremos los principales rasgos que Rocío Flores ha legado de ella.