Que la actual situación de la Familia Real británica no es la ideal es algo que no se le escapa a nadie. Dos de sus principales miembros luchan por recuperarse de los cánceres que padecen, otros intentan suplir las ausencias de los convalecientes como pueden, otros parecen hacer méritos para añadir nuevos escándalos que salpiquen a la institución. En este último grupo está el Príncipe Andrés, hermano del Rey Carlos III, que después de que el Gobierno anunciara que estaba siendo investigado por sus posibles vínculos con un espía chino ahora ha sido denunciado por supuestamente haber utilizado un nombre falso para operaciones de especulación financiera.
De fondo, tras todas estas situaciones, está la brecha creada en la familia con el Meghxit. Cuando el Príncipe Harry y su mujer, Meghan Markle, tomaron la decisión de dar un paso hacia detrás y abandonar la primera línea de la Familia Real, una de las consecuencias, que, si bien no fue inmediata sí que fue acrecentándose día a día, fue el distanciamiento con su hermano, el Príncipe de Gales. Ese distanciamiento cada vez se ha ido haciendo mayor y a día de hoy parece insalvable, ya que ni la falta de su abuela, ni la enfermedad de su padre o su cuñada ha sido suficiente para obrar un acercamiento entre ambos príncipes.
Pero esta relación no siempre fue espinosa. Ahora unas sorprendentes cartas salen a la luz y tal y como recoge el diario ‘The Sun’ evidencian que en otro tiempo los hermanos se profesaban un cariño sincero.
De los besos infinitos a la nada
Casi 12.000 euros es la cifra que un comprador ha pagado en una subasta por una carta manuscrita de la Princesa Diana de Gales cuyo contenido ahora se he hecho público. Concretamente la casa de subastas Sworders Fine Art Auctioneersponía a la venta un lote que ellos describían como “una carta manuscrita de dos páginas escrita el 25 de septiembre de 1984 en el papel de la Princesa Diana con membrete de Kensington Palace dirigida a “Collie” como muestra de agradecimiento por el primer regalo navideño del Príncipe Harry”.
Esta misiva, escrita por la desaparecida Princesa de Gales, iba dirigida a Violet Collison, quien fue ama de llaves de la residencia familiar de Diana y a quién la primera mujer de Carlos III llamaba coloquialmente “Collie”. En la nota de agradecimiento, un gesto muy común por parte de los miembros de la Familia Real para corresponder un detalle de alguien de su entorno, Diana se deshace en agradecimientos y cuenta detalles de la relación de los hermanos que ahora se han hecho públicos.
Entre las líneas de esta nota de dos páginas Diana describe que para ella era “un espectáculo maravilloso” ver cómo sus dos hijos se daban cariño mutuamente y que era algo que adoraba ver cada vez que se lo permitían. En el texto Diana continúa agradeciendo a su amiga el haber pensado en ellos haciéndoles llegar el regalo para el benjamín de la familia asegurando que se sentían “enormemente conmovidos y agradecidos”. Además, en un momento de confidencia, Diana cuenta cómo “William adora a su hermano pequeño y se pasa todo el tiempo dándole un suministro interminable de abrazos y besos”. Algo que parece haber cambiado mucho con el tiempo, desgraciadamente.
El interés por la Princesa Diana sigue muy vivo
Esta carta, testigo de una época y un momento vital en extinción, superó todas las expectativas de Sworders Fine Art Auctioneers llegando a multiplicar por diez su valor estimado en la subasta. Mientras la casa de subastas esperaba sacar por ella algo más de mil euros, la realidad es que se ha vendido en más de 12.000 euros. Esta venta demuestra una vez más el inagotable tirón que aun a día de hoy conserva la fallecida Princesa Diana y el interés que gravita entorno a su figura y a cualquier detalle de su vida privada.
La actual relación de los hijos de la desaparecida Diana, por desgracia, se desarrolla por derroteros muy distintos de esos infinitos besos y abrazos que se profesaban de pequeños. Los hermanos se ven solo en las ocasiones ineludibles como, por ejemplo, los funerales de la familia. Y aun en esas tristes ocasiones cada uno se mantiene en su distancia elegida sin interactuar o intercambiando las palabras justas, como ocurrió en el funeral del marido de su tía, Lord Robert Fellowes, el pasado mes de agosto. Los hermanos se encontraron en tan triste acontecimiento y no se dirigieron la palabra, de hecho, el Príncipe Harry se quedó en aquella ocasión en casa de su familia materna, escenificando de esta forma la ruptura total con los Windsor.