En estos días Noruega bulle. La detención de Marius Borg (27), el hijo mayor de la princesa Mette-Marit de Noruega, por agredir "física y psicológicamente" a una mujer en un apartamento de Oslo, es la comidilla del momento.
La investigación policial sigue arrojando nuevos datos y algunos son bastante inquietantes. Hay puñetazos, amenazas grabadas, destrozos de mobiliario y hasta un cuchillo clavado en la pared... Lo que está claro es que este grave asunto ha salpicado con fuerza a la Casa Real noruega.
Y todos miran a la madre del acusado, la esposa del heredero al trono y futura reina consorte del país. Esa Mette-Marit que, justo cuando ya tenía al pueblo comiendo en su mano, que cuando, tras casi 23 años de matrimonio con el príncipe Haakon, por fin se había ganado su confianza, ahora tiene que revivir su peor pesadilla: la de su "pasado salvaje".
Ella misma definió así su juventud libre y despreocupada, en la que coqueteaba con sustancias, vivía la noche noventera y se pillaba por los 'chicos malos'... A Haakon lo conoció en un concierto de rock. La chispa prendió y ambos lucharon por su amor. Mette-Marit pidió perdón público. Ese era el pase previo obligado para poder entrar en la realeza.
El difícil camino de Mette-Marit hacia el trono
Al principio todo fueron sospechas, miradas de reojo y gestos de desaprobación. La opinión pública torcía el morro. Empezando por sus propios suegros, los reyes Harald y Sonia, pensando quizás en quién iba a meter su hijo en casa.
El amor triunfó y los agoreros se quedaron con las ganas. De momento. Mette-Marit se reformó, aprendió. La princesa domada. La pareja ha tenido dos hijos en común (Ingrid Alexandra y Sverre Magnus) y demuestra un firme compromiso con la Corona.
Bien lo saben. En el último año los achaques de salud del monarca han obligado a los príncipes herederos a dar un paso adelante, tomar las riendas y cumplir con la agenda al máximo nivel, en el caso de Haakon incluso como Regente del Reino. No habrá tomado la corona todavía, pero ya va curtido. Su padre, por cierto, ha asegurado que no piensa abdicar.
Sin olvidar que la princesa Mette-Marit padece fibrosis pulmonar crónica, diagnosticada en 2018. Una circunstancia que le produce una gran fatiga y que la obliga a guardar periodos de reposo prolongados lejos de sus compromisos reales.
Sin embargo, ella muestra su mejor disposición y continúa ejerciendo su papel sin tacha. Y con orgullo, velando por el futuro de los suyos. Su hija Ingrid ya tiene 20 años y se prepara como futura reina de pleno derecho de Noruega.
Pero la futura soberana y jefa de Estado tiene un hermano, por decirlo de algún modo, díscolo. Y eso provoca un dolor de cabeza constante...
Marius Borg, el hijo díscolo de la realeza noruega
Porque sí, en medio de todo este panorama, ha saltado la liebre. Marius Borg es fruto de una relación de soltera de Mette-Marit con Morten Borg, un hombre que llegó a pasar por la cárcel por tráfico de drogas. Y ahora ha hecho acto de presencia para alterar la paz familiar, convirtiéndose en el protagonista de un acto desafortunado.
La paz de la Familia Real noruega. La perspectiva cambia.
¿Nadie lo esperaba? Bueno, no podemos decir que la detención de Marius haya sido una sorpresa total.
Su historial está sembrado de 'pequeñas' bombas. Lo conocimos en el balcón del Palacio Real de Oslo, saludando al pueblo en brazos de su mamá, que se acababa de casar con el príncipe Haakon. Era el 25 de agosto de 2001. Un angelito rubio y dulce de cuatro años. Todo el mundo lo adoró.
El pequeño se crio en el seno de la Familia Real como uno más. Los reyes eran sus abuelos y Haakon su papá. Luego vinieron sus hermanitos y el cuadro de la felicidad pintaba completo.
Marius creció y se convirtió en un atractivo joven que desataba a suspiros. Alto, rubio y con un puntito canalla. Eso sí, sin títulos reales ni opciones a la sucesión al trono.
Marius acudía a los actos oficiales importantes junto el resto de la familia, hasta que poco a poco fue desapareciendo de la foto. Ahora solo le vemos en contadas ocasiones especiales, como en los festejos por la mayoría de edad de su hermana.
Marius se independizó, voló solo, se echó novias... Hasta vivió en Londres y en Estados Unidos con una de ellas. Pero también empezaron a saltar señales de alarma. ¿Qué estudiaba? ¿A qué se dedicaba el hijo de la princesa Mette-Marit? ¿Cómo se ganaba la vida?
Marius ha ejercido de periodista, asesor inmobiliario, mecánico de motos... Amante del surf, el skate y los perros, Marius se define en su cuenta de Instagram con una sola palabra: "Pirata". No lo actualiza desde hace siglos.
El lado oscuro de Marius, el hijo díscolo de la princesa Mette-Marit
Una trayectoria errática que, sin duda, Mette-Marit debía percibir con preocupación. Una madre que probablemente ha sido testigo o es muy consciente del lado oscuro de su hijo y que, por eso mismo, ha tratado de protegerlo al máximo. En los medios noruegos se habla de que eso le ha perjudicado, que los mimos le han conducido a esto...
Así fueron conociéndose algunas 'travesuras' del joven. Entre ellas, conducir a más velocidad de la permitida mirando un móvil; poner un anuncio para vender una moto y filtrar la dirección de su madre; no acudir al evento por el 50 cumpleaños de Mette-Marit y de su padrastro el año pasado, pero ser pillado esa misma noche en una fiesta privada vestido de James Bond...
El último episodio que hemos conocido de las andanzas de Marius es el más grave, por supuesto. Según la policía, tras la llamada de un amigo de la supuesta víctima (una joven en la veintena) desde un apartamento, los oficiales que se presentaron allí fueron testigos del desastre.
La joven tuvo que ir al hospital con una conmoción y signos de estrangulamiento. La denunciante está de baja, pero no ha puesto una orden de alejamiento contra Marius, según su abogada. Esta también ha señalado que "las partes están en diálogo", sugiriendo quizás la posibilidad de un acuerdo.
La prensa noruega apunta a que la víctima podría ser Rebecca Helberg Arntsen, la última novia de Marius, con la que sale desde finales de 2023.
Una conocida revista noruega publica en portada los efectos del supuesto paso de Marius por allí y las fotos son demoledoras. Una lámpara rota, cristales por el suelo, un cuchillo en la pared... Y restos de sangre, que están analizando para comprobar si Marius estaba ebrio en el momento de los hechos.
La policía también avanza otros datos interesantes. Existen un par de grabaciones de audio en las que Marius amenaza a la chica con incendiar su casa.
Según el informe, Marius Borg se encontraba en Skaugum, la residencia oficial de los príncipes herederos, situada en Asker, el domingo 4 de agosto. Es previsible que Haakon y Mette-Marit estuvieran presentes y que le ofrecieran sus mejores consejos en medio de tan delicada situación.
La policía ha confirmado que habló con el joven por teléfono y que las dos partes acordaron que el arresto se produciría no allí, sino en la cercana escuela de Jansløkka, donde, por cierto, han estudiado sus hermanos menores. Entonces Marius se dirigió al colegio y la detención se llevó a cabo ese mismo domingo, a las 16.10 horas.
Eligiendo un territorio 'neutral' para el arresto, y no la residencia del futuro monarca, se habría querido minimizar en cierto modo el escándalo. La policía afirma que el trámite se desarrolló "con tranquilidad". Marius fue puesto en libertad al día siguiente, el lunes 5 de agosto, a las 15:39 horas.
Marius desaparecido; Haakon y Mette-Marit, preocupados
Por el momento Marius Borg no se ha dejado ver. Los que sí han dado la cara han sido Haakon y Mette-Marit. Ambos tenían que estar en París el 6 de agosto para apoyar a sus deportistas en los Juegos Olímpicos, pero al principio solo viajó el príncipe.
Allí este ofreció unas primeras palabras, alegando que era "un asunto serio", pero que no le correspondía a él abordarlo y que había que dejar trabajar a la policía.
Mette-Marit se quedó en casa esperando los acontecimientos respecto a su hijo. La preocupación por lo que esta grave noticia pueda repercutir en su salud está latente. Pese a todo, la princesa finalmente se trasladó a París el pasado viernes para acompañar a su esposo y asistir a las últimas jornadas de las Olimpiadas, cumpliendo con su deber. Al mal tiempo, buena cara.
En París la princesa Mette-Marit sonreía, animaba a los deportistas y celebraba sus éxitos... pero por dentro su 'carrera' era otra. Afrontar uno de los tragos más amargos que le ha presentado la vida para ganar, si acaso eso es ganar, la medalla de Oro a la resiliencia, al aguante.