La princesa Charlène de Mónaco ha viajado al Vaticano para citarse con el Papa Francisco. Su rostro ofrece una visión triste
La princesa Charlène de Mónaco para estar saliendo de su refugio cada vez con más ganas y también con mayor frecuencia, lo que supone un alivio para aquellos que aún siguen preocupados por su estado de salud mental y emocional, el cual se ha visto resentido en los últimos años derivados por graves problemas de salud. Pero ahora la esposa del príncipe Alberto de Mónaco está dispuesta a dejar sus demonios en el pasado y afrontar el presente con optimismo, aunque aún en su rostro es difícil encontrar un atisbo de sonrisa. Al menos no en su visita oficial al Vaticano, que ha tenido lugar este miércoles con motivo de una cita programada con el Papa Francisco, donde la princesa Charlène ha mostrado su versión más sobria y regia, con mantilla incluida, aunque también es cierto que la ocasión lo merecía. O quizá no tanto, dado que con ello ha renunciado a un privilegio que tan solo otras 10 mujeres en el mundo pueden obtener en presencia del pontífice.