La reaparición de Kate Middleton está más lejos de lo que se esperaba. Y eso ya es decir. Había voces que aseguraban que haría una breve aparición durante el Trooping the Colour, una de las citas por antonomasia de la monarquía británica, pero ha quedado totalmente descartada. La princesa de Gales confirmaba su ausencia en una carta que, lejos de calmar los ánimos en Reino Unido, ha generado un descontento mayúsculo.
Mientras se suceden las especulaciones sobre su verdadero estado de salud, van surgiendo informaciones sobre su vida menos pública. La última, relativa a cómo ella y el príncipe Guillermo educan a sus hijos y, más aún, les imponen una férrea regla que, en otras familias, sería simplemente impensable.
La desaparición de Kate Middleton y su larga convalecencia que ya empieza a hacer mella
Han pasado tres meses desde que Kate Middleton se dejó ver en el vídeo que grabó para anunciar al mundo que padece cáncer y está recibiendo quimioterapia preventiva. A pesar de la polémica que su desaparición está generando, parece que la casa real británica no tiene pensado azuzar a la mujer Príncipe Guillermo de Inglaterra para que retome su actividad pública. Ni siquiera la presión que está recibiendo por parte del Gobierno de Rishi Sunak ha hecho mella en ella, que no volverá al trabajo hasta que lo considere oportuno.
Una decisión que está ahondando más si cabe en la preocupación que se ha adueñado del Reino Unido sobre la verdadera situación médica que enfrenta la futura reina del país. Hermetismo absoluto en torno a ella mientras sigue recluida en Adelaide Cottage, a las afueras de Londres, enfocada en su recuperación y en el cuidado de sus tres hijos. Aunque hace unas semanas corrió como la pólvora que la habían visto haciendo compras en los alrededores de su exclusivo domicilio, no ha trascendido ninguna imagen de estas, cada vez más cuestionadas, salidas.
La regla de oro de los príncipes de Gales que sus hijos no puede desoír, mucho menos quebrantar
Para Kate Middleton y el príncipe Guillermo, su prioridad ahora son Charlotte, Jorge y Luis, a quien su madre atiende de primera mano con la inestimable ayuda de María Turrión, la 'nanny' española que vela por su cuidado y bienestar desde hace más de una década. A ella le toca acompañarles durante la enfermedad de su progenitora y, también, trasladarles las estrictas normas que imperan en la vivienda familiar. Unas normas que fueron cuestionadas recientemente por los expertos. Y eso que no había salido a la luz una de las más insólitas que se acaba de dar a conocer.
Según ha podido saber 'Hello', los nietos del Rey Carlos III tienen tajantemente prohibido alzar la voz. Qué decir de gritar. Da igual el motivo o la justificación que les lleve a recurrir a este método. Es una pauta inquebrantable que, en caso de producirse, genera una reacción del todo adversa por parte de sus famosos padres, que no es otra que zanjar cualquier posibilidad de mantener una conversación con ellos. Tampoco los príncipes de Gales se permiten alzar el tono de su timbre para dirigirse a Charlotte, Luis y Jorge, sin importar las circunstancias.
"Controlar el volumen de la voz es una regla doméstica estricta, por lo que, la comunicación con los jóvenes príncipes y la princesa se detiene cuando sucede. Gritar o alzar la voz está completamente prohibido también para sus padres con el objetivo de que los niños no se sientan empoderados o apoyados en esta acción", recoge la revista en boca de Sarah Carpenter, una niñera formada en la prestigiosa Universidad de Norland, donde se educan las 'nanies' de la élite británica y donde también se formó María Turrión.
El método alternativo de Kate Middleton y el príncipe Guillermo para tratar a sus hijos
En cambio, Kate Middleton y el heredero al trono optan por un método mucho menos "prosaico" o, incluso, mundano, que pasa por sentarse a hablar con sus hijos sobre sus emociones. "Esta alternativa permite que los pequeños príncipes puedan exteriorizar lo que sienten y, claro está, la regla de oro tiene que ser recíproca, por lo que ellos tampoco se permiten chillarles", sentencia la niñera.
No es la única pauta "poco realista", según los expertos, que el matrimonio real impone en la casa familiar. Tampoco puede haber llantos ni mucho menos rabietas, ni en público ni en privado. "Los menores siguen un conjunto de reglas mucho más estrictas que la mayoría de los niños, bajo la atenta mirada de su niñera. Ella se asegura de que se mantenga la disciplina y la estructura en la casa real", señalan desde el 'Daily Mail'.