Cada año la familia real monegasca saca a pasear su barco, el Pachá III. Con 36 metros de eslora y una historia trágica a su espalda, son muchos los que reparan en él por su propietaria. Y es que Carolina de Mónaco es quien está detrás de esta embarcación que recibió a manos de su segundo marido, el apuesto empresario Stefano Casiraghi. Pero, ¿por qué llama la atención de todos?

Fue en el año 1990 cuando el empresario y deportista italiano adquirió este navío. Meses antes de su trágico e inesperado fallecimiento, Stefano se enamoró de este barco en el Puerto de Mónaco. Construido en 1936 en menos de seis meses, pasó por diferentes manos hasta llegar a la hermana del príncipe Alberto de Mónaco. Fue ella, quien junto a su marido, decidió cambiar el nombre del mismo, pasando de llamarse Arlette II a Pachá III, por sus tres hijos. 

El barco de Carolina de Mónaco fue un regalo muy especial

El barco de Carolina de Mónaco fue un regalo muy especial.

Gtres

El trágico fallecimiento del segundo marido de Carolina de Mónaco

El mismo año de su adquisición Stefano falleció mientras competía en la Fórmula 1 de las aguas, a bordo de una lancha Pinot, en la que quedó atrapado tras chocar con una ola a más de 150 kilómetros por hora. Según cuentan, Carolina de Mónaco le pidió que no participara en esta competición, un ruego al que él hizo caso omiso y cuya decisión terminó, sin él saberlo, con su vida. 

Entonces solo tenía 30 años y toda una vida por delante, lo que dejó un grandísimo vacío en los suyos. Especialmente en Carolina de Mónaco, que reapareció destrozada en su funeral. Quizás para rendirle homenaje reformó y restauró la nave que Stefano le había regalado poco antes de morir. No dudó entonces en desembolsar más de 3 millones de euros para pintarlo de nuevo, incluir muebles a medida de un diseñador reconocido, cuatro camarotes de lujo y una suite principal, además de una cocina, capaz de dar de comer a una familia real. 

El barco de Carolina de Mónaco, a examen

El barco de Carolina de Mónaco, a examen.

Gtres

Es habitual verla a ella, al igual que a otros miembros de la familia de Carolina de Mónaco a bordo. Lejos queda el duelo que vivió hace más de 34 años, sin duda alguna, uno de los momentos más duros de su vida. Un fatídico día sobre el que se pronunció mucha gente en Italia, entre otros el empresario, Peppino Guarraccione, que cargó duramente contra Stefano por salir a navegar ese día. 

"Era un irresponsable que se creía el amo del Mediterráneo, el dueño de Montecarlo y una especie de Supermán. El viento y las olas aconsejaban prudencia; Stefano, en cambio, pisó el acelerador", espetó. Fue justo después de su funeral cuando su viuda hizo las maletas y se trasladó a un lugar recóndito, donde en un principio no había ni cámaras ni actos oficiales. Nos referimos a Saint-Rémy, un lugar de la Provenza Francesa, en el que vivió junto a sus hijos durante algún tiempo. 

La vieja granja a la que se mudó Carolina de Mónaco tras quedarse viuda

Residió en una vieja granja, donde la tranquilidad estaba muy presente. Años después se enamoró de nuevo, esta vez de un actor francés llamado Vincent Lindon, con el que estuvo hasta 1995. Pudo llevar en aquella época la vida de cualquier mortal, ir a la tienda a comprar o pasear en canoa, lo que evidenció que algo en ella había cambiado. 

A pesar de que haya para quien este sitio puede resultar un lugar cualquiera, para Carolina de Mónaco y su familia fue un lugar especial. Tanto que su hija, Carlota Casiraghi se casó allí años después. Eligió este pueblo pintoresco, a la par que idílico, pero no lo hizo por por su cercanía a Aviñón o Marsella, sino por los recuerdos que atesoraba de su infancia. Allí vivieron algunos de los años más felices de su vida, a pesar de que su llegada fue completamente inesperada para ellos. También dura. Saint-Rémy de Pronvenza fue un refugio para ellos, además de una terapia con la que pudieron superar el golpe más duro que habían recibido. 

El matrimonio de Stefano Casiraghi y Carolina de Mónaco: así fue su relación

Carolina de Mónaco se enamoró de Stefano Casiraghi, un joven de rica familia con el que se casó por lo civil. Se conocieron en el año 1983, siendo siete años después cuando su cuento de hadas saltó por los aires. 

Fueron padres de tres hijos: Andrea, Carlota y Pierre, junto a quienes vivieron una etapa muy especial hasta que el 3 de octubre de 1990 todo acabó para la pareja. Tal fue el shock que Carolina de Mónaco no ha mencionado apenas al que fue su marido, al menos públicamente.