La tradicional recepción al Cuerpo Diplomático auspiciada por la reina Isabel en el palacio de Buckingham volvió a representar el mejor ejemplo de fuerza de la monarquía británica. Si hablamos de joyas, la nonagenaria soberana presume de tener unos fondos envidiables, tanto que da para ella y todas las miembros de la familia. Para esta cita la etiqueta es máxima: chaqués para los caballeros y vestidos largos para las damas. En el caso de las 'royals' deben, además, ir cubiertas con tiaras y grandes collares y pendientes. Una vez más, ninguna de ellas decepcionó.
Para empezar la propia Isabel II, quien ataviada de blanco, se plantó un espectacular juego de tiara y collar de diamantes y esmeraldas. El considerable tamaño de las llamativas piedras preciosas nos da una idea de su enorme valor. Se trata de una de las coronas favoritas de la monarca y también de las más versátiles, puesto que se puede poner con o sin esmeraldas. En esta ocasión, la reina se la puso al completo.
Esta recepción sirve para dar la bienvenida y celebrar con los distintos embajadores del mundo antes de las navidades. Una gala perfecta para charlar y mezclarse con personas de diferentes culturas haciéndoles sentir como en 'casa'. Para ello la reina Isabel es una excelente anfitriona. Pero no debemos olvidarnos de sus mejores 'escuderas'. Este año la acompañaron su nuera Camilla de Cornualles, esposa del príncipe Carlos; y Kate Middleton, mujer del príncipe Guillermo. La duquesa de Cambridge enamoró a todos con un vestido largo de terciopelo conjuntado con su tiara de brillantes y perlas preferida, que en su día perteneció a la recordada Diana de Gales.