Los últimos meses han sido más que convulsos en la Familia Real Británica. A estas alturas nadie se habría imaginado que la primera monarquía del mundo pasaría horas tan bajas como las que enfrentan en la actualidad los Windsor. No creo que el Rey Faruk cuando dijo aquello de “al final solo quedaran cinco reyes: los cuatro de la baraja y el de Inglaterra” se imaginase un reinado tan endeble como el de Carlos III. El monarca, sin casi relación con su hijo menor a quien por cuarto año consecutivo no ha invitado a las celebraciones navideñas familiares, no parece tener tampoco especial buena relación con su hijo mayor.
Aunque entre ambos no ha habido sonadas salidas de tono tan públicas como la autobiografía de su hijo menor o los documentales y entrevistas que ha protagonizado hablando de los agravios sufridos en palacio con su mujer, Meghan Markle, para cualquiera un poco observador en los últimos meses la falta de sintonía entre Carlos III y Guillermo, el Príncipe de Gales, ha sido notoria. El origen del malestar entre padre e hijo podría remontarse a principios de año cuando el monarca hizo público que padecía un cáncer. En esas complicadas semanas la Princesa de Gales también lidiaba con el mismo diagnóstico, pero en un principio junto a su marido optaron por no hacerlo público. Esta disparidad de opiniones ante un mismo hecho parece haber creado una brecha entre ambos matrimonios.
Esta brecha se fue acrecentando cuando las tareas de comunicación de Buckingham, por un lado, y de Kensington, por el otro, fueron desarrollándose de forma totalmente opuesta. Mientras por un el equipo de comunicación de los Reyes optaba por mostrarse todo lo transparente posible dentro del respeto a la privacidad del monarca en su enfermedad, el de los Príncipes de Gales terminaba por desarrollar una crisis reputacional y de comunicación por su empeño en ocultar el diagnostico. Todos recordamos la fotografía retocada burdamente del día de la madre o las supuestas imágenes en vídeo de una Kate pixelada y en chándal yendo al supermercado. La situación terminó por ser tan insostenible que en el arranque de la Semana Santa no les quedó más remedio que asumir la realidad y anunciar el diagnóstico de la Princesa de Gales.
Tiranteces y contadas reapariciones juntos
Pocas han sido las ocasiones en las que se ha visto juntos de nuevo a los cuatro miembros más importante de la Familia Real Británica desde que se conocieran los diagnósticos del Rey la Princesa de Gales. Al principio de esta situación Guillermo y Camilla asumieron más responsabilidades, pero al poco de comenzar con este nuevo reparto la Reina se cogió una baja por agotamiento y Guillermo minimizó sus compromisos fuera de casa. Desde que Carlos III retomó parcialmente su agenda, quitando el Trooping The Colour, es difícil encontrar una ocasión en la que se haya vuelto a ver compartir espacio tiempo a los Reyes y los Príncipes de Gales.
Actualmente la Reina Camilla sigue convaleciente por una neumonía y, aunque tiene previsto hacer acto de presencia en la recepción de esta noche al Emir de Catar y retirarse después, en el recibimiento con el que ha arrancado su visita oficial esta mañana no ha aparecido. Los que sí han acudido al evento oficial han sido el Rey Carlos III y los Príncipes de Gales, Guillermo y su mujer Kate. Las cámaras presentes en el recibimiento al mandatario catarí han grabado un detalle que lejos de pasar inadvertido ha llamado la atención por lo poco usual de la secuencia. Con la ayuda de Macarena Arnás, grafóloga y experta en comunicación no verbal analizamos los gestos de los protagonistas para desgranar lo que esconde esta situación.
“Es un acto de desprecio”
Lo primero que llama la atención de la creadora de “La magia de las letras” es que a la llegada de los Príncipes de Gales se produce contacto visual con el Monarca, por lo tarto Carlos III es consciente en este momento de su presencia. “En el momento que la ignora lo que observo es un acto de desprecio, sin embargo, luego Guillermo le toca la espalda a ella después de ser ignorada gesto que refleja apoyo y protección hacia su mujer”. Macarena se refiere aquí a la secuencia descrita en la imagen en la que se ve llegar a los Príncipes, ser observados por el Rey, a la Princesa hacer una reverencia y al monarca darle la espalda de forma deliberada. “Kate se ve que intenta controlarse con una postura más bien erguida, Guillermo le acaricia la espalda a la altura del hombro en un gesto instintivo que vuelve hablar de apoyo y protección”.
Pero sin duda, para nuestra experta, lo más revelador de la secuencia es que “Carlos III mira de reojo a los Príncipes, algo que revela que el desprecio no es por falta de atención o despiste”. Con el análisis de nuestra experta, Macarena Arnás, queda de relieve que el desencuentro lejos de ser fruto de un despiste es un acto consciente que esconde que la relación de los Príncipes de Gales y el Rey de Inglaterra no pasa por su mejor momento. Se avecinan unas fiestas navideñas interesantes en el Palacio de Buckingham.