La reina Isabel de Inglaterra tenía a todo el mundo preocupado. Su ausencia hace unos días en la solemne apertura del Parlamento, a la que faltaba por primera vez en 59 años, hizo correr ríos de tinta. En esa ocasión delegó sus funciones en su heredero, el príncipe Carlos, acompañado por el príncipe Guillermo y Camilla de Cornualles. Como la "roca" sólida de la institución que representa, su pueblo no pudo más que echarla en falta.
El palacio de Buckingham adujo sus "problemas de movilidad" para causar baja de tan importante ceremonia, lo que volvió a cuestionar su verdadero estado de salud. Mientras tanto, el resto de su familia acudía a diferentes eventos relacionados con el Jubileo de Platino, como la tradicional fiesta en los jardines de Buckingham. Solo quedaba ver a la soberana, tener pruebas físicas... pero esto se acaba de solucionar.
Esta mañana, la reina Isabel se ha presentado 'por sorpresa' en el Royal Windsor Horse Show, la feria más importante de Reino Unido dedicada al mundo de los equinos. Como sabemos, estos son la gran pasión de la monarca, quien hasta hace no mucho se dejaba ver montando a lomos de sus caballos. Precisamente con dos de los ponis de su cuadra aparecía en la nueva foto oficial por su 96 cumpleaños, el pasado 21 de abril.
Muy mal tenía que encontrarse la soberana como para dejar pasar esta oportunidad. Y ahora que ha establecido su nueva residencia oficial en el Castillo de Windsor, mucho más. Estando tan cerca, con solo 'bajar de casa', la reina Isabel tenía a la mano una de sus jornadas favoritas desde su infancia.
Isabel II ha llegado al lugar a bordo de un coche, del que no se ha bajado, eso sí. Sus reconocidos problemas de movilidad hacen que en los últimos meses la reina haya tenido que sacar un bastón para apoyarse al caminar (por cierto, uno de los cuales pertenece a su querido marido, el duque de Edimburgo).
Desde ahí ha podido disfrutar del ambiente festivo, ha visto a los caballos y ha podido charlar con las personas conocidas que se han acercado a saludarla. En todo momento, la reina Isabel mostraba una enorme sonrisa en su rostro, un gesto que solo suele reservar para sus ocasiones privadas o los momentos más distendidos de su historia.
Como dicen los británicos, estaba en 'good spirits', es decir, de muy buen humor. Se nota que este evento deportivo le encanta. Por otro lado, verla así ha tranquilizado mucho a la opinión pública. A sus 96 años tienen a su reina entre algodones.
Ahora que su equipo médico le ha recomendado bajar el ritmo y dedicarse más a tareas ligeras de despacho, dejando la carga fuerte de viajes y agenda a los otros miembros de la familia Windsor más jóvenes y enérgicos, cada aparición de la reina Isabel es saludada con entusiasmo.