Harry de Inglaterra ya está de vuelta en casa. Ayer noche aterrizaba en Londres procedente de Canadá, adonde se marchó el pasado 10 de enero para reunirse con su esposa, Meghan Markle, y su hijo, Archie Harrison. En Londres tomó un tren (un gesto sostenible) rumbo a Edimburgo, capital de Escocia, donde esta mañana ha dado una conferencia sobre un proyecto de turismo sostenible. Su regreso a Reino Unido era muy esperado después de toda la polémica levantada por el Megxit, su retirada oficial de la monarquía británica, y sobre todo tras el contundente comunicado de los duques de Sussex 'acatando' las últimas condiciones ordenadas por la reina Isabel. Todo el mundo lo ha interpretado como un desafío y el clima, por tanto, no era el más apacible.

Tampoco el príncipe mostró su mejor cara. Con gesto serio y resguardado bajo una gorra, Harry quiso pasar inadvertido ante los medios que estaban en la estación de tren de Waverley. No lo logró, como era de prever, aunque su escolta se interpusiese ante los objetivos. Y en un momento llegó a quejarse de los flashes. La relación del joven con los medios se ha tornado complicada en los últimos tiempos, hasta el punto de que su esposa y él advirtieron con tomar medidas legales si los paparazzi continuaban apostados en la puerta de su residencia en Canadá.

El próximo 5 de marzo está previsto que Harry y Meghan reaparezcan juntos en Londres para asistir a una ceremonia de premios a militares heridos. Se desconoce, no obstante, si la duquesa y su bebé han viajado ya con el príncipe de vuelta a Reino Unido o lo harán estos días. El último acto oficial a los que asistan será el 9 de marzo para celebrar el Día de la Commonwealth en Westminster. El 31 de marzo es la fecha límite impuesta para su adiós.

Anoche también los duques de Cambridge, Guillermo y Kate, acudían a una representación benéfica, y tampoco se sabe si se encontrarán en breve con Harry. Los antes unidísimos hermanos volverían a verse tras mes y medio alejados.