Este sábado, 6 de mayo, Londres ha vivido uno de sus días más grandes gracias a la celebración de la Coronación de Carlos III y Camilla. Un evento histórico en el que el Príncipe Guillermo ha tenido uno de los papeles más importantes en la solemne ceremonia. En concreto, el hijo mayor del monarca se ha arrodillado ante él para hacer el juramento de la sangre, algo que ya hizo su abuelo, el fallecido duque de Edimburgo, en la Coronación de la Reina Isabel II.
El momento más emotivo e importante de la Coronación ha llegado de la mano del Príncipe Guillermo, quien se ha arrodillado ante su padre, el Rey de Inglaterra, para hacer el juramento de la sangre. En concreto, con cierta emoción, le ha rendido homenaje y le ha jurado compromiso y lealtad con estos votos: "Yo, Guillermo, Príncipe de Gales, te prometo mi lealtad, fe y verdad. Os guardaré como como vuestro señor de vida y muerte. Que Dios me ayude". Un momento muy emotivo en el que hemos podido ver a padre e hijo con los ojos vidriosos y controlando sus emociones. Minutos antes, el hijo de la fallecida Diana de Gales también ha sido el encargado de abrocharle la túnica real de su padre previamente a que se le entregase el orbe real. Por su parte, el monarca, completamente emocionado, ha deslizado un cálido "gracias, Guillermo" después de que su hijo le diera un beso en la mejilla.
Después, todos se han puesto de pie y el Arzobispo ha invitado a aquellos que lo deseaban a unirse al unísono a un "Dios salve al Rey Carlos". "Juro que rendiré verdadera lealtad a vuestra majestad y a sus herederos y sucesores según la ley. Con la ayuda de Dios. Dios salve al Rey Carlos. Larga vida al Rey Carlos. Que el Rey viva para siempre", es el juramento que se escucha.
Carlos III jura gobernar según las leyes y costumbres, impartir justicia con misericordia y mantener la "Religión Protestante Reformada". Lejos de simbolizar que comienza su reinado, pues ya empezó instantes después de la muerte de su madre, el momento central de la Coronación llegaba con la unción, cuando se confiera la gracia de Dios al monarca como gobernador supremo de la Iglesia de Inglaterra.